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El centro de salud de Sarriguren clama por mejoras que no llegan

Retrasos en citas, teléfonos colapsados y falta de médicos crean un cóctel complicado de lidiar en momentos de máxima demanda de pacientes

Varias personas salen del centro de salud de Sarriguren. EDUARDO BUXENS

Dicen que, por muy bien que se planifiquen las cosas, los contratiempos son inevitables. Retrasos, peticiones ‘para ayer’ y un sinfín de casuísticas que terminan por producir auténticos picos de sobrecarga de tareas. Y, por mucho que nos lo propongamos, hay veces en que resulta inviable solventar el problema.

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Es la tesitura que se palpa a diario en el centro de salud de Sarriguren, donde las administrativas dicen no dar abasto (son seis las personas que cogen el teléfono desde las ocho de la mañana), los sanitarios se sienten sobrepasados y, como guinda, los pacientes fluctúan entre hartos y cansados. Todo por la imposibilidad de conseguir una cita en el día, las interminables esperas y una atención presencial que se retrasa semanas.

Y comprobar la experiencia que cuentan unos y otros no cuesta en exceso. Basta una mañana a las puertas del centro salud para comprobar cómo unos y otros comparten idéntico relato: el de no entender por qué no se soluciona un problema que lleva tiempo en la recámara.

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Por un lado, el prisma de los pacientes, que necesitan atención porque la salud es lo primero. “Deberían implantar otro sistema para coger cita, que no sea llamando a las ocho de la mañana porque es lo que hacemos todos y no hay manera”, indica María, afectada por una bronquitis que se le va complicando precisamente, dice, por no lograr que le atiendan de modo apropiado. “Tengo que volver a llamar mañana (por hoy) y otra vez me pasará lo mismo, que de ocho a nueve es casi imposible que alguien te responda”, sostiene quien ya tuvo que pasar por urgencias hace unos días. “Solchaga está igual o peor”, avisa.

También Orlando Sánchéz Vargas relataba su propio periplo. “Tengo una enfermedad que va a peor. Llamé para pedir cita a finales de noviembre y me dieron para el 20 de diciembre”, anunciaba, todavía incrédulo. Pero dado que algo que le ocurría cada diez o quince días, ahora le sucede dos o tres veces al día, este vecino de Erripagaña trata, en vano, de intentar que un médico le atienda antes. “Me he presentado aquí y me dicen que tengo que llamar o venir de manera presencial a las ocho, así que volveré, a ver si ya sirve para algo”, se lamenta quien suma 22 años viviendo en Navarra.

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En su caso, Orlando también denuncia la irresponsabilidad de algunas personas que ‘agravan’ sus síntomas para tratar de encontrar cita antes. “No hay médicos y pagamos los pacientes que somos justos y sinceros con nuestros síntomas”, reivindicaba a las puertas del centro de salud.

Pero no solo en atención adulta, sino que pediatría también los niños hacen fila. Y así lo constataban ayer abuelas, madres y padres que acudían al médico por otitis, revisiones y un catarro que no se le termina de quitar. “Los retrasos son imposibles, desesperan, sobre todo cuando son muy pequeños”, recalcaba Iosune Pérez de Ciriza, junto a su hija Martina.

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Hartos de sufrir las consecuencias, pero conscientes de que ni médicos, ni enfermeras ni personal de administración tienen la culpa de que el sistema no funcione en el centro de salud de Sarriguren. Los pacientes, aunque desearían que las cosas fueran muy diferentes, admiten que los sanitarios, una vez consigues cita, te atienden todo lo bien que son capaces. Es por ello que recriminan a Salud una respuesta a sus problemas.

Dicen que, por muy bien que se planifiquen las cosas, los contratiempos son inevitables. Retrasos, peticiones ‘para ayer’ y un sinfín de casuísticas que terminan por producir auténticos picos de sobrecarga de tareas. Y, por mucho que nos lo propongam

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