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Pamplona, viaje al pasado

Virtuoso de la guitarra, vivió de la peluquería

Miguel Ángel Arbea publicó en 1973 el disco ‘Euskal doinuak gitarraz’, temas del cancionero vasco interpretados a la guitarra. La crítica subrayaba su calidad musical y, al tiempo, el oficio que le daba de comer: la peluquería.

Miguel Ángel Arbea, guitarrista pamplonés, en una imagen de 1991. dn

Música vasca, a la guitarra. Este era el título de la crónica que se publicó en Diario de Navarra el 23 de noviembre de 1973, justo pasado el día de Santa Cecilia, patrona de los músicos. En ella se desentrañaban los detalles del disco que acababa de publicar Miguel Ángel Arbea, ‘Euskal doinuak gitarraz’. El título, indicaba Fernando Pérez Ollo, autor de la crónica, “condensa el significado y la sonoridad de los doce temas reunidos en el disco, entre ellos ‘Itsasoan laino dago’, ‘Ezpata-dantza’, ‘Agur, Jaunak’, ‘Nere etorrera’, ‘Adio, ene maitea’, o ‘Zugana Manuela’. Las versiones, los arreglos, eran originales de Arbea, que había acudido a fuentes y en algún caso a folcloristas y etnógrafos. “Las grabaciones ofrecen el doble mérito de la interpretación y del trabajo folclorista y culto”, apuntaba el periodista y añadía que “casos como el suyo sirven para demostrar la parte espiritual y la material del arte”. “Arbea es un guitarrista muy dotado, profundo conocedor de su instrumento, alumno de los grandes nombres mundiales, pero nada de eso le ha dado de comer”, destacaba Pérez Ollo que “para este menester tan prosaico como inevitable ha seguido el negocio familiar”, la peluquería. Y sostenía que “una persona de sensibilidad probada e inconformista como Arbea ayuda a mejorar el nivel musical de la plaza y del entorno”.

Explicaba en el artículo Fernando Pérez Ollo que “históricamente la guitarra no ha sido un instrumento popular en el Pais hasta la época reciente”. “Hoy es un instrumento incorporado y antes que desecharlo, vale más intentar traducir a sus leyes los viejos sonidos y las antiguas bellezas, bellezas anónimas de la tierra y de quienes aquí vivieron y sufrieron las ilusiones del amor, la danza, el paisaje y la vida cotidiana, esas pequeñas cosas que llevan al hombre a cantar y a tañer un instrumento. Hoy, a abrazarse a la guitarra, como Miguel Ángel Arbea”, concluía Fernando Pérez Ollo.

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Miguel Ángel Arbea era hijo de Andrés Arbea, que abrió una peluquería en la calle Santo Domingo, donde le tomó el relevo el hijo. Siempre compaginó las tijeras y el peine con la música.

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