Fabio Purroy Huici, ingeniero mecánico en Noruega
El país escandinavo le había inspirado una intensa curiosidad desde que era pequeño a través de los documentales y en cuanto acabó la carrera no pudo resistir la llamada de “esas tierras misteriosas y salvajes del norte”
- Carlos Lipúzcoa
Esta no es su primera estancia en Noruega, ya que estuvo trabajando allí varias veces aprovechando las vacaciones veraniegas mientras cursaba sus estudios de Ingeniería Mecánica en la Universidad Pública de Navarra. Fabio Purroy Huici (Pamplona, 1996) reconoce que siente un vínculo especial con el país escandinavo desde que era niño y por sus muchas aficiones relacionadas con la naturaleza: pesca de salmón y trucha, cicloturismo y esquí de montaña y travesía. Un paraíso para el deporte que tiene como reverso una profunda y molesta soledad para personas que, como él, provienen de entornos más sociales y bulliciosos.
Según percibe, los noruegos son personas exquisitamente educadas y cívicas, pero, al mismo tiempo, muy reservadas y nada espontáneas. “Es una cultura que mantiene mucho la distancia social, no solo con extranjeros sino también este ellos mismos. Los círculos son muy cerrados y resulta extremadamente difícil entrar en ellos”, relata. Fabio Purroy explica que, de base, los escandinavos sufren de cierta “ansiedad” a la hora de relacionarse con otras personas. Ello provoca que todo acto social “ha de estar pactado previamente, casi con un contrato”. Por lo general, la gente joven de entre veinte y treinta años se reúne los sábados para beber alcohol “como si no hubiese un mañana”. “Ahí es cuando te hablan y son tus mejores amigos, pero al día siguiente actúan como si no te conocieran”, lamenta.
IGNORADO EN SU PROPIA CASA
Este temperamento adquiere tintes particularmente agudos en lugares como Haugesund, la localidad de 36.500 habitantes situada en la costa oeste al sur de Noruega en la que reside actualmente. Su gente pasa el tiempo “sola y callada”, una actitud que, para un español, le lleva a padecer situaciones que rayan en “comportamientos raros que rozan lo maleducado”. Son experiencias que vive en carnes propias semana tras semana, pero que en ocasiones especiales resultan más dolorosas. Así le sucedió durante la celebración del día nacional de Noruega, una efeméride en la que es costumbre vestirse con trajes tradicionales y organizar un desayuno con amigos y familiares que deriva en una fiesta durante el resto de la jornada: “Por entonces, compartía casa con dos chicas noruegas de 23 años. El día anterior comenzaron a preparar la mesa para el desayuno y me preguntaron si me importaba que viniesen otras cinco amigas más. Por supuesto, contesté que no había inconveniente. Pero luego observé las tarjetas sobre los platos con el nombre de cada participante y, para sorpresa, no había ninguna con el mío. ¡No estaba invitado en mi propia casa!”. Tuvo que pasar el día visitando los actos organizados por la ciudad y solo a la vuelta, cuando la ingesta de alcohol había atenuado las barreras culturales, le invitaron a unirse.
“No lo hacen a mala idea ni mucho menos, simplemente no saben cómo gestionarlo. Siempre pienso que este comportamiento podría servir para una tesis en Psicología”, razona. Pese a que cuesta acostumbrarse, Fabio Purroy asegura que hay suficientes estímulos que le compensan seguir allí: “Por ahora no tengo fecha de vuelta. Este es un país que me gusta mucho y quiero exprimirlo al máximo. Algo me dice que se avecinan tiempos precarios en España y aquí tengo una oportunidad sin igual para desarrollarme personal y profesionalmente”. El mejor antídoto contra la deprimente soledad consiste en “estar al aire libre el mayor tiempo posible” incluso si hace mal tiempo.
Este pamplonés de 26 años trabaja desde marzo de este año como ingeniero de energía en el departamento de investigación y desarrollo de la empresa Autostore As, dedicada diseñar y fabricar sistemas robóticos y automatizados para almacenamiento e inventario. Una de las principales fortalezas de Noruega son los salarios, que triplican la cifra habitual para alguien con su experiencia en Navarra. “Además conoces a gente asombrosa con estilos de vida nada comunes. Stein Gunnar es un reconocido y respetado escalador de Noruega. Compatibiliza vivir en su furgoneta y escalar con su trabajo como desarrollador de sistemas en la misma empresa en la que estoy”, comenta.
Destaca también el “espíritu de esfuerzo y superación de la gente joven” entre los que es habitual “trabajar duro, buscarse metas ambiciosas, emprender sus propias ideas o negocios”.
Hermanos: Berta Purroy Huici, 20 años. Estudiante de ADE Internacional en la UPNA.
Padres: Carlos Purroy González, escultor, y Marta Huici Unzu, ama de casa y presidenta de la Fundación Laguntza.
Estudios: Hasta Bachiller, en Jesuitas de Pamplona. Graduado en Ingeniería Mecánica en la Universidad Pública de Navarra.
Lugar de trabajo: Trabaja en las instalaciones de Autostore As en Husøy, una pequeña isla donde hay un centro de test y desarrollo. Allí desarrolla un proyecto de almacenes con temperatura controlada.
Esta no es su primera estancia en Noruega, ya que estuvo trabajando allí varias veces aprovechando las vacaciones veraniegas mientras cursaba sus estudios de Ingeniería Mecánica en la Universidad Pública de Navarra. Fabio Purroy Huici (Pamplona, 1996
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