Propuesta de ascensores para San Jorge, tras las elecciones del 28-M
Tras descartar la opción de soterrar el paso de tráfico por el excesivo coste de la obra, el equipo de gobierno plantea dos elevadores par el presupuesto de 2024
- Noelia Gorbea
Un problema siempre será un problema. Al menos hasta que alguien dé con la tecla que suavice la pendiente. Y, en el caso que nos ocupa, es precisamente lo que se persigue: lograr que los recurrentes problemas de movilidad y accesibilidad que genera la existencia de un paso subterráneo bajo la rotonda central de la avenida de San Jorge puedan solventarse de una vez en un barrio que, como los propios afectados ratifican, cada vez se encuentra más envejecido.
Eso sin contar con el excesivo tráfico que circula a diario por esta gran arteria principal y que, como guinda del pastel, lo divide en cuatro ‘quesitos’. Una situación que no termina de dar tregua a unos vecinos que afirman sentirse “cansados” de un obstáculo que lleva años sobre la mesa.
La postura que mantienen no ha cambiado en absoluto desde que incluso enviaran una propuesta al consistorio para soterrar el paso de vehículos (avenida de Navarra, en su cruce con San Jorge, soporta 17.000 coches en cada una de las dos direcciones) y dejar que la parte superior, a altura de acera, se convierta en zona de convivencia; una plaza que anexione las ‘piezas’ en las que se divide el barrio.
ZONAS DESIGUALES
Pero, como suele ser habitual en la regeneración de las ciudades, no vale solo con voluntad o ideas. El dinero es parte importante de la cruzada. Un desembolso que no llegará al barrio en 2023. Es más, la insistencia vecinal de lograr soterrar el tráfico tampoco podrá ser posible a futuro. Como contrapunto, el consistorio no cierra la puerta a la posibilidad de construir dos elevadores junto a la zona peatonal; una idea que los vecinos ya conocieron en enero. “Se propondrán en el presupuesto de 2024”, indican desde Gerencia Urbanismo, quedando claro que será iniciativa posterior a las elecciones.
En este escenario, hay que dejar claro que San Jorge se ha convertido, y así lo aseguran sus residentes, en un barrio “estratégico”, pegado a Landaben y en una de las entradas principales a Pamplona, en el que residen más de 12.000 personas. Pese a ello, también asumen que se trata de un sector donde su población envejece y tiene un alto índice de dependencia.
“La rotonda es como un muro de Berlín, por la fuerte pendiente de rampas y escaleras”, aseguró Mikel Rodríguez hace unas semanas en el Parlamento de Navarra. Sin rendirse, los afectados siguen en sus trece. “El problema del diseño es que los servicios no están repartidos en todas las divisiones que genera la rotonda”, alerta Yolanda Gutiérrez, cuidadora de Angelines desde hace ocho meses. “A la gente no le queda otra que moverse de lado a lado para poder ir al centro de salud, civivox, banco o comercios más importantes”, expone esta vecina de San Jorge.
Un problema siempre será un problema. Al menos hasta que alguien dé con la tecla que suavice la pendiente. Y, en el caso que nos ocupa, es precisamente lo que se persigue: lograr que los recurrentes problemas de movilidad y accesibilidad que genera l
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