Motín pesetero: Pamplona 1837

Todos hemos oído la expresión “ser un pesetero”, pero ¿cuáles son su origen y significado primigenio? El adjetivo es documentable ya que los primeros en emplearlo fueron los carlistas para menospreciar a una parte de la tropa liberal llamada Cuerpos francos.

El general absolutista Uranga, en su diario de campaña, anotó el 17 de marzo de 1834: “permanecimos en Heredia (Álava) donde se fusilaron 118 peseteros”. El término contenía un sustrato de envidia porque cuando Zumalacárregui arengó a la mesnada de apoyo al pretendiente don Carlos, tras sustituir a Iturralde en el mando, rebajó el prest -soldada- de dos a un real de vellón diario y eso si había disponibilidad.

En cambio en los Cuerpos francos, herederos orgánicos de las partidas guerrilleras en la Francesada, la paga prometida era de una peseta, cuatro veces más. Subrayo lo de prometida, que asunto distinto es que llegase a la faltriquera. Abastecer tropas en las guerras ha sido siempre un desastre.

Así, en el invierno de 1835 Pedro Cruchaga, de Urzainqui y hermano de los destacados Gregorio y Juan José -coroneles de Espoz-, hubo de entregar a los liberales 335 ovejas, que en los casos de Cecilia Tristante y Florencio Osés -ambos de Falces- fueron 80 y 32, en tanto que Lorenzo Morentin y Antonio Marcos -de Caparroso- aportaron 823 y 820, respectivamente. Dieron en total 24.495 raciones que luego se suponía les habían de reembolsar las respectivas Merindades con cargo a las contribuciones de guerra. Mal equipados, zurrados en los combates, hartos de no comer ni cobrar, el 26 de agosto de 1837 los peseteros acantonados en Esquíroz y los Zizures entraron con violencia en Pamplona y se amotinaron.

Tiradores y Flanqueadores de Isabel II, que eran sus denominaciones concretas, asesinaron al general Pedro Sarsfield, al coronel Atanasio Mendívil y a cuatro paisanos de economía acomodada acusados de desafectos al constitucionalismo. En noviembre, tras consejo de guerra formado por Espartero, fueron fusilados en los glacis de la ciudadela como responsables el coronel León Iriarte, el comandante Pablo Barricat y cinco sargentos levantiscos. Buena la liaron los peseteros, quienes expusieron desnudos los cadáveres de Sarsfield y Mendívil en la plaza consistorial. Fue una página tan sangrienta como poco conocida en la historia pamplonesa de la que este fin de semana se cumplirán 180 años.