Volkswagen Navarra reclama más potencial femenino
La planta de Landaben apenas cuenta con un 12% de trabajadoras entre sus filas. Quieren acercar la Formación Profesional técnica a las alumnas
- Belén Armendáriz
Duro, arduo, monótono, sólo para hombres... Existe en la sociedad una clara diferenciación entre trabajos masculinos y trabajos femeninos. Defecto cultural, probablemente, pero está ahí, aún cuando la realidad poco o nada tiene que ver con estos estereotipos. La única vía para romperlos pasa por conocer de primera mano en qué consiste cada trabajo y qué habilidades requiere. Y en ello está ahora Volkswagen Navarra. Se trata, confiesan desde la planta de Landaben, de un asunto de “responsabilidad social”. Sea como fuere, lo cierto es que la factoría busca ser atractiva para las jóvenes. Sí, las. Porque ellos ya conocen las posibilidades de empleo de la mayor empresa navarra en cuanto a número de trabajadores.
De los 4.542 empleos que genera Volkswagen, sólo 551 son mujeres (el 12,1%). Si se tienen en cuenta sólo los empleos directos, que suman 3.453, el porcentaje sube ligeramente hasta el 12,4%, con 430 trabajadoras en plantilla. La cifra, además, tampoco mejora mucho a nivel del grupo. De sus 600.000 trabajadores repartidos por todo el mundo, sólo el 15,7% lo son. “Nuestro director de recursos humanos a nivel internacional quiere potenciar las mujeres en la fábrica, no como una cuestión de cuotas, sino por necesidad. Es bueno que haya mujeres en todos los ámbitos y, además, también nosotras somos compradoras de vehículos”, reconocía Susanne Dellit, directora de RRHH en Landaben. Lo hacía ante varias decenas de chicas, todas ellas estudiantes de 4º de ESO en el instituto Mendillorri, en una visita encaminada, precisamente, a despertar su curiosidad por las labores relacionadas con la automoción.
La planta navarra ha organizado este mes de abril dos citas de este tipo, siempre dirigidas a chicas de últimos años de Secundaria y Bachiller, bajo el lema Volkswagen Navarra, ¿por qué no?, para que conozcan la opción de la Formación Profesional en estas ramas más técnicas y su aplicación práctica sobre el terreno, además de las posibilidades de empleo. “La fábrica tiene futuro. Acabamos de celebrar el 50 aniversario y estamos preparando el lanzamiento del nuevo Polo para 2017. Y, además, tenemos una plantilla bastante estable. Hace más de una década que no hemos sufrido ningún expediente de regulación de empleo y, a modo de ejemplo, alrededor de 600 trabajadores celebran este año sus 25 años en la empresa”, argumentaba Dellit.
Desde el servicio de Formación Profesional del departamento de Educación del Gobierno de Navarra, Paxi Martínez, reconocía que el Ejecutivo y los centros educativos llevan años trabajando “para abrir la mente hacia los grados técnicos”. “Las chicas hoy en día se encaminan, sobre todo, a los ámbitos sanitario, educativo y de administración de empresas”, recapitulaba. De ahí que acogieran de buen grado la invitación de Volkswagen Navarra, “para acabar con el estereotipo del buzo y la grasa”. “Espero que os sirva para ampliar vuestras oportunidades de elección y tengáis una visión más actualizada y realistas de estas profesiones”, invitaba.
CINCO ESPECIALIDADES
La planta busca fundamentalmente cinco tipos de profesionales especialistas, tal y como apuntó Daniel Ágreda, responsable de Formación en la Volkswagen Academy: “Son tres grados superiores: automoción y robótica industrial; mecatrónica; y diseño de fabricación mecánica; y dos grados medios: electromecánica del vehículo y carrocería”.
