Horas críticas para salvar sus casas en Arguedas y Valtierra
Los vecinos de Arguedas y Valtierra se afanaron este domingo por limpiar sus viviendas tras el incendio del sábado. Todos se alegraron de poder retomar la normalidad, aunque la emoción por lo vivido el día anterior seguía muy presente
- M. T.
- Diego Carasusán
- Jesús Manrique
Sobre la mesa del comedor colocaron todas aquellas cosas a salvar de un fuego que amenazaba con entrar en la casa. Ahí estaban las escrituras de la vivienda, una caja con algunas joyas, y álbumes de fotos de las celebraciones familiares. Todo estaba preparado en esta parte de la casa, la más cercana a la calle, para rescatarlo en cuanto el fuego invadiera la vivienda. Afortunadamente, todo quedó en un enorme susto.
Este domingo, un día después de semejante situación, la arguedana Sofía Sanz Urzainqui contemplaba los objetos que poblaban la citada mesa y que habían dispuesto sus hijos. Ellos se encargaron de defender del fuego la vivienda, ya que sus padres se encontraban de vacaciones en un camping de Soria.
“Nos llamaron y nos dijeron lo que estaba ocurriendo, pero nos ordenaron que no viniéramos al pueblo hasta que pasara la noche para que no sufriéramos..., pero la verdad es que desde la distancia lo pasamos todavía peor al no saber qué estaba ocurriendo”, explicó Sanz, quien durante la mañana de este domingo, ya en Arguedas, se afanaba por limpiar y refrescar su vivienda, ubicada en la calle Sancho Ramírez. “Tras toda una vida trabajando, mi marido y yo levantamos esta casa para disfrutar de la jubilación. Y luego ves que, en pocos minutos, te puedes quedar sin nada”, indicó Sanz.
Ese mismo miedo fue el que experimentaron muchos vecinos de Arguedas y Valtierra que, durante la tarde del sábado, temieron que el fuego que se aproximaba a sus respectivos cascos urbanos llegara a alcanzar sus casas.
Las autoridades recomendaron el desalojo de los barrios de Sopeña y Sancho Ramírez de Arguedas (unas 20 viviendas), y de toda Valtierra. Para poder acoger a los afectados, las localidades de Cadreita y Castejón habilitaron sus polideportivosy otros espacios públicos para ofrecer comida, bebida y un lugar para dormir. Además, varios vecinos y el hostal Europa de esta última localidad abrieron sus puertas a todo aquel que lo necesitara. También fue desalojada la residencia de Valtierra. Sus usuarios fueron trasladados a Pamplona y este domingo regresaron a la localidad ribera.
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En cualquier caso, muchos arguedanos y valtierranos decidieron no abandonar sus viviendas para defenderlas del fuego. Así lo hizo el joven de Arguedas Rubén Mendi Vicente, quien reside junto a sus padres en una casa de la citada calle Sancho Ramírez. “La Policía Foral vino a desalojar las casas de esta zona más cercana a la peña pero, en cuanto vimos que la situación se calmaba, los vecinos regresamos para evitar que el fuego entrara en los edificios, porque por aquí no aparecieron los bomberos”, señaló Mendi.
La ausencia de los bomberos en el casco urbano de Arguedas fue también criticada por Donato Bronte, vecino de Barrio Nuevo, quien este domingo reconocía tener todavía “el miedo metido en el cuerpo”. “Cuando el fuego ya estaba a pocos metros de las casas, un montón de chavales del pueblo se subieron al monte para cortarle el paso. Los bomberos aún no han aparecido por aquí”, señaló.
Esta labor para atajar el fuego que fue realizada por varios voluntarios de Arguedas recibió los elogios de Fatima Laanaya, vecina de la calle La Peña. “En cuanto la situación se puso complicada, mi marido se unió a los voluntarios para evitar que el fuego entrase en las casas. Han sido los vecinos los que han luchado por su pueblo”, aseguró Laanaya.
Otra de las vecinas de Arguedas que durante la mañana de ayer intentaba devolver la normalidad a su vivienda fue Rosario Sanz Gárate, residente de la calle Val. Al igual que sus convecinos, la arguedana se mostró molesta por el hecho de que, “cuando el fuego estaba cerca de las casas, no hubiera personal profesional que pusiera orden”. “Mi nieto, junto a varios de sus amigos, se subieron al monte y cortaron 14 o 15 pinos para evitar que el fuego los alcanzase”, explicó Sanz, quien reconoció que “nunca en mi vida había pasado tanto miedo”. “Vivo aquí sola y, ahora, voy a vivir pendiente de que algo así se pueda repetir”, indicó emocionada, a la vez que alababa la labor realizada por su vecino Mohamed Tacebi, quien también subió al monte a luchar contra el fuego.
