BeePlanet, una joven empresa navarra que en 5 años ya cuenta con 30 empleados
Se trata de una joven empresa navarra que en solo cinco años ya cuenta con treinta trabajadores. Creada por tres ingenieros, afronta este año un plan de expansión internacional y aspira a seguir creciendo al calor de las crecientes ventas de vehículos movidos a pilas
- Carlos Lipúzcoa
El potencial de crecimiento de BeePlanet, compañía navarra dedicada a dar una segunda vida a las baterías usadas de coches eléctricos, es colosal. Apenas están empezando a rascar la superficie de un negocio que irá de la mano del paulatino aumento de las matriculaciones de este tipo de vehículos. Basta con saber que esta empresa, nacida hace cinco años en el vivero del Centro Europeo de Empresas e Innovación de Navarra (CEIN), instaló ocho MWh de almacenamiento durante el año pasado, el equivalente a reutilizar las baterías de unos 150 coches eléctricos, mientras que solo en España se matricularon 36.452 turismos movidos a pilas. Precisamente este año, BeePlanet está enfrascada en una apuesta por su “escalabilidad” e “internacionalización”, según explican Jon Asín Muñoa, director general, y Agustín Idareta Iribarren, director de operaciones. Ambos dos, también cofundadores de la compañía junto con Carlos Llonis Irigoyen, tienen una fe inquebrantable en el producto que fabrican y defienden que hay mimbres suficientes para cimentar este crecimiento. No en vano, tanto Asín como Idareta cuentan con una dilatada experiencia profesional como ingenieros en automoción y energías renovables. El primero entró en Ingeteam en 2008 para desarrollar la línea de negocio de los cargadores para vehículos y llegó a ser presidente de la Asociación de Empresas Innovadoras de la Infraestructura de Recarga del Vehículo Eléctrico, mientras que el segundo estuvo durante veinte años en la fábrica de TRW dentro del departamento de compras y logística.
Este bagaje les sirve para plantear un modelo de negocio con el que tender “un puente entre la industria del automóvil y las energías renovables”, ya que pueden aprovechar las baterías desechadas de aquellos coches eléctricos que ya han cumplido su ciclo de vida para fabricar sistemas de almacenamiento para instalaciones fotovoltaicas. “Nos dimos cuenta que había una oportunidad y lo estuvimos analizando de manera informal al principio, pero luego ya decidimos darle formato serio y lanzarnos a por ello”, relatan. Cuentan con que aproximadamente se pueden aprovechar algo menos de la mitad de estas baterías usadas, lo que aun así supone un enorme volumen de materia prima para atender casi cualquier necesidad que plantee el mercado tanto a nivel doméstico como comercial e industrial. Su actual cartera de productos incluye almacenamiento de 4, 8 y 12 kWh para hogares, capacidades que aumenta a entre 46 kWh y 1 MWh para empresas. Para confeccionar sus sistemas de almacenamiento también cuentan con las baterías que provienen de “rechazos de línea” en las factorías o “repuestos que se han quedado obsoletos”. BeePlanet va incorporando personal poco a poco y ya cuenta con 30 empleados. Con solo un lustro de antigüedad, puede presumir también de formar parte del proyecto Future: Fast Forwardliderado por Seat y Volkswagen. “Para nosotros es una oportunidad de trabajar con mucha gente. Maridamos bien con las empresas energéticas, que son clientes, y con las empresas de automoción, que son proveedores. Eso es una virtud ya que comprendemos y tenemos experiencia en ambos sectores”, comentan.
Actualmente están cerrando acuerdos para tener acceso a baterías “en todos los continentes” de cara al futuro. La idea es aprovechar la presencia de fabricantes de coches en distintos países del mundo para reutilizar sus baterías siempre que haya demanda para soluciones de almacenamiento en esos mercados. Paso a paso, BeePlanet ya tienen desplegadas baterías por toda España, lo que les ha servido para ganar experiencia, y a partir de este año prevén dar el salto a “Portugal, Italia y Francia” con la idea de avanzar “como una mancha de aceite”. Así, buscan instalar estos equipos en un radio de acción “medianamente cercano”, ya que, a pesar de que se pueden gestionar en remoto, siempre es mejor para ofrecer soporte. Las ventas internacionales plantean nuevos retos en el ámbito normativo por las peculiaridades de cada país, lo que obligará a hacer “pequeños retoques” en el producto. “Tenemos algo que va a tener éxito en muchos mercados”, afirma con confianza Jon Asín, que añade que BeePlanet está “desarrollando tecnología desde Pamplona para todos estos mercados”. Consideran que hay un gran potencial para ayudar a la instalación de cargadores rápidos en lugares aislados que no están conectados a redes de alta potencia. Las soluciones de almacenamiento permiten acumular la cantidad de energía necesaria para que, cuando un automovilista precise una carga ultrarrápida, esté disponible incluso en los parajes más recónditos. Otra aplicación es para ayudar a aquellas empresas con instalaciones de autoconsumo a mejorar el rendimiento que obtienen. Así, gracias a las baterías, es posible pasar de cubrir el 30% de las necesidades energéticas a alcanzar hasta el 75%, aunque esta ganancia depende mucho de las circunstancias particulares de cada caso.
FIABILIDAD PARA EL CLIENTE
Dentro de su plan de crecimiento internacional, todavía no tienen claro si serán ellos quienes fabriquen y vendan los equipos o si licenciarán su tecnología para terceros. El valor añadido de BeePlanet reside de inicio en la capacidad para diagnosticar las baterías usadas, de forma que pueden determinar si serán utilizables y qué aplicación darles. A eso se añade la electrónica y el software de gestión para la carga y descarga, ingredientes clave para poder dar la misma garantía que un producto hecho con baterías nuevas. “Como mínimo damos cinco años y en algunos productos puede llegar incluso a siete años. Pero luego la vida útil va mucho más allá y pueden alcanzar más de 10 años e incluso 15 años de uso”, destacan. Una de las ventajas de confeccionar sus sistemas de almacenamiento con baterías de automoción es el elevado nivel de calidad que esa industria exige en comparación con otras finalidades. Están diseñadas para funcionar en climas tan extremos como “Noruega o Argelia” y deben tener una altaresistencia a la degradación. Pese a ello, la durabilidad de las baterías depende mucho del uso que se les haya dado y pasa como con los teléfonos móviles, cuya autonomía va decayendo con el paso de los años. “Si sacas o metes mucha potencia, se calientan y pierden capacidad más rápido”, explica Agustín Idareta.
Todo ello forma parte del saber hacer de BeePlanet. Esa capacidad demostrada para diagnosticar la usabilidad de las baterías y diseñar una electrónica que pueda aprovecharlas y estirar su vida útil es la llave que les ha abierto las puertas para colaborar con los grandes fabricantes de coches. Todo empezó con un acuerdo con Nissan parareutilizar las baterías de su modelo Leaf. La marca nipona compartió con BeePlanet información técnica de las mismas que dio pie a investigar sus capacidades. Aquella primera experiencia funcionó y sirvió de trampolín para demostrar la viabilidad del producto, lo que les proporcionó la reputación suficiente como para llegar a acuerdos con Mercedes-Benz a finales de 2020 y, posteriormente, con Stellantis. “Sabemos de cómo hacer un producto de almacenamiento y cómo venderlo y darle servicio. Estamos consiguiendo que nos tomen en serio pese a los pequeñitos que somos”, presumen. Es una trayectoria fulgurante que pasó de ser un mero “power point” hace cinco años a materializar un prototipo dos años después y lograr comercializar 8 MWh de soluciones de almacenamiento durante 2022.
MÁS VOCACIONES PARA INGENIERÍA
Poco a poco va cuajando un proyecto empresarial que abandonó hace pocos meses las instalaciones de CEIN para ubicarse en las antiguas oficinas de Kayaba Steering Spain en Orkoien, la nueva sede que BeePlanet inauguró oficialmente el pasado jueves. Gran parte de lo logrado en estos cinco años lo atribuyen a la formación que recibieron en la Universidad Pública de Navarra (UPNA), donde Asín obtuvo un grado de Ingeniería de Telecomunicaciones e Idareta, un grado de Ingeniería Industrial. Es por ello que estos dos emprendedores reivindican la importancia de impulsar la formación superior en ingenierías y la creciente escasez de estos profesionales. “Para las ofertas que presentamos vienen pocos candidatos. Acuden cinco o seis y todos destacan que cuentan con otras ofertas, así que hay que pelear bastante para que se queden”, reconocen. Una de las razones del traslado a las nuevas oficinas, que cuentan con una vistas envidiables de Pamplona, es precisamente que sirva “de faro” para atraer el talento. Tanto Asín como Idareta animan a los jóvenes a que elijan alguna ingeniería, una formación que permite llevar una vida “razonablemente cómoda” para las personas sin demasiadas ambiciones y que tampoco “pone límites” a quienes aspiren a grandes metas. Admiten que juega en contra la demografía, ya que se ha pasado de formar “dos clases de 60 alumnos” a principios de los 90 a una sola aula con apenas “25 estudiantes” en la actualidad.
Nacida en 2018, BeePlanet fue creación de tres ingenieros navarros: Jon Asín Muñoa, Agustín Idareta Iribarren y Carlos Llonis Irigoyen. Su nombre evoca varios significados. El más obvio, debido principalmente al logotipo, es la abeja, un insecto que destaca por su capacidad de aprovechar los recursos y su gran eficiencia, y el planeta. Pero también es un juego del imperativo ‘be’ y el ‘eplanet’ en un juego de palabras que aboga por la electrificación. Con un capital inicial de 75.000 euros, la propiedad actualmente es mucho más amplia y está integrada también por Sodena, el fondo de inversión ENION Venture Partners o la entidad de la Comisión Europea EIT InnoEnergy. Actualmente cuenta con 30 empleados y facturó el año pasado casi tres millones de euros. A lo largo de su breve historia ha instalado 50 proyectos de almacenamiento y dispone de una cartera de clientes integrada por 30 entidades, de las que “seis cotizan en los principales índices bursátiles”. BeePlanet ha desarrollado más de 15 proyectos de I+D+i y ha registrado una patente internacional en 2021.
Sus promotores creen que aparecieron en el momento justo: “Tres años antes hubiera sido demasiado pronto y tres después, muy tarde”. Precisamente la apuesta de los grandes fabricantes por los coches eléctricos desde 2018 ha dado alas a su actividad. “El coche de baterías tuvo una expectativa inicial demasiado alta allá por 2010. Todo parecía que iba a ir súper rápido, pero pinchó la burbuja y estuvo unos cuantos años en letargo. No había prácticamente modelos nuevos, pero desde 2018 realmente ha acelerado”, relatan.
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