El agua se resiste a dejar las calles y paraliza la vida en San Adrián
El Ayuntamiento rompió el Motarrón en un intento de abrir camino al río que el domingo partió en dos el casco urbano
- María Puy Amo
El agua que a primera hora del domingo penetró en la parte baja de San Adrián inundando la mitad de su casco urbano se resistió ayer a replegarse. Continuó en buena parte de sus calles para preocupación municipal y desesperación de los vecinos.
A los que tienen sus viviendas y negocios en la zona inundada no les quedó otro remedio que contemplar como seguían anegados, sin poder iniciar las tareas de limpieza ni evaluar con exactitud los daños. Y lo mismo se vivió en varios edificios públicos en una situación no recordada en la localidad que obligó a mantenerlos cerrados.
El día anterior, el Ega se las había arreglado para abrirse camino. Cuando no pudo desaguar en el Ebro por la fuerza con que el gran río descendía, retornó para desencadenar una crecida imprevista que penetró en la población inundando calles como La Balsa, Mayor, Pelayo Sola, La Concordia, La Isla, Las Pozas y zonas de la carretera Estella o de la plaza Fructuoso Muerza, entre otras.
El alcalde, Emilio Cigudosa, explicaba que el Ayuntamiento había optado finalmente por romper el Motarrón, rebasado por la crecida la víspera, en un intento de allanar el paso hacia el cauce al agua retenida. “Tenemos calles cubiertas con 70 y 80 centímetros y, al ver que no ha bajado el nivel en 24 horas, hemos decidido romperlo. Ya intervendremos después para repararlo, pero la prioridad ahora es poder acceder para ver cómo ha quedado todo y empezar con la limpieza”.
EN TODOS LOS RINCONES
Pendientes de esa retirada, la riada dominó todas las conversaciones. La de quienes la sufrieron directamente y la de quienes tuvieron la suerte de vivirla desde lejos. Unos y otros se juntaron en lugares como la plaza Fructuoso Muerza, eje de la vida local con parte de sus tiendas y bares inundados. Lo contaba en la pescadería Chipirón Teresa Prado Bayona. “A nosotros, que siempre se nos mete el agua de las tormentas, esta vez, no me ha entrado nada. Pero sí a muchos negocios próximos y en viviendas de mis familiares”, decía. Aunque la luz fue volviendo poco a poco, pasaron horas sin electricidad en las zonas afectadas. Gracias a un generador, ella pudo salvar el género en un día en el que tampoco pudo abrir porque su tienda quedó como una isla en un mar de agua.
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Allí, en la plaza, estuvo toda la mañana, pendiente de los que habían salido peor parados. Uno de ellos, Muhammad Asim, puso en marcha hace ocho meses Frutería Alí, anegada por completo. “El domingo, cuando vine a abrir a las 9.30 de la mañana, había poca agua, pero poco después ya fue imposible y todo se llenó”. La joven Yi Chen, desde el bazar chino, asistía con la misma impotencia a la escena.
Con la tienda llena por la campaña navideña ha pillado la riada a Sandra Herrero Herce, la propietaria desde hace 16 años de la tienda Beba, un establecimiento de ropa, calzado y complementos. Su relato es el ejemplo de cómo lo ocurrido les impactó el domingo por sorpresa. Con ella en el Camino de Santiago, fue la dependienta Pilar Gorricho García la que se acercó temprano para colocar unos sacos de arena. “Lo hice por si acaso, casi me pareció que era una exageración porque no se esperaba nada así. Pero a las 11 de la mañana el agua se amontonaba en la plaza y fue el desastre”. Con el almacén anegado, por el suelo de la tienda flotaban los lazos del papel empapado que esperaba envolver los regalos navideños.
Tristeza y mucha preocupación también por las viviendas de las zonas afectadas. Relataba Estela Hernández Muro que su madre, Pilar, había tenido que dejar su residencia, como otros vecinos de un barrio de casas bajas en la calle Concilio. Entre unos y otros se prestaron ayuda, sobre todo a los más mayores. En la calle La Isla, Fernando Prado Bayona contaba que en los sótanos de los unifamiliares el agua había alcanzado 1,80 metros. Retenida desde la víspera, una lámina de más de 10 centímetros cubría las estancias de la planta baja. Su hermana Yolanda aludía desde el unifamiliar vecino a una situación idéntica, aislados en un escenario intransitable. “En casa tenemos una bomba de 30.000 litros y otra de 15.000, pero había tanta agua en la calle que hemos tenido que desistir”, decían.
Además del agua, la niebla y el olor a gasóleo se aliaron este lunes en una fría mañana de lunes. La primera como algo propio del diciembre en las zonas de ribera. Lo segundo porque en el colegio público y en algunas viviendas la inundación de los sótanos donde se guardan los depósitos de la calefacción provocó el escape del gasóleo, que impregnó el aire. También se extendió por las calles anegadas en una jornada que alteró de tal manera la vida local que llevó al Ayuntamiento a comunicar el cierre temporal de buena parte de sus servicios hasta nuevo aviso.
La medida ha afectado a la escuela infantil Santas Reliquias, el colegio público Alfonso X el Sabio, cuyas clases quedaron suspendidas, la escuela de música, el complejo deportivo, las pistas de atletismo, el pabellón Alfonso X el Sabio y el campo de fútbol. Sí permanece abierto el IES Ega, aunque el alumnado que no puede acceder porque debe desplazarse desde zonas inundadas tiene la opción de seguir las clases a través de MEET.
La lista de cierres bien porque el agua ha penetrado en su interior o porque los desbordamientos afectan al conjunto de los servicios municipales se extiende a la casa de cultura, la biblioteca y las oficinas del Ayuntamiento. Con una casa consistorial rodeada por el agua, la atención pasa a ser telefónica. No habrá manera mientras no se retire el caudal de acceder al centro de salud, que ha derivado su atención a los de Andosilla, Azagra y Cárcar. La consejera Santos Induráin se desplazó al municipio para mantener una reunión y analizar la situación con el alcalde, Emilio Cigudosa.
A lo largo del día, se sucedieron otras comunicaciones para mantener informados a los vecinos. Desde Protección Civil, se pidió que se dejara de achicar el agua hasta la tarde puesto que, al hacerlo, volvían a llenarse las alcantarillas y no se ayudaba a la evacuación de las áreas anegadas. En apenas unas horas, se puso en marcha una mesa de voluntarios cuyos teléfonos se compartieron en el Facebook municipal para prestar ayuda a quienes necesitaran la compra de comida por no poder salir de casa, un apoyo en las gestiones con los seguros y con la recuperación de sus enseres. La promovieron Javier Jiménez, conocido popularmente como Franja, José Benito y Tere Losa.
El agua que a primera hora del domingo penetró en la parte baja de San Adrián inundando la mitad de su casco urbano se resistió ayer a replegarse. Continuó en buena parte de sus calles para preocupación municipal y desesperación de los vecinos.
Diario de Navarra
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