Loading...

OPINIÓN

Víctimas, verdugos y sentimiento de culpabilidad: ¿entre el sexting y la sextorsión?

El sexting es el envío de mensajes sexuales a través del teléfono móvil y es práctica habitual entre individuos de todo tipo: según un estudio de la Universidad de Drexel (EE. UU.) 8 de cada 10 personas entre 18 y 82 años lo ha practicado en algún momento de su vida. También entre menores. Existen ocasiones, un pequeño porcentaje, doloroso, en las que la o el receptor utiliza esas imágenes para chantajear o perjudicar a la otra persona, principalmente chicas. Esta práctica se llama sextorsión y no es culpable quien envía la imagen, sino quien la comparte

La mejor configuración de la privacidad somos cada persona. Lo que digamos y compartamos o no sobre nosotros y los demás. Así, la diferencia entre privacidad e intimidad es básica para promocionar la seguridad en Internet y, aunque podemos incluir soluciones técnicas, es necesaria la formación en valores.

Cuando hablamos de los riesgos de Internet siempre aparece el sexting como uno de los peligrosos habituales y, no es para menos, ya que puede acabar en sextorsión, eso sí, son conceptos diferentes. Como comentábamos, el sexting es el envío de imágenes o vídeos de contenido sexual a través de Internet, principalmente del teléfono móvil, aunque antes ocurría desde el ordenador gracias a las webcam. Según un estudio de la Universidad de Drexel, realizado en 2015 en EE. UU., 8 de cada 10 personas entre 18 y 82 años ha practicado sexting. En nuestro país, según un estudio realizado entre adolescentes por la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad Nacional de Entre Ríos publicado este año 2017 y publicado en la web Stop Violencia de Género Digital, el 15% de las chicas y chicos entre 12 y 17 años admite haber enviado contenido sexual a través de la Red. Es probable que el porcentaje sea mayor, ya que en una encuesta publicada en 2015 por Save the Children e IPSOS en Italia más del 40% reconoce enviar o recibir este tipo de mensajes; y en Reino Unido, según NASWUT en 2016, el 13% del sexting se realiza entre menores de 7 a 10 años.

Y es que la hipersexualización de la infancia, que puede verse reflejada en estos datos, es un tema que lleva tiempo a debate y que todas las personas debemos trabajar con el máximo respeto hacia nuestras niñas y nuestros niños. Cuidar la infancia debe ser uno de nuestros objetivos como sociedad, sin duda, pero este reto es diferente al sexting.

La adolescencia suele estar vinculada al despertar sexual por los propios cambios físicos y psicológicos que se producen, así como por una curiosidad propia de la etapa. Pensemos en nosotros mismos con 13, 14 o 15 años. ¿Justifica esto el envío de fotografías sexuales a través del smartphone? Por supuesto que no, pensemos que Internet es una herramienta en la que también se comparte esa curiosidad, eso sí, en la que las consecuencias se amplifican con un enorme altavoz. Una vez una niña me dijo que tenemos que tener cuidado de lo que enviamos en WhatsApp porque “todo lo que hay en Internet se queda en Internet y lo podría ver nuestra futura pareja de verdad”.

Y no le falta razón, todo se queda en Internet. Sin embargo, en una cuestión concreta nos da mucho para pensar: ¿por qué podría verlo otra persona? Está claro que cuando ocurre suele deberse a que la persona receptora la ha compartido, bien sea en un corrillo de recreo o bar (también entre personas adultas), bien sea directamente en Internet. ¿Qué es lo perjudicial aquí? Siempre recurrimos a la expresión “Piensa antes de compartir” y me encanta. Pero en los dos sentidos: en el de la chica o chico que envía una imagen que se ha hecho, y en el de la chica o chico que comparte esa imagen sin su consentimiento. En la sociedad actual tendemos a culpabilizar a quien envía una fotografía o vídeo sugerente, mayormente a las chicas, incluso con adjetivos muy negativos, pero realmente, ¿quién traiciona la confianza de quién? ¿Acaso por poseer una imagen tenemos derecho a reenviarla o subirla a Internet? Imaginemos que ha sido un error, debemos respetarle y cuidarle, como nos gustaría que nos respetasen a nosotros. Si ha sido un envío deseado dentro del entorno de confianza e intimidad de una relación, la que sea, ¿por qué traicionarlo después? Volvemos al tema de siempre: no pongamos solo la mirada en defendernos, sino en no dañar a los demás. Por supuesto, el reto entre menores es mayor al estar en un proceso de maduración en el que el desconocimiento y la inexperiencia les pueda jugar una mala pasada (aunque echando un vistazo a nuestro alrededor nos vendría bien a todos, incluidas las personas adultas):

  • educar en entender qué son y cómo funcionan las relaciones de pareja
  • formar en qué es intimidad y su diferencia con la privacidad
  • conocer qué es y cómo se desarrolla la identidad digital
  • valores para la comunicación en Internet: respeto a uno mismo y a los demás
  • aprender a diferenciar oportunidades y riesgos de la Red

Es importante educar en este tema y, posteriormente, entender que poseer y/o compartir imágenes sexuales de menores pueden ser delito. Eso sí, esto lo dejamos para especialistas en leyes, como el fiscal de Barcelona que comentaba en la I Jornada de ciberdelincuencia y cibervictimización en la Universitat Internacional de Catalunya (UIC) que “estamos inundados de delitos de sexting”. Para temas legales explicados a menores podéis acceder a la guía Sé legal en Internet de la Agencia Española de Protección de Datos.

Por otro lado, si bien existe el riesgo de que cualquier imagen quede a la vista de todos en Internet, en esto de los riesgos, más que el sexting, encontramos la sextorsión. Esto es un verdadero problema que puede ocurrir entre menores y personas adultas: sin distinción. En Navarra la Policía Nacional está investigando una veintena de denuncias por este motivo. El pasado 13 de marzo durante la Donostia Cyber Sec en Tabakalera, pudimos conocer diferentes casos de la mano de Manu Viota, jefe de la sección de Delitos Informáticos de la Ertzaintza. Además, explicaba que la única solución, la llave maestra para estos casos, es hablar y comunicar lo sucedido. Sextorsión es el hecho de que una persona sea chantajeada con una imagen o vídeo de sí misma con contenido sexual que ha sido previamente compartida mediante sexting. La persona abusadora solicita más imágenes, dinero u otra contrapartida con la amenaza de difundir esas imágenes en la Red. Como decíamos anteriormente, la persona abusadora es la que chantajea y presiona para el envío de fotografías o vídeos, nunca quien envió la primera imagen será la culpable. Estas extorsiones se pueden dar entre personas conocidas, parejas, exparejas o personas del entorno de la víctima; también entre personas que se han conocido únicamente a través de la Red e incluso entre delincuentes que se especializan en este tipo de engaños. Puedes ver el reportaje Sextorsión: el juego más sucio de la Red realizado por Sinfiltros sobre las mafias de este tipo de chantajes. La Policía calculaba en 2014 que solo se denuncian tres de cada diez casos y parece que la clave, como comentaba Manu, es hablar, comunicar e incluso hacerlo público.

La línea que delimita el sexting y la sextorsión es muy fina, pero quizá se pueda orientar en la formación en intimidad y respeto, donde las personas desconocidas no entren en juego, como no entregaríamos una fotografía nuestra a la primera persona que pasa por la calle. Pensemos y no culpabilicemos a la víctima. Pensemos y respetemos a los demás.

La mejor configuración de la privacidad somos cada persona. Lo que digamos y compartamos o no sobre nosotros y los demás. Así, la diferencia entre privacidad e intimidad es básica para promocionar la seguridad en Internet y, aunque podemos incluir s

Para leer este contenido exclusivo, debes tener una suscripción en
Diario de Navarra
Tipos de suscripción:
  • Web + app (0,27€ al día)
  • Versión PDF
  • Periódico en papel
Mereces información de calidad, sin límites