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Opinión

Un marco laboral ante la revolución digital y la precariedad juvenil

Pablo Allende Cedida

Es previsible que el Parlamento Europeo apruebe en las próximas semanas una iniciativa que fuerce a las instituciones europeas a regular un nuevo marco de calidad para los períodos de prácticas. Es decir, que los más jóvenes, quienes en su mayoría se enfrentan a un período de prácticas durante sus estudios, entren en el mercado laboral y tengan sus primeras experiencias en un entorno justo y remunerado. Ya en febrero de 2021, el Parlamento aprobó mayoritariamente una resolución que condenaba las prácticas no remuneradas como una forma de explotación.

En los últimos días también hemos conocido que nueve de las mayores empresas tecnológicas del mundo han anunciado alrededor de 75.000 despidos. Mientras tanto, Microsoft, que ha anunciado el despido de 10.000 empleados, invertirá 10.000 millones de dólares en la herramienta de inteligencia artificial ChatGPT, el sistema que responde a cualquier pregunta. Este tipo de inversiones marcan el inicio de una nueva era en el campo tecnológico, que tenía en los jóvenes a su principal nicho de mercado para captar talento y vender sus productos.

La evolución del mercado laboral, la dificultad de acceso a él por parte de la juventud y el impacto de la tecnología requiere de una actualización de los derechos laborales. El propio concepto de trabajo y de empresa están siendo de alguna forma desafiados por la continua transformación tecnológica y por las nuevas prioridades y preocupaciones de las personas. En este sentido, la clave para mantener el sistema es que las personas seamos capaces de trabajar con las máquinas y con los algoritmos y de no expulsar a las generaciones más preparadas.

En este contexto de despidos, es destacable que las instituciones europeas se encuentren trabajando en un nuevo derecho laboral que afecta directamente a los jóvenes, el segmento de la población que más precariedad sufre y con más dificultades: eliminar las condiciones precarias en las prácticas. ¿Es posible que la generación que más se ha preparado y que comprende mejor que ninguna las nuevas herramientas digitales se encuentre ante “la gran sustitución”? Hace años se nos dijo a los estudiantes que la gran mayoría de los trabajos estarían automatizados y quienes estuvieran menos educados se expondrían a ello.

El 37% de los europeos se encuentra entre los 16 y los 44 años. Son las generaciones que más han vivido el proyecto europeo, en especial en los países que salieron de las dictaduras como España, Portugal o Grecia. Podríamos denominarlas como las generaciones de la democracia europea, las que han vivido desde la instauración del Espacio Schengen a la entrada del euro o la implantación total de los programas Erasmus.

Es importante subrayar la importancia de esta parte de la población ya que cada vez va a tener un mayor peso en la sociedad y en el futuro de la construcción europea. Por ello, si la transformación de los modelos de negocio y de la economía les impacta directamente buscarán una respuesta en las instituciones y ello exigirá una reflexión desde las instituciones europeas sobre cómo vamos a regular las condiciones de trabajo en la etapa digital. El mercado laboral se agita sobre el sector juvenil y en la agenda pública surgen debates sobre nuevos derechos: la regulación del teletrabajo o la semana laboral de cuatro días.

El sentimiento de ser escuchados por los decisores públicos forma parte de la democracia. Es intrínseca a ella el hecho de ser actualizada constantemente de forma que, como en el reconocimiento de las prácticas remuneradas, hay una escucha y una actualización. Esto acerca a quienes se benefician de este derecho. Por cierto, la democracia es una excepción, solo el 8% de la población mundial vive en una, según The Economist, así que cualquier mejora sobre las nuevas generaciones es una mejora para el proyecto europeo.

Pablo Allende es economista y asesor de Relaciones Institucionales de Equipo Europa

Es previsible que el Parlamento Europeo apruebe en las próximas semanas una iniciativa que fuerce a las instituciones europeas a regular un nuevo marco de calidad para los períodos de prácticas. Es decir, que los más jóvenes, quienes en su mayoría se

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