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Relatos a pie de calle

Lola de la Rua: de Londres y Argelia a enseñar bailes del mundo en Mutilva

Los bailes del mundo que descubrió junto a su marido en el campus de la Universidad Autónoma de Barcelona, cumplen 40 años en Pamplona

Lola de la Rua posa en los locales de la jubiloteca de Aranguren, donde practica gimnasia y ha enseñado algunas de las danzas del mundo que ha aprendido J. C. Cordovilla

Los movimientos delatan su gusto por la danza. Un paso firme pero armonioso cuando se prepara para posar para la fotografía. Unos ojos que se iluminan cuando rememora viajes y aprendizajes en torno a los bailes del mundo, especialmente de los Balcanes y de países mediterráneos como Grecia. Unas piezas que, de tanto escucharlas, ya las distingue en algunos casos con solo algunos acordes de la música. Disfruta del baile y lo siente como una actividad “buena para cuerpo y mente”. Con el paso de las décadas es ya casi una especialista en los bailes del mundo.

Los conoció, junto a su marido, cuando vivían en Barcelona. Ella administrativa en la Universidad Autónoma. Él doctorando. En una jornada festiva en el campus les impactaron. Los practicaron durante dos años en la ciudad condal, por separado para alternarse en el cuidado de sus hijos entonces menores. A su vuelta a Pamplona quisieron mantenerla y hasta trajeron a la profesora, Nuria Quadrada, que pertenecía al movimiento cultural de la Barcelona de los 70, con Lluis Llach, María del Mar Bonete, La Trinca... Otras veces han contado con profesores autóctonos. Ya van para 40 años desde la fundación de Ainara (golondrina en euskera), que tomó el nombre de un “ave viajera y que baila en el cielo y va de un país a otro”. El colectivo se reúne semanalmente en el gimnasio del colegio José Mª Huarte. Con él quisieron mantener aquel espíritu que vieron entre estudiantes. Desde entonces han ensayado cientos de bailes. Algunos en sus países de origen. “No hacemos demostraciones ni representaciones. Nos dedicamos a aprenderlos, sin adaptaciones ni cambios. Si acaso, los bailamos cuando vamos a esos países. En grupo, en las plazas de los pueblos. Como los autóctonos”. Hace un tiempo enseñó algunas danzas a personas usuarias de la jubiloteca de Aranguren, en Mutilva, a la que acude a practicar gimnasia. Y este curso se ha incluido en la oferta de actividades del club de personas jubiladas de la localidad y ella de profesora. Su marido, con problemas de movilidad, se encarga de la música y a veces da algunos pasos .

Lola de la Rua cuenta por decenas sus viajes al extranjero. Muchos veranos. Diez días de inmersión en algún pueblo, con ocho horas al día de clases. La lista la encabeza Grecia, pero también ha estado en Turquía, Bulgaria, Serbia... Las salidas más frecuentes han sido a las distintas islas del país heleno, aprendiendo sus bailes, conociendo su cultura y ahora también su idioma. Pero su periplo por el extranjero empezó pronto. En la Pamplona de los 70, con 22 años, se fue a Londres a perfeccionar el inglés. “Trabajé de au pair, cuidando niños. Estuve dos años. Y con 24 me fui a Argelia. Había visto un trabajo en la embajada y a la vuelta de Londres les escribí y enseguida contaron conmigo. Fue toda una experiencia. En Londres descubrí el mundo. En Argelia y en el trabajo en la embajada fue impresionante lo que aprendí. Me abrió la mente”, cuenta los orígenes de sus viajes y su gusto por conocer “otras cosas” que sigue cinco décadas después. Domina el inglés y el francés y aprendió catalán en su estancia en Barcelona. Se lamenta de no haber aprendido euskera y se disculpa de lo lento que aprende ahora el griego. “La cabeza ya no es la misma con esta edad. Pero a la vez te ayuda a entender el origen de muchas palabras y también en los viajes. Ya no eres una extranjera sin más”. Un ejercicio mental que también, repite, hace con las danzas del mundo. “Por un lado aprendemos los bailes, repites los pasos en la cabeza, los memorizas y eso ya es un buen ejercicio. Y luego los practicas, otro ejercicio, físico. Y la música tan animada es un gusto también y te levanta el ánimo”, describe la actividad de la que se encargó durante 24 años, 18 de ellos junto a su marido. Ahora hay otras dos personas al frente y todavía piensan en los actos para el aniversario. “Cuando cumplimos 20 años lo celebramos en Mutilva, con una orquesta de Bulgaria. Otra vez vinieron de Creta y actuaron en la casa de cultura. Cuando vienen profesores conviven con nosotros también. Es la forma de conocerse mejor”. Una inmersión que les sirvió incluso en otro viaje por esa isla. “Tuvimos un incidente con el coche y no nos entendían. Se fueron un tanto molestos y esa misma tarde, cuando nos vieron bailando en su pueblo, su tono cambió. La música y la danza nos acercaron y eso es maravilloso”, concluye su experiencia.

DNI

​Lola de la Rua Aranburu tiene 75 años, es de Pamplona y reside desde 1992 en Mutilva. Casada con el granadino Alfredo de Federico, tienen una hija y un hijo y dos nietos. Estudió secretariado y trabajó como administrativa. Cofundó Ainara, un grupo en el que aprenden danzas y cultura de diferentes países.

Los movimientos delatan su gusto por la danza. Un paso firme pero armonioso cuando se prepara para posar para la fotografía. Unos ojos que se iluminan cuando rememora viajes y aprendizajes en torno a los bailes del mundo, especialmente de los Balcane

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