La mezquita de San Adrián, un puente entre vecinos
La mezquita de San Adrián dio la bienvenida a los vecinos el sábado 23 para servir de puente entre culturas y caminos. Ahora solo queda que ambas partes crucen, para escucharse, conocerse y convivir en paz. La iniciativa se enmarca dentro del proyecto ‘DN Más Cerca’ de Diario de Navarra
- Begoña Goitiandia
La puerta de la calle Santa Gema 71 de San Adrián está abierta. En esta ocasión a cualquiera que quiera cruzar un ‘puente’. Allí, mientras Ana Sáinz se quita los zapatos y los coloca ordenadamente en el armario que hay junto a la entrada, la atenta mirada de Nerea Martínez espera las instrucciones para cubrirse el cabello con un pañuelo mientras un vecino árabe se las detalla a la mujer que ella tiene delante. “Es muy sencillo, sólo hay que tapar un poco el pelo, no hace falta más”. “Yo ya me lo sé”, manifiesta entonces Nerea. “Me lo han chivado”, desvela, risueña. Y parece que se lo han explicado bien, porque Mohamed queda sorprendido con la habilidad de esta con el pañuelo, y le devuelve la sonrisa.
Nerea y Mohamed no se conocen. Quizá se hayan cruzado sin saberlo por las calles de la localidad de la que ambos son vecinos: San Adrián. El sábado 23 , ambos decidieron atravesar la puerta de la mezquita local en un alegato al descubrimiento del otro.
La mezquita de San Adrián se convirtió el sábado 23 en un puente. Una unión de culturas, de caminos. El de Mahoma, en un extremo, representado por los integrantes de la Comunidad Islámica de San Adrián, a cuyo templo nombraron As-Sounna, haciendo referencia al camino del fundador del Islam; el de la sociedad adrianesa, en el otro, retratado en aquellos vecinos a los que la necesidad de conocer les llevó a descalzarse, cubrir su cabello y explorar el interior del templo de la localidad.
Esta actividad vio la luz tras una reciente sesión de trabajo vecinal puesta en marcha por Diario de Navarra, dentro de su iniciativa ‘Experiencias’ del proyecto ‘DN más cerca’. Un foro ciudadano, moderado por periodistas, que ha servido para poner sobre la mesa las inquietudes de un pueblo; y que contribuyó, entre otras cuestiones, a avanzar en materia de convivencia intercultural. “Convivimos, pero no nos conocemos”, fue la premisa sobre la que partió la idea de la visita a la mezquita de la localidad. “¡Y mira dónde estamos!”, compartía Ana Sáinz, una de las integrantes del foro ciudadano, al finalizar la visita.
“En eso consisten este tipo de iniciativas, en construir puentes entre vecinos de diferentes culturas”, explicaba al terminar la actividad Mohamed Amnay, presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de Navarra y delegado de la Comisión Islámica de España en Navarra. “Los vecinos de San Adrián esperaban, después de tanto tiempo instalados aquí, la invitación de la comunidad árabe, porque querían conocer su mezquita; y nosotros, en el otro lado, estábamos deseando enseñarla. Por eso hoy hemos construido un puente. Ahora tenemos que dejar que las dos partes recorran el camino de conocerse, escucharse y convivir en paz”.
VERSOS DEL CORÁN
El canto de unos versos del Corán (las conocidas como aleyas) acapara todas las miradas de una sala que acoge a un público diferente al que acostumbra. Sus invitados, con un aire de timidez y curiosidad, se amontonan junto a las paredes sin saber muy bien qué hacer o dónde colocarse. Aun así, todos parecen haber entendido que el silencio debe ser total, incluidos los visitantes más pequeños.
Al otro lado de la sala, una decena de integrantes del colectivo árabe de la localidad espera el fin del canto para dar los primeros pasos que les lleven a cruzar ese puente. “La Comunidad Islámica de San Adrián da la bienvenida a sus queridos invitados”, se lee en el proyector que han colocado tras ellos. Elías El Armani, hijo del presidente del colectivo, Achach El Armani, presenta la cita con mensaje de hospitalidad y de bienvenida hacia sus invitados. “Aquí estamos para lo que necesitéis, abiertos a responder todas las preguntas que tengáis, que para eso estáis aquí; no hay ningún problema, de verdad”.
Y en el otro extremo, alguien vence la timidez. “Hola, buenos días, me gustaría saber qué es eso que habéis cantado; qué significado tiene”, interroga. Achach busca rápidamente con los ojos a otro de los integrantes del colectivo - que habla perfectamente castellano - y este explica que se hace siempre “al iniciar y terminar cualquier reunión, fiesta o tradición”. Una pregunta, con eso ha bastado para romper la primera barrera. La curiosidad hace el resto.
Mientras un centenar de ojos recorre los detalles de una diáfana sala con miles de interrogantes y un murmuro leve se extiende entre los asistentes, las preguntas van dispersándose entre los invitados. “¿Por qué no coméis carne de cerdo?”, vocaliza alguien en alto.
Fawaz Nahhas Al Afandi, presidente de las comunidades islámica de Aragón, da la respuesta. “No podemos comer animales carnívoros, ni cualquiera que haya tenido una muerte natural. Tenemos que sacrificarlos”.
Mientras, los adrianeses, algunos todavía con cierta timidez, preguntan al vecino de al lado. “¿Por qué no coméis cerdo, pero ternera sí?”. La frase “Yo no me privo del chorizo, pero siempre es de pavo”, despierta entonces las risas de una sala que ya da signos de estar más relajada.
Tras una pregunta sobre las abluciones - higiene preparatoria del rezo - , Achach se anima a imitar, con gestos, cómo deben lavarse las manos y la cara antes del rezo en el caso de no disponer de agua. Al mismo tiempo, otro vecino explica en susurros al invitado que tiene al lado que eso “rara vez ocurre”.
“La disponibilidad ha sido total, tanto en dar a conocer su religión y sus costumbres, como en la hospitalidad que han demostrado durante las dos horas que ha durado la visita”, comenta la adrianesa María Pilar Martínez. Nerea Martínez, por su parte, que ha acudido a la visita junto a su hijo Mario, pone el foco en el otro extremo del puente: “Las ganas de aprender y conocer un poco más se reflejan en las caras de todos los que hemos venido hasta aquí y eso ha propiciado un clima agradable y bonito. Quizá eso sea lo que más me ha sorprendido de esta mañana”, valora esta vecina.
CAPTURAR LO OCURRIDO
El primer cara a cara con el micro consigue desdibujar la sonrisa de Elías. Varios móviles le apuntan directamente a él, y eso le pone todavía más nervioso. Aun así, consigue salir del paso y el fin del discurso es relajado y hasta risueño. Decenas de teléfonos han sido testigos también de la copiosa mesa que unas diez familias han preparado y de la ilusión que produce a la comunidad islámica local un acto como éste. De ahí que necesiten retratar lo que están viviendo.
Elías El Armani despeña un papel fundamental en la visita. Nacido en San Adrián, este musulmán de castellano perfecto intenta contagiar su sonrisa a todos los que se acercan hasta la mezquita. También el encargado de transmitir la ilusión de sus mayores, en especial la de su padre, Achach El Armani, que controla que todo suceda como está previsto. “Para mí esto ha sido una fiesta, y estoy muy contento y agradecido por lo que ha sucedido hoy aquí”, revela el presidente del colectivo árabe de la localidad al terminar el acto.
Sin despegarse de la tetera, Mohamed Khadri, uno de los organizadores, confiesa lo importante que ha sido para él la iniciativa. “Estoy alegre porque los vecinos hayan querido venir hasta aquí y muy ilusionado; podría decir que, hasta ahora, es el mejor día desde que llegué a San Adrián hace años”. También lo es para los más jóvenes de la comunidad, que aspiran a celebrar otro acto similar de nuevo. “Ojalá la próxima vez venga todavía más gente y tengamos que salir a la plaza a explicar nuestra religión a nuestros invitados”, se aventura el joven Khalid El Qarfaoui.
LA CONVIVENCIA INFANTIL
Si a los niños Antonio Espinosa y Haitam Khadri les cuentan que han atravesado un puente, seguramente contesten que no, que ellos han ido a la mezquita andando, acompañados de sus padres, y sin saber muy bien a qué. Quizá Haitam intuyó algo tras ver a sus padres preparar los dulces que suelen rellenar el menú los días de fiestas, pero ahora se concentra en conocer a su nuevo amigo. Ambos estudian en el mismo colegio y, aunque solo se llevan un año de diferencia, únicamente se habían visto en el patio y en la calle. Escondidos bajo una mesa repleta de pasteles, Antonio y Haitam sonríen con disimulo mientras alguien explica los principios del Islam. Cuando el murmullo vuelve a apoderarse de la sala, Haitam aprovecha para contar a Antonio cuáles son los mejores dulces, no vaya a ser que cuando den el permiso para ir a comer, alguien se los quite.
“Creo que los niños están más acostumbrados a convivir que los adultos”, cuenta la adrianesa Mª Pilar Martínez tras acabar la actividad. “Para ellos es normal, al final en el colegio están todos juntos. Quizá por eso no han preguntado nada en especial al terminar la visita guiada, porque para ellos es algo más común que para nosotros”, reflexiona a la salida.
Quizá esto se convierta en un acto “común” dentro de la sociedad adrianesa. Lo que está claro es que la puerta de la mezquita de Santa Gema 71 ha quedado abierta a cualquiera, musulmán o no. “Pueden venir en cualquier momento, cualquier día, que no pasa nada, de verdad. No hay ningún problema. Sólo tenéis que decirlo, quitaros los zapatos y entrar”, comenta al terminar un integrante de la comunidad islámica de la localidad. “Es importante seguir construyendo puentes para la sociedad”, reflexionaba Mohamed Amnay. Y la mezquita de San Adrián se convirtió el sábado en uno.
<div class="tit_blue" style="text-align: justify;">Así se preparó la visita a la mezquita</div>
Si preguntaran a cualquiera de las personas participaron en la visita a la mezquita de San Adrián, seguramente les hablarían de la mesa de dulces tradicionales dispuesta en mitad de la sala principal del templo. Casi cinco metros de delicias como el kaab (cuerno de gacela), el briouat (hojaldres de almedra) y el ghriba (pastas de té marroquíes), preparadas por nueve familias de la Comunidad Islámica de San Adrián, que acapararon las miradas de los invitados a la cita. Y es que la gastronomía fue el plato fuerte de una visita organizada con mimo y detalle por el presidente del colectivo musulmán de la localidad, Achach El Amrani, y otros cuatro integrantes. Pero el éxito de la visita no residió solo en la comida. La solemnidad con la que la comunidad islámica preparó el acto se plasmó en una infinidad de detalles. La idea, surgida en una de las sesiones del foro ciudadano organizado por Diario de Navarra, suscitó de inmediato la curiosidad de Achach. A la pregunta: “¿Se puede visitar la mezquita?”, formulada en una de esas sesiones, este respondió con un “claro que se puede” tan rotundo que de inmediato se planteó organizar una visita. “¿Cómo lo preparamos?” y “¿cómo conseguimos que venga mucha gente?”, fueron algunas de las cuestiones que Achach solventó con rapidez. En primer lugar, pese a contar ya con el apoyo de los participantes en el foro y de la biblioteca municipal, que se ofrecieron a difundir la visita y apuntar a los interesados, Achach quiso hacer una invitación personal al Ayuntamiento de San Adrián, así como a las fuerzas del orden con las que conviven: Policía Municipal y Guardia Civil. Además, no quiso quedarse ahí, y pidió ayuda también al resto de asiduos a la mezquita para difundir el acto. A cada uno de ellos le pidió que hiciese una invitación personal en el trabajo y dentro de su círculo de amigos, e incluso fue puerta por puerta hablando con los vecinos de la calle donde está situada la mezquita para animarles a que les acompañasen en la mañana del sábado. El día de la cita, en pie desde las 7 de la mañana, los cinco vecinos árabes se desplazaron hasta el templo sagrado con tiempo suficiente para preparar la mesa, limpiar la estancia y elaborar el té.
Entre explicación y explicación, no pararon de ofrecer té a sus invitados. Cada vez que una persona entraba en el local, uno de los organizadores se encargan de agasajarla con un vaso de té y un plato de pastas.
La puerta de la calle Santa Gema 71 de San Adrián está abierta. En esta ocasión a cualquiera que quiera cruzar un ‘puente’. Allí, mientras Ana Sáinz se quita los zapatos y los coloca ordenadamente en el armario que hay junto a la entrada, la atenta m
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