Otro de los que vivió el sábado una jornada de mucha tensión fue el responsable del albergue de la ermita del Yugo, Manuel Martón Resa. “Es una impotencia tremenda ver cómo el fuego avanza sin poder hacer nada”, indicó el arguedano, quien apuntó que “esto va a ser un palo duro para la economía de la zona”. “Aquí vivimos de la agricultura, pero también del turismo. A corto plazo, lo veo muy mal”, explicó Martón.
En Valtierra también los vecinos pasaron unas horas críticas por el incendio y pocas noches habrá habido en la localidad en la que tantos habitantes hayan coincidido en pasarla “en vela”.
Jesús Dúcar, que fue concejal en Valtierra durante 14 años, fue uno de los que, como dijo, no pegó ojo en toda la noche del sábado al domingo. Su casa, situada en la calle El Trinquete del barrio del Frontón, está ubicada frente a un almacén que calcinó el fuego, a escasos 5 metros. “Los bomberos estuvieron trabajando en el almacén hasta las 4.30 horas, y yo, junto a mi casa, hasta las 5. Tenía una manguera con la que echaba agua a mi fachada para refrescarla”, señaló este domingo. Recordó que el sábado llevó a familia a Cadreita, a casa de una cuñada, y regresó sobre las 21.30 horas “porque algo había que hacer”. “La situación entonces en el pueblo era de acojonar porque saltaban las chispas por encima de las casas. Y gracias a que nos volvimos gente, porque en la zona de enfrente hay un almacén de pintura que, de llegarle el fuego, hubiera podido ser un polvorín si arde”, apuntó. No obstante, tras el peligro vivido, reconoció ayer que “pensaba que las consecuencias iban a ser peores. En cualquier caso, dijo que “recuperar esto costará mucho, sobre todo el arbolado”.
Jorge Aragón fue otro de los vecinos que decidió permanecer en la localidad. “La Guardia Civil nos desalojaba pero nos negamos a ser evacuados porque veíamos que podíamos hacer algo”, señaló. Coincidió con Dúcar en que tenía miedo “de que prendiera el almacén de madera”. Aragón, que vive también en el barrio del Frontón, dijo que “nos quedamos seis o siete vecinos”. “Donde vivo hay dos casas, pero atrás se ubican todo almacenes sin uso, excepto la empresa de pinturas. Eran bolas de fuego lo que nos pasaba por encima de la cabeza con un fuerte viento. Y con cubos y mangueras apagamos pequeños fuegos, incluido el del patio de un vecino, este junto con los bomberos, que nos agradecieron el trabajo”. “Fue una noche que tardaremos en olvidar. Esto lo ves en la tele y te parece que nunca te va a pasar a ti. Ha sido horrible... y hemos tenido suerte”, afirmó ayer, recordando la rapidez del incendio y la gran cantidad de humo “que impedía al principio respirar”.
Mª Mar Galdeano vive en una de las calles más cercanas a la ladera del centro de Valtierra y este domingo no dudó al afirmar que lo vivido el sábado fue “una odisea, tremendo”. “Veía el fuego desde la ventana de mi casa, que está a unos 50 metros de la ladera, pero justo se paró allí y no llegó a alcanzar la zona de enfrente de mi vivienda, que estaba llena de coches”, explicó ayer, una vez de regreso tras pasar la noche en Tudela con su hija. “La noche ha sido eterna”, dijo.
Jesús Campo y José del Guayo explicaron que estaban en casa el sábado y, sobre las 21 horas, “nos dijeron que desalojáramos el pueblo deprisa”, como así hicieron. Su vecina, Lola Jusué concretó que “la carretera impresionaba. Íbamos todos en caravana y con un humo que no se veía nada”. “No sabíamos qué íbamos a encontrar a la vuelta” señaló Campo. Los tres, ya de regreso ayer a Valtierra, agradecieron la solidaridad de las localidades vecinas.
Sobre la mesa del comedor colocaron todas aquellas cosas a salvar de un fuego que amenazaba con entrar en la casa. Ahí estaban las escrituras de la vivienda, una caja con algunas joyas, y álbumes de fotos de las celebraciones familiares. Todo estaba
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