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Curiosidades

Los volcanes, tiranos del clima: así han afectado a las temperaturas las grandes erupciones en el último milenio

Algunos volcanes han llegado a jugar a capricho con el clima, provocando en el último milenio años sin verano, persistentes sequías o inviernos pavorosos

Litografía de la erupción del Krakatoa  Wikipedia

La erupción en La Palma ha devuelto a los volcanes al primer plano de la actualidad. Tras años de silencio, la lava vuelve a rugir en territorio español y los espectadores podemos impresionarnos casi al minuto con la fuerza de la naturaleza. Por suerte, el de La Palma no está siendo un episodio especialmente potente a escala geológica, por más que la espectacularidad de las imágenes y la lamentable pérdida de casas y cosechas que está sufriendo la población de esta isla canaria pudieran indicarnos lo contrario. Según el Índice de Explosividad Volcánica, se le clasifica como un evento de magnitud 2, en una escala de 0 a 8.

Así, con estas características, es de esperar queel efecto del volcán de La Palma sobre el clima sea mínimo o, como mucho, de alcance local. Pero otros volcanes, mucho más dañinos, han llegado a jugar a capricho con las temperaturas y la meteorología. Solo en el último milenio, un puñado de erupciones de nivel colosal (magnitud 6) o supercolosal (magnitud 7) han provocado años sin verano, inviernos pavorosos, sequías, inundaciones e, incluso, los investigadores que estudian el clima del pasado como auténtico detectives, acusan a algunos de estos volcanes de haber sido los causantes de cambios que han perdurado durante siglos.

A continuación, repasamos algunos de estos volcanes y sus efectos:

Samalas (1257), Indonesia. Índíce de Explosividad Volcánica: 7

Empezando el repaso cronológicamente, nos vamos -quizá- al más potente de los volcanes del último milenio: en una isla de Indonesia, en Lombok, en el sistema volcánico de Rinjani, explotó el Samalas en 1257. Su Índice de Explosividad Volcánica fue de magnitud 7 -es decir, fue un volcán "supercolosal"- y envió tantos gases, tanto material a la atmósfera, que se redujo la radiación solar, como si de una capa de sombra se hubiera instalado en el cielo, y el clima cambió. Ese año se vivió un invierno mucho más frío y se vieron afectados fenómenos climáticos recurrentes como El Niño o los Monzones.  Algunos estudios apuntan a que este volcán está detrás del inicio de un periódico de varios siglos especialmente frío en Europa que recibe la denominación de Pequeña Edad de Hielo.

Los geólogos y vulcanólogos han buscado durante décadas a este supervolcán, ya que a lo largo de todo el globo se habían reunido pruebas de sus efectos, en forma de depósitos de materiales volcánicos. Finalmente, se ha llegado al consenso de que aquel anónimo volcán debía ser el Samalas, del que hoy en día queda una enorme caldera parcialmente inundada: la Segara Anak.

La caldera Segara Anak, creada por la erupción del Samalas Wikipedia
Kuwae (1450), Vanuatu. IEV: 6

En el Pacífico, en las islas de Vanuatu, explotó alrededor del año 1450 el volcán submarino Kuwae. Fue de menor intensidad que el de Samalas, pero aun así provocó una oleada de frío que alcanzó incluso la lejanísima Europa. Por ejemplo, en el otoño de 1453 se vivió en el hemisferio norte unotoño con temperaturas inusualmente bajas y del que han quedado tanto registros en los anillos de los árboles como documentos aztecas y chinos que describen pérdidas de cosechas y hambrunas provocadas por un inesperado frío. De esta anomalía climática se culpa a la acción de un volcán, que estudios recientes han relacionado con el Kuwae.

Volcán Gaua, en las islas de Vanuatu, visto desde el espacio Wikipedia
Huaynaputina (1600), Perú. IEV: 6

En el año 1600, el volcán Huaynaputina entró en erupción en los Andes peruanos. Según testimonios de la época recogidos en Europa, la luz del sol se debilitó hasta el punto de que el verano de 1601 fue, quizá, el más frío en siglos. Se relaciona a este volcán peruano con La Gran Hambruna Rusa de los años 1601-1603, ya que aquella bajada de temperaturas en verano conllevó la pérdida de cosechas incluso en un punto tan alejado de Sudamérica como es la Rusia europea. Se calcula que en este país, durante La Gran Hambruna, fallecieron dos millones de personas, lo cual suponía un tercio de la población.

Cráter del Huaynaputina, en Perú Wikipedia
Laki (1783), Islandia. IEV: 6

Islandia es una isla que convive con la actividad volcánica como una realidad cotidiana, pero algunos episodios han sido especialmente dañinos, incluso en tiempos recientes. El 18 de junio de 1783, el monte Laki registró una tremenda erupción que provocó miles de víctimas y que durante ochos meses envió toneladas de gases y sedimentos a la atmósfera, mientras  los campos quedaban cubiertos por el polvo volcánico y el ganado moría.

La masa de gases expulsada por el Laki, empujada por el viento, se desplazó hacia el continente europeo. Alcanzó Noruega y las islas Británicas e incluso se internó en Alemania y en Francia. En todos aquellos lugares, las descripciones coincidían. Primero, el cielo se cubría de tinieblas, hasta el punto de que el sol solo era visible al amanecer y en el crepúsculo. Pero con esa oscuridad diurna llegaba un calor asfixiante, que arrasaba cosechas a su paso.

