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Geriatra del CHN

Javier Alonso: “Los 70 años actuales son como los 50 de hace unas décadas”

Entrevista con Javier Alonso, geriatra del Complejo Hospitalario de Navarra

“Los 70 años actuales son como los 50 de hace unas décadas” Jesús Caso

Las personas mayores cada vez viven más años y en mejores condiciones. Los abuelos de hace unas décadas, vestidos de negro y ajados por sus duras condiciones de vida, no tienen nada que ver con los actuales: que asisten a conciertos o emprenden viajes culturales. Aunque cuenten con la misma edad que sus antepasados. “Los 70 de ahora son los 50 de antes. La esperanza de vida se ha duplicado en un siglo, algo que no había ocurrido nunca en la historia de la humanidad”. Quien lo explica así de claro es el geriatra del Complejo Hospitalario de Navarra (CHN) Javier Alonso Renedo. Santanderino de 41 años, trabaja en Pamplona desde hace doce. Y, añade, desde niño supo que iba a ser geriatra para ayudar a los mayores. Su abuelo paterno, Priscilo Alonso, segoviano, fue el “culpable”. “Él vivió con nosotros cuando yo era niño. Y terminó con demencia. Me especialicé en Geriatría para devolver la dignidad a los ancianos”.


En general, ¿cuál es el estado de salud física y mental de las personas mayores actualmente?

El contexto que yo veo, tanto en la consulta como en la planta del hospital, es heterogéneo. Hay personas con más de 80 años que están muy bien y poseen una autonomía física y moral necesarias para valerse por sí mismos y tomar decisiones. Pero también hay gente con discapacidad y un elevado grado de dependencia... Se les va minando el ánimo y ya no tienen ilusión por vivir. Necesitan un soporte vital y ahí está la familia. En Navarra, los hijos tienen una gran importancia porque hay sólidos lazos familiares.

Dice que la esperanza de vida es más que el doble que hace un siglo. Vivimos más pero ¿mejor?

En 1900, los varones vivían una media de 35 años y las mujeres, de 40. Había mucha mortalidad por las guerras, las infecciones (no había antibióticos), las complicaciones en los partos... Actualmente, la esperanza de vida en Navarra es la segunda más alta de España, después de Madrid: 88 años en las mujeres y 83, en los hombres. ¿Que si vivimos mejor? En general, sí, pero hay unas enfermedades que afectan solo a los mayores: las demencias, el Alzheimer, los ‘delirium’ (muchas veces tras una neumonía o una infección de orina), las caídas y la incontinencia urinaria. Son los “gigantes de la geriatría”.

¿Por qué debe acudir un mayor a la consulta del geriatra?

Los deriva el médico de familia cuando ve que se necesita “poner un poco de orden” en esa persona: porque tiene problemas para dormir, toma mucha medicación, observa signos de demencia... La geriatría es una especialidad médica (vía MIR) que trata de abordar a la persona mayor en su globalidad. No solo se tratan los motivos de ingreso (neumonía, insuficiencia cardíaca...) sino su situación social, familiar... Se valora de manera integral.

O sea, que los geriatras son un poco psicólogos...

Como decía el médico Gregorio Marañón, nuestra mejor herramienta es la silla. Tenemos que sentarnos a dialogar con los pacientes para saber qué necesitan, cuál es la relación con su familia y sus amigos, ayudarle si tienen una crisis de sentido de su vida. Tenemos mucho de psicólogos y también de médicos de todas las especialidades.

¿Por el hospital suele ver a los nietos de los pacientes?

No muchos. Los que están siempre son los hijos. Los nietos de los ingresados son ya mayores (tienen entre 30 y 40 años) y entre semana les resulta difícil visitarlos.

¿Cómo cree que debería ser la relación entre abuelo y nieto?

Debe existir un pacto intergeneracional de transmisión de conocimientos, que es bueno para las dos partes. Los nietos aprenden de un proyecto de vida y los abuelos, de su vitalidad y energía.

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Esta relación entre generaciones, explica, queda grabada en nuestra “memoria autobiográfica” en una zona del cerebro conocida como “hipocampal”. “Se activa la amígdala relacionada con la emoción. Por eso, estas relaciones tienen un valor incalculable”.

Y añade que el “abuso”, tanto en este caso como en otros, “contamina” cualquier tipo de relación. “Por eso, la ayuda que prestan los abuelos a sus hijos cuidando de sus nietos debe ser totalmente voluntaria”. La persona mayor, insiste, tiene que sentir que esa ayuda es una elección y no una obligación. “Un abuelo infeliz acabará siendo negativo, impaciente y una carga para la convivencia”. Y la palabra clave, enfatiza, debe ser “disfrutar”. “Los abuelos tienen la oportunidad de establecer con sus nietos una relación privilegiada: basada en el afecto, sin las exigencias de la paternidad y con absoluta libertad”.

Los abuelos, insiste el psicólogo, también tienen sus planes, ilusiones y aficiones y necesitan “su tiempo y espacio” para ellos.

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