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Relatos a pie de calle

Txipi Kormenzana, el rugby como modelo para la vida

Encadenó trabajos y jugó a rugby antes de que un despido le obligara a reinventarse como cocinero. Valora lo que le aportó este deporte de contacto

Alex “Txipi” Kormenzana Lumbreras a los pies de Ezkaba Txiki, su lugar de paseo habitual desde que llegó a la villa hace 28 años. Detrás una de las ovejas que limpian el monte Jesús Caso

La conversación con Txipi Kormenzana Lumbreras deriva inevitablemente en el rugby. Un deporte de contacto, pero también de cervezas con los rivales, al que le llevó la curiosidad de un joven con 17 años en unos tiempos en los que su familia “se rompía”. Hasta el apodo lo ganó en ese mundillo. “Vi un día que jugaban en Larrabide, cuando iba a lo Viejo. Me quedé a ver el partido y me dije que algún día yo también jugaría. Me gusta el deporte y en aquella época mandaba el fútbol, pero nunca me cogían porque era gordico. Pronto pusieron un cartel en el instituto Ximenez de Rada al que iba y me apunté. Allí no hay distinciones por el origen, por lo que haces o por lo que tienes y a mí me ha dado mucho. Compañeros me ayudaron a buscar trabajo cuando hacía falta en casa, porque con 18 años y siendo el mayor de cinco hermanos nuestros padres se separaron y nos quedamos con la madre en una casa de alquiler. Necesitaba trabajar y entre otras cosas cuidaba el campo de hierba y me puse tan moreno entonces que me decían así. Y así se ha quedado”, introduce el tema para explicar la razón por la que nadie le llama Alex.

“Irunsheme” de La Milagrosa, de 54 años y euskaldun tras estudiar en Paz de Ziganda, vive desde hace 28 en Villava. Allí llegó en 1995, cuando empezó la convivencia con Maite, la madre de sus dos hijos. Y allí trabaja también desde el año pasado, en el bar Ostatu del frontón municipal. Un equipo de diez personas en el que también ve similitudes con el rugby y del que valora el compañerismo y las condiciones. “Todos hacemos de todo, un día vienen a ayudar a la cocina y otro día de menos ajetreo te toca lavar vasos”, apunta de un negocio que ahora regentan antiguos trabajadores y compañeros. En el que han puesto en práctica un calendario que permite que todos disfruten de un fin de semana libre. Lo contaba en octubre, cuando recogió su último premio, y octavo hasta ahora, en el concurso de rellenos de las fiestas.

En Villava está ahora de vuelta tras varias etapas en otros puntos y no pocos avatares que recuerda con sus luces y sombras. Un periplo vital en el que no olvida a las personas que le han ido ayudando, el papel de un deporte en el que estuvo 20 añoscomo jugador “y sin lesiones”. Quince de ellos en Iruña Rugby y cinco en La Única Rugby Taldea. Tampoco obvia a los que han puesto piedras en su camino, especialmente en las cocinas. “Tuve varios empleos. Fui al hermano al que más le tocó ayudar en casa. También al segundo. Y finalmente entré en Seat como eventual. Estuve tres años y de allí pasé a Expert Componentes, una de las filiales de VW Navarra. Fueron doce años, diez de ellos en el comité de empresa. Allí, como sindicalista, me convertí en una persona más justa. Yo diría que mejor”, rememora lo ocurrido años atrás.

Le tocó vivir en primera fila una huelga de 53 días para reclamar la subrogación por VW. Hasta pararon la actividad de la factoría de coches, pero no consiguieron su reclamación y acabaron “en la calle” 175 personas. Fue otro punto de inflexión. “Me pasó con dos hijos, uno de 8 años y otro de 4, y con la hipoteca pendiente. Justo antes de la crisis de 2008, pero no tardé mucho en encontrar trabajo. Unos dos meses. Y empecé en la hostelería y la cocina”, relata. Todavía jugaba al rugby, un deporte que ahora sigue como espectador, especialmente de su sobrino, y al que vuelve para reflexionar sobre la vida y la manera de afrontarla.

Sin formación como cocinero más allá de lo aprendido en la práctica y de forma autodidacta, cita de esta etapa la ayuda de Roberto Echeveste, dinamizador en Casa Gurbindo y una de las personas que le ha ayudado en su camino. “Era profesor de cocina y me ayudó bastante. Otros no lo han hecho. Al contrario. Te dejan ahí para que te apañes”, explica tras pasar por un bar de Villava, especializarse en paellas gigantes tras atreverse a hacer una en fiestas, trabajar en la cocina del Liceo francés, en un bar de polígono, en el comedor de la UPNA, en el Ostatu en otra etapa y hasta en la cocina de la residencia de los Salesianos. Allí pasó el confinamiento y practicó para deleite de los religiosos. Y se libró de los Ertes de otros puestos de su sector. Hasta encontrar la oportunidad actual. Y el tiempo para conciliar con la familia que tanto valora.

DNI

​Edad y familia: Nacido el 11 de noviembre de 1968 en Pamplona, vive en Villava, está casado con Maite y tienen dos hijos: Unai, de 25 años y Aingeru de 20. Durante 15 jugó en Iruña Rugby y los otros 5 en La Única. Fue sindicalista, trabaja como cocinero y ha ganado ocho premios en el concurso de relleno de Villava.

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