La maestra de Beire
Alicia Ramos es de Bilbao y desde hace doce años directora en este colegio de ocho alumnos, una de las cuatro escuelas unitarias en Navarra. A pesar del “reto”, se dice feliz educando en un entorno rural
- Pilar Fernández Larrea
"Esta es una profesión tan bonita... Yo estoy enamorada de trabajar con los chiquitos”. Alicia Ramos Almodóvar es maestra. Enfoca la mirada al infinito y trata de resolver en qué otro oficio hubiera encajado. Al pronto desiste. Desde bien joven quiso enseñar a niños. Hace doce años recaló en el colegio de Beire, una de las cuatro escuelas unitarias, con el alumnado agrupado en un aula, que hay en Navarra. Las otras tres están en Almandoz, Ziga y Burguete.
Lo explica con su bata de cuadros y su nombre de andar por casa, Ali, bordado en ella. Recibe en su despacho, pero se sienta al otro lado de su mesa, junto a la periodista. “Prefiero así”, lima distancias en una escuela que es un pequeño tesoro en un pueblo de 250 habitantes. Le costó ubicar Beire en el mapa. No porque sea de Bilbao. Tampoco cuando sacó las oposiciones en Navarra y trabajó en Pamplona, Fitero, Barañáin y Tafalla sabía dónde estaba. La pareja de Alicia también es docente y juntos decidieron asentarse en algún punto de la Zona Media. Eligieron Olite. “Pero la escuela de Beire ni siquiera salía en las listas, porque había un profesor y no más plazas. Cuando se jubiló me hablaron de este lugar. Probé. Vine, el alguacil del pueblo me dio las llaves y aquí aparecí, encendí el ordenador y empecé de cero, porque en las escuelas unitarias no tienes el apoyo de otras personas, no hay administrativa, no hay más. Eran entonces catorce alumnos en cinco niveles, había entrado una quinta de seis, con escolares desde Infantil a 2º de Primaria. Hay que darle a cada uno lo suyo y todos al mismo tiempo, es un reto, una atención individualizada”, destaca Alicia la dificultad y al mismo tiempo la cercanía que conlleva. La vida en el entorno, cuando el abuelo de Markel les dice que han nacido pollitos y van a verlos o en los paseos por el pueblo, dentro de las clases de Educación Física y los niños conversan con los mayores.
Doce años después la maestra se reconoce “muy contenta”, aunque la dirección exige demasiado despacho y ella querría estar más en el aula . “Pero he aprendido un montón en muchos ámbitos, esto te da una visión global de la educación, al menos muy amplia”. “Es una pequeña familia y la implicación, mucho más emocional. Pasan en la escuela mucho tiempo, con nosotras”, sostiene. Ahora son ocho alumnos, tres en Infantil y cinco en Primaria, y esperan recibir uno más el próximo curso. Hay dos profesores en jornada completa y uno con media. Abren ciclos conforme van creciendo. Si antes concluido 2º iban a Olite, ahora se quedarán hasta 6º, siempre que las familias quieran. Porque a veces optan por irse, en algunos casos por la falta de recursos, como el comedor. Y es ahí donde Alicia cree que las instituciones, el Gobierno, puede actuar con políticas contra la despoblación “de la que tanto hablan”.
Entretanto, la escuela colorea los ocres de Beire. Una diminuta bicicleta y dos paraguas esperan en la puerta.
"Esta es una profesión tan bonita... Yo estoy enamorada de trabajar con los chiquitos”. Alicia Ramos Almodóvar es maestra. Enfoca la mirada al infinito y trata de resolver en qué otro oficio hubiera encajado. Al pronto desiste. Desde bien joven quiso
Diario de Navarra
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