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Manuel Resano Ezquerro, exconcejal de Andosilla

Manuel Resano DN

Hay personas que entran en nuestras vidas para quedarse y Manolo Resano era una de ellas. Nos conocimos por la cercanía de nuestros pueblos, Andosilla y Lerín, hace ya más de 40 años, y desde entonces hemos mantenido una relación muy estrecha, siempre llena de afecto y cariño. Por eso todavía me cuesta creer que se haya ido y que esté escribiendo estas líneas para hablar de su último viaje, no del nuestro, el que ya teníamos previsto para mayo si Osasuna conseguía meterse en la final de Copa en Sevilla. “Tú consigue las entradas, que para entonces ya estaré yo bien…”, me decía.

Nos ha dejado una persona que por su entusiasmo, por la alegría y positividad que trasmitía siempre, parecía que le acababa de tocar la lotería. Un cáncer, del que desde el principio Manolo decía “de esta voy a salir”, ha podido con él. Estos últimos días, pese a que las noticias cada vez eran más alarmantes, nosotros teníamos la confianza de que iba a salir. “Manolo es fuerte, Manolo puede con eso y con mucho más”… Este pasado lunes 13 de febrero recibimos la peor de las noticias que nos podían dar, se acaba de ir y todavía no nos lo creemos.

Si Manolo tenía una pasión, además de por su familia, era por su pueblo. Andolense de pura cepa y con una dedicación enorme por todo lo que concerniese a Andosilla, sus dos legislaturas como concejal, su colaboración con el River, tanto de fútbol, como de balonmano, con Andosilla Gastronómica, AJAN (asociación de cual fue fundador), con los jóvenes del Motarrón, con las Javieradas... No había evento en Andosilla que no contase con su colaboración desinteresada y con su apoyo. En algunos momentos le solía decir yo: “No sé de donde sacas tiempo para llegar a todo”, y siempre me decía lo mismo: “Para todo hay que echarle ganas”. Y es así, entusiasmo nunca le faltaba.

No solo era amigo de todo el pueblo de Andosilla, también en Lerín ha dejado amigos que nunca le vamos a olvidar. Era fijo con nosotros el día de las pochas y ¡cómo lo disfrutaba! En Andosilla, su cuadrilla de La Chispa le recordará en esas cenas y comidas en el pipero. Si alguien se tenía que encargar de algo, el primero eras él. Si había que preparar los gin-tonic, ese siempre era él también. Lo suyo era disposición total, como le vamos a echar de menos cuando volvamos a celebrar cualquier acontecimiento y veamos su silla vacía.

El pasado lunes, cuando hablé con Inés, su mujer, un poco antes de ponerme a escribir estas líneas, que es lo que me apetecía hacer en ese momento, lo único que conseguimos llegar a decirnos es “que vida más puñetera, no ha podido, no ha podido”. Bien sabe Inés que no le vamos a dejar, le acompañaremos y arroparemos en todo lo que podamos, pero ahora es ella la que tiene que ser fuerte y sacar energías de donde pueda, como Manolo las sacaba siempre. Y a Javier y Cristina (vaya con su ojito derecho, cómo subió a leer en el funeral), qué les voy a decir... Pueden ir bien orgullosos por Andosilla y con la cabeza bien alta, diciendo de quién son hijos, porque estoy seguro de que nadie en el pueblo puede decir una sola palabra negativa de su padre, al contrario.

Este último año, su enfermedad comenzó a ser su otra compañera de viaje, pero la afrontó con la fuerza y la tranquilidad que siempre le caracterizaron. En las muchas conversaciones que hemos mantenido durante todo este tiempo, él siempre optimista, haciendo planes sobre lo que íbamos a hacer, aunque los pronósticos no fueran nada buenos, siempre sacaba su mejor sonrisa y le buscaba la parte positiva, dando ánimos a todo el mundo y peleando hasta este último momento.

El último ejemplo de todo lo que era ha sido su funeral, por la cantidad de gente de todas las edades que había, muchísimos ramos de flores de las asociaciones con las que ha colaborado y, sobre todo, lo comenté con su hermano Patxi, la cantidad de gente compungida. Eso algo quiere decir.

Manolo, te has ido demasiado pronto, pero tu recuerdo y tu cariño siempre quedarán entre nosotros. Gracias por tanto que nos has dado. Hasta siempre, amigo; “vuela muy alto”.

Hay personas que entran en nuestras vidas para quedarse y Manolo Resano era una de ellas. Nos conocimos por la cercanía de nuestros pueblos, Andosilla y Lerín, hace ya más de 40 años, y desde entonces hemos mantenido una relación muy estrecha, siempr

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