Europa registró aquel verano un calor inusual y pernicioso. Además, parte de la población miraba atemorizada al cielo, ya que el Sol adquiría tonalidades nunca antes vistas: blanquecino -aunque con rayos especialmente poderosos-, cobrizo, rojo... Pocos pensaban que aquello podía tener relación con un volcán islandés, aunque hubo quién sí pensó en ello. Por ejemplo, el político e inventor estadounidense Benjamin Franklin, en una conferencia pronunciada en Inglaterra en diciembre de 1784, apuntó a esa posibilidad. Su charla tenía como título “Imaginaciones y conjeturas meteorólogicas”.

A ese verano terrible le siguieron inundaciones otoñales, graves sobre todo en los Países Bajos y en Alemania, y luego un invierno muy frío. De hecho, el clima cambió durante años y no solo en Europa. Se calcula que la temperatura en el hesmiferio norte cayó una media de tres grados y, en otros puntos, como en Egipto, el Nilo no acudió puntual a su doble inundación anual de las riberas y la hambruna se desató en aquel territorio.

Fisura de la cordillera del Laki, en Islandia Wikipedia
Tambora (1815), Indonesia. IEV: 7

La explosión del volcán Tambora sucedió en abril de 1815 y alcanzó el nivel 7 en el Índice de Explosividad Volcánica, igual que el también indonesio Samalas. Se considera que fue el causante del "año sin verano" en Europa, durante 1816 y al parecer las temperaturas fueron hasta cuatro grados más bajas de lo habitual en buena parte del mundo. También se le achaca a este volcán que provocó la peor hambruna del siglo XIX e, incluso, se le relaciona con la expansión del movimiento cultural del Romanticismo, marcado por la melancolía.

Caldera del monte Tambora, en Sumbawa (Indonesia) Wikipedia
DEL ÓPTIMO CLIMATICO A LA PEQUEÑA EDAD DE HIELO,
¿CULPA DE LOS VOLCANES?

El norte de Europa experimentó entre los siglos VIII y XIV un clima más cálido y seco que permitió una bonanza agrícola y que puede estar detrás del crecimiento demográfico y de la proliferación de la vida urbana registrada en esa época. A este fenómeno se le ha denominado como Óptimo Climático Medieval. Las causas de este aumento de temperaturas no están claras, si bien se relaciona con cambios en los ciclos de las manchas solares, ya que al menos en parte coincidió con un máximo en la actividad solar.

Este fenómeno se tradujo también en un retroceso de los glaciares, un aumento del nivel del mar -con dramáticas consecuencias para la zona de los Países Bajos-, la expansión de la flora y de los bosques, una mejoría de las condiciones de navegación e, incluso, en cambios en la dieta como una preeminencia de la pesca del arenque o la extensión de la vid a latitudes inusuales. 

En la cuenca del Mediterráneo, este ascenso de temperaturas tuvo un impacto más limitado y se notó sobre todo a partir del siglo XII. Sin embargo, el invierno de 1309, especialmente frío, fue el aviso de que el clima iba a cambiar. Paulatinamente, los inviernos se hicieron extremos y los veranos, más impredecibles, el arenque desapareció de los caladeros y las vides de los campos. Algunos achacan a la actividad volcánica mundial el fin del Óptimo Climático. Pero todavía las temperaturas habían de descender más...

Entre los siglos XVI y XVIII, el continente europeo afrontó unas condiciones climáticas extremas y que afectaron profundamente a la sociedad del Viejo Continente: había llegado la Pequeña Edad de Hielo.

Durante tres siglos, los glaciares recuperaron terreno llegando incluso a poner en peligro a poblaciones de montaña; el Támesis se heló hasta convertirse en una calle más de Londres, con sus puestos y tenderetes, paseantes y patinadores; las cosechas se perdieron -lo cual fue aprovechado por algunos para iniciar la famosa "caza de brujas"- y el comercio quedó debilitado mientras los caminos se helaban y los pasos de montaña se volvían impracticables. Incluso los más ricos, en sus grandes palacios, sufrían para caldear sus inmensas estancias.

De todos modos, no todo fue negativo. El ingenio del hombre revirtió en parte la situación con nuevos cultivos, adaptando la ganadería a las nuevas condiciones y buscando nuevos caladeros -Terranova- y nuevas especies -bacalao- para pescar.  

¿A qué se debió esta bajada de temperaturas? Se apunta a la desaparición de las manchas solares (un fenómeno denominado Mínimo de Maunder), pero también, como no, a la actividad volcánica. Quizá los materiales arrojados a la atmósfera por una serie de volcanes -de los cuales algunos se sabe que entraron en acción en esta época y de otros simplemente se sospecha- fueron los causantes de un descenso de la radiación solar que, a la postre, pudo interferir en las corrientes marinas y en el delicado equilibrio del clima, modificándolo durante siglos.

Para más información, escucha la colaboración de Javier Iborra en La sombra de la Luna

La erupción en La Palma ha devuelto a los volcanes al primer plano de la actualidad. Tras años de silencio, la lava vuelve a rugir en territorio español y los espectadores podemos impresionarnos casi al minuto con la fuerza de la naturaleza.&nbs

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