Y, aunque pocas, ya cuentan con algunas mujeres en plantilla con estos perfiles. De hecho, fueron ellas las que se encargaron de explicar en qué consistía su trabajo a las estudiantes, en una visita a la fábrica, en la que conocieron los talleres de chapistería, prensas y montaje. “Yo empecé de operaria y ahora estoy de conductora de instalaciones. Me encargo del mantenimiento instantáneo; de que los más de 3.000 puntos de soldadura que tiene un vehículo estén bien ”, contó Sonia Canarias, en el taller de chapistería. “Hice electrónica y técnico de sonido y, de verdad, os animo a que estudiéis una FP técnica porque gracias a ello yo estoy hoy aquí”, animaba. Su trabajo, insistía, lo hace “igual que un chico”. Además, la automoción actual poco tiene que ver la de hace décadas. Sin ir más lejos, en chapistería hay 620 robots, que hacen buena parte del trabajo.
Entre el sonido acompasado de las prensas, que dan forma a las finas láminas de metal que componen la carrocería, Evelyn Stroehle, encargada de dirigir la visita, destacó que en esa sección, la empresa necesita matriceras, “personas que se encargan de fabricar y mantener los moldes”. “Y para eso no se requiere fuerza bruta, sólo visualización y detalle y de eso nosotras sabemos mucho”, arengó.
Montaje es uno de los talleres más grandes de la planta, con 1.400 personas en plantilla trabajando a tres turnos para fabricar un coche cada 54 segundos. Allí, la presencia de mujeres es mayor, reconocen desde la dirección, pero en trabajos de cadena. “Nosotros queremos que lleguen a puestos más cualificados”, confesaba Susanne Dellit. Una de ellas es Olivia Barandalla, GRC en montaje. “También empecé de operaria hace 13 años y he pasado por distintos puestos, hasta el actual, en el que nos encargamos de chequear que las características que se habían pedido para el coche se cumplen, que tenga todas las piezas correctas, según las peticiones del cliente”, explicó, al tiempo que mostraba su satisfacción con la empresa: “Se aprende mucho y te da muchas oportunidades”. Dentro del taller de montaje hay varios perfiles de FP especialmente demandados, apuntaron desde la factoría: GRC, electricidad, mecánica y guarnecido.
DE PRIMERA MANO
Además de ver, las estudiantes pudieron coger herramientas y ponerse ‘manos a la obra’. En unos talleres de habilidades, pudieron probar algunos de los trabajos que se realizan en la planta. Atornillaron tornillos, colocaron piezas en movimiento simulando una cadena en avance, e instalaron masilla siguiendo los dibujos marcados (líneas rectas, círculos, zigzag...), entre otras tareas. Unas con más éxito que otras, pero todas se mostraron divertidas y sorprendidas, porque se les daba especialmente bien o porque vieron que, aunque entretenido, no era lo suyo. A Oihana Santiago Segura y a Leire Martínez Merino, ambas de 15 años, les pareció una experiencia muy positiva. “La verdad es que me gustaría trabajar aquí. No me lo imaginaba tan grande y tan sencillo a la vez”, apuntaba Oihana. Leire, además, tiene a su padre trabajando en la fábrica. “No tenía pensado estudiar esto, pero ahora me lo estoy planteando”, reconocía. También Itziar Iraieta Iturria estaba replanteándose su futuro formativo: “Me lo imagina diferente. Conociéndolo de cerca puedo planteármelo como una posibilidad de empleo”. La sorpresa era generalizada. “No pensaba que me iba a gustar tanto. Tenía un pequeño gusanillo y creo que me apuntaré a Electromecánica”, aseguraba Rocío Calderón Fernández.
Sus compañeras Irune Caballero Gómez y Paula Cabezón Echeverría tenían ya la mente puesta en estudiar Ciencias de Salud, pero no dudaron en coger un destornillador y una pistola de masilla. “Creía que este trabajo sería más aburrido”, confesaban. Naiara Burgos Blanco, por su parte, descartaba ya desde el principio trabajar en cadena: “Soy muy lenta, no serviría. Pero la pintura se me ha dado mejor”. Quizás una señal de ese Bachiller Artístico que quiere cursar.
Duro, arduo, monótono, sólo para hombres... Existe en la sociedad una clara diferenciación entre trabajos masculinos y trabajos femeninos. Defecto cultural, probablemente, pero está ahí, aún cuando la realidad poco o nada tiene que ver con estos
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