Timoteo Bonel, ablitero emprendedor y de gran corazón

El pasado 26 de enero fue sin duda el día más oscuro y triste de los que llevamos en el presente año, y no precisamente por la climatología adversa, sino al conocer la triste noticia del fallecimiento del querido amigo Timoteo Bonel y, casualidades de la vida, el día de su santo.

Con tan solo 68 años, terrible mazazo para su querida esposa Mamen; sus hijos Tania, Carlos, Iñaki y Cristina; y sus adorables nietas Ariane y Sara, que algún día sabrán quién fue su abuelo. Sin olvidarnos de su madre, Rosa, y su hermana Rosa Mari, siempre luchando contra las adversidades.

La noticia corrió como la pólvora y el pueblo de Ablitas quedó conmocionado, pues Timoteo era una persona muy querida. Fue jugador del CD Ablitense en su juventud y, años más tarde, presidente del club, al que llevó a cotas muy altas tanto deportivas como sociales, pues con él se llegó a la cifra de casi 1.000 socios, algo que nunca antes había ocurrido en la historia del equipo.

En su juventud, y junto con su padre, Santiago, creó mucha riqueza en Ablitas en unos años muy difíciles al abrir la empresa de conservas BONRU. Era un buen negociante por naturaleza, y sabía ganarse a su fiel clientela por su amabilidad y excelente personalidad.

Era amigo de todo el pueblo pero, sin duda, sus mejores momentos los disfrutó en su querida Peña Isasua, en la cual lo echaremos mucho de menos cada vez que, celebrando alguna cena o acontecimiento, veamos vacía la silla donde se sentaba.

Colaboraba en la parroquia en todo, codo a codo con el párroco, y ayudando a refugiados y gente necesitada. Casi nunca se enfadaba y derrochaba bondad por los cuatro costados, demostrándolo hasta el final con la donación de sus órganos y, de este modo, poder salvar la vida de otras personas. Así era Timoteo.

En su funeral, el más multitudinario visto en Ablitas, la gente le demostró el cariño que le tenía con un aplauso majestuoso cuando su féretro salió del templo. Muchas lágrimas y ojos sonrojados en su último adiós. DEP Timoteo Bonel.

El autor es amigo del fallecido