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Comercio

El negro futuro de las tres tiendas de Paulino Caballero cerradas por el incendio

Joyería Kela, flores Liquen y lencería Chargui buscan alternativas al asumir que no podrán volver hasta que rehabiliten o hagan un edificio nuevo

Carmen Miguