Ékolo: zumo de fruta ecológica envasada en Arróniz
Esta pequeña empresa lleva una década y media exprimiendo productos de temporada sin ningún aditivo, una gama que ha ampliado con el paso de los años con mermeladas, tomate frito y otras conservas
- Carlos Lipúzcoa
Años antes de que comenzara la fiebre por la sostenibilidad medioambiental y la preocupación por una alimentación sana, un puñado de emprendedores puso en marcha en Arróniz una iniciativa para producir aceite de oliva ecológico y zumos 100% naturales sin ningún aditivo. Ékolo es una pequeña empresa que inició su andadura en 2006 tras realizar una inversión de 2,4 millones de euros y recibir una subvención de 434.605 euros. Dedicó sus dos primeros años de existencia a investigar la mejor forma de elaborar sus zumos sin necesidad de emplear cámaras frigoríficas y para aprovechar al máximo los productos agrícolas de temporada de las zonas circundantes a la fábrica.
“Estuvimos elaborando distintos productos hasta que, una vez se consiguió la calidad que se pretendía, pasamos a automatizarlos sin perder su artesanía”, destaca Ana Álvarez Erice, directora comercial de Ékolo. Las propias instalaciones de la empresa, que ocupan una superficie construida de 2.400 metros cuadrados de una finca de 16.000 metros cuadrados, fueron diseñadas para aprovechar al máximo la luz solar y están cubiertas con una “capa vegetal de medio metro” que hace de aislante “tanto en verano como invierno”, según explica el gerente de Ékolo, José Antonio Echeverría Unanua. Gracias a ello se reduce sustancialmente el consumo energético para reducir al mínimo las emisiones, lo que se complementa mediante la producción de 77 kW de energía solar mediante paneles en el techo.
Con una plantilla actual de 13 trabajadores y 5 colaboradores, Ékolo ajusta su producción a la disponibilidad de las frutas de temporada y su grado óptimo de maduración, para lo que es necesaria una perfecta sincronización con los productores agrícolas, que solo recolectan la fruta cuando toca y se procesa el mismo día. “Compramos buena fruta fresca para hacer un buen producto final que es 100% natural”, sintetiza Ana Álvarez. Tan pronto llega la materia prima hasta la empresa, se descarga para comenzar a exprimirla sin demora. La fábrica está dispuesta sobre una pendiente y los camiones depositan la fruta en la parte más elevada, de forma que la propia gravedad permite que el producto fluya por la línea de producción sin la necesidad de emplear bombas, lo que redunda también en un menor consumo energético. La obtención del zumo se limita a exprimir la materia prima sin aportarle ácidos cítricos ni ascórbicos. Tampoco se le añade agua, azúcar o ningún tipo de edulcorante. “El proceso debe ser lo más rápido que se pueda para que el producto sufra lo imprescindible y mantenga todas las propiedades organolépticas del sabor o el color”, señala la directora comercial. Para garantizar su conservación sin frío, finalmente se le somete a una pasteurización “flash” que provoca una alteración mínima. La idea es procesar lo menos posible la fruta con el objetivo de mantener “intactas” la mayor parte de sus propiedades naturales de origen.
Aunque su cartera de productos inicial se ceñía a los zumos y el aceite, Ékolo fue ampliándola años después con purés, mermeladas, tomate frito y conservas vegetales de todo tipo, desde los clásicos como el espárrago de Navarra y el pimiento de Lodosa hasta otros más sofisticados como las setas Shii-Take o los básicos guisantes, legumbres, espinacas, alcachofas, champiñones o maíz. Los 15 años que Ékolo lleva comercializando sus productos avalan la solidez de su propuesta comercial, aunque sus responsables reconocen que llegar hasta aquí no ha sido fácil. Para empezar, la empresa se dio de bruces con la crisis financiera de 2008 en pleno despegue, lo que condicionó parcialmente sus planes iniciales como la apertura de un restaurante propio en el que iban a servir comida elaborada con sus productos. Ha sido necesaria una continua exploración del mercado a lo largo de los años para buscar nuevas oportunidades de negocio.
EL PRECIO DEL VIDRIO SE DISPARA
Tampoco son ajenos a las actuales complicaciones inflacionarias que comenzaron durante la pandemia y se agravaron con la invasión rusa a Ucrania. El aumento de la factura de la electricidad no ha supuesto un problema muy serio gracias a la capacidad para generar parte de sus necesidades con los paneles solares, pero la escalada de los costes del vidrio de los envases y el acero de las tapas les ha obligado a trasladarlos parcialmente a los precios de sus productos. “El mercado del vidrio se ha caracterizado siempre por su gran estabilidad, pero llevamos dos años con aumentos de doble dígito, algo que no se había visto en la vida. Llega un momento en el que, bueno, la única solución que tienes es repercutirlo en el producto en la medida de lo posible, que no siempre puedes, y esa es la lucha”, reconoce José Antonio Echeverría.
El vidrio es un componente importante en la producción de Ékolo porque “es el único material 100% reciclable que, además, no tiene migraciones”, según explica el gerente de Ékolo en referencia a los componentes del envase que puedan pasar al producto. “Por ejemplo, no sabe igual una cerveza de lata que de botellín”, aclara. Fue a finales de 2021 cuando los fabricantes de vidrio y los proveedores avisaron de una más que previsible escalada de precios. Ello provocó que los clientes, entre ellos la propia Ékolo, aumentaran sus pedidos para hacerse con existencias y esquivar así el grueso de la subida que estaba por venir. Pero al hacerlo todos al unísono, colapsaron la capacidad de los vidrieros y alimentaron la espiral de precios. “A todo el mundo el entró el miedo e intentó aprovisionarse a la vez, lo que ha contribuido a acelerar las subidas”, admite José Antonio Echeverría.
Para una pequeña empresa como Ékolo centrada en gran medida en la elaboración de productos de temporada, una de las mayores dificultades es dar continuidad al suministro a los clientes. Una vez que estos los añaden a sus lineales, no pueden permitir que los zumos y conservas de esta empresa de Arróniz desaparezcan intermitentemente. Esa fue la razón para ampliar continuamente la familia de productos con los que también dar contenido a la fábrica a lo largo del año. Uno de los principales aliados de Ékolo para lograrlo son las naranjas procedentes de Andalucía, cuyas condiciones climática y la introducción de nuevas variedades permiten mantener el abastecimiento sin interrupciones.
Otra de las claves del funcionamiento de esta empresa es el cuidado de las relaciones con los agricultores para sintonizar los estándares de calidad. “Venimos trabajando desde hace muchos años con los mismos proveedores y ya te conoces. Estamos con ellos en los campos y visitamos los almacenes donde hacen la selección del producto. Es una relación del día a día para saber cómo está el producto”, dice José Antonio Echeverría. Con ello se logra lo que denominan “la calidad concertada” gracias a la que los agricultores aprenden qué variedades valen y en qué grado de maduración. Los productos de Ékolo también pasan por el tamiz de las grandes distribuidoras, que aleatoriamente analizan alguno de los envases para constatar que lo que se vende como ecológico realmente lo es.
“Todo tiene que estar controlado”, afirma el gerente. Precisamente para avanzar en este campo y abrirse paso en los mercados internacionales obtuvieron hace cinco años el certificado IFS (International Featured Standard), una normativa de aseguramiento de la calidad alimentaria. Supuso una transformación importante para la empresa, que tuvo que renovar toda la línea de producción y cambiar la forma de trabajar de la plantilla. “La maquinaria en su momento era muy artesanal y fue preciso reemplazarla”, indica Ana Álvarez. En la actualidad, entre el 13% y el 15% de la producción de Ékolo, cifrada en 1,8 millones de envases al año, se vende en el extranjero, sobre todo a Francia, Portugal, Dinamarca, Reino Unido y Países Bajos.
Esta pequeña empresa de productos ecológicos también lleva dos años distribuyendo sus productos a través de su página web (www.ekolo.es) y también de la propia Amazon, que contactaron con ellos para incluirles en su escaparate virtual: “Funciona muy bien, pero son también exigentes en la atención continua”. Ahora acaban de cerrar la compra de otro terreno en Arróniz para levantar un nuevo almacén logístico con una inversión de 800.000 euros y están analizando la posibilidad de instalar molinos eólicos para complementar a las placas solares para cubrir el consumo eléctrico durante los meses con menos luz natural.
Años antes de que comenzara la fiebre por la sostenibilidad medioambiental y la preocupación por una alimentación sana, un puñado de emprendedores puso en marcha en Arróniz una iniciativa para producir aceite de oliva ecológico y zumos 100% naturales
Diario de Navarra
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