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Lantz recibe a Miel Otxin

  • Uno de los carnavales más multitudinarios de Navarra se estrenó ayer con los más pequeños

Lantz recibe garzaron

E L desván de la Posada se convirtió en el refugio de los protagonistas de Lantz durante el domingo. El muñeco Miel Otxin, destinado a terminar en la hoguera, aguardó paciente junto a su versión adulta que arderá mañana. Ander Esáin Olagüe, de 20 años, se transformó en el bueno de Ziripot, ayudado por uno de los voluntarios del pueblo e Iñaki Aríztegui Calzado, de 25 años, quien más tarde se convirtió en el zaldiko.


"¿Agobio? Al principio sí, pero luego empiezas a sudar...", explicó Esáin, quien ocupó el cargo por sexta vez consecutiva y no reflejó intención de retirarse. El traje de Ziripot va relleno de helecho seco, recolectado en noviembre. "Así transpira y es más ligero", aclaró el voluntario. Los txatxos, niños la mayoría, ya que lo de ayer fue un aperitivo de lo que vendrá hoy y mañana, empezaron a prepararse un poco después. Una marea de color inundó el oscuro.


Maialen Irurita Oyategui, de 12 años, vive el carnaval de su pueblo desde los 5 años y lo que más le gusta es "pegar a la gente". Beñat, de 7 años, en cambio, se conformó con "pegar al zaldiko", tal y como aseguró con la escoba en la mano. Sus compañeros del colegio público Ermitaberri de Burlada, Egoitz, Jone e Imanol, todos de 4 años, tampoco quisieron perderse la oportunidad de desfilar por las calles de Lantz porque se lo pasan siempre "muy bien".



MÁS SEGURIDAD


Los organizadores decidieron tomar ciertas medidas de cautela a la hora de permitir el acceso al desván de la Posada. "Se subirá por turnos para que no bloqueen los pasos, porque solo hay una salida. Tampoco queremos prohibir la entrada, porque a todos nos gusta que nuestros amigos nos vean", garantizó el voluntario que ayudó a vestir a Ziripot.


Tras hora y media de preparativos, y una vez el zaldiko se puso su traje, los personajes del desfile abandonaron el edificio. Fuera les esperaban cientos de paraguas que resguardaron a los curiosos de la lluvia y del viento. Muchos se acercaron para disfrutar de uno de los actos más multitudinarios. Diego Herranz y Diana Villar, ambos de Pamplona y de 38 años, aprovecharon para conocer por primera vez el carnaval de Miel Otxin y compañía.


Los herreros, o 'arotzak', se unieron al desfile una vez todos estaban fuera, ya que es tradición que se preparen en otro edificio. El sonido de los cencerros de los txatxo acompañó a Ziripot, quien no pudo evitar caerse alguna vez por culpa del inquieto zaldiko. Ya en la plaza, esta vez sin lluvia, tras veinte minutos de marcha, los txatxos se despidieron de Miel Otxin al compás de un zortziko.

E L desván de la Posada se convirtió en el refugio de los protagonistas de Lantz durante el domingo. El muñeco Miel Otxin, destinado a terminar en la hoguera, aguardó paciente junto a su versión adulta que arderá mañana. Ander Esáin Olagüe, de 20 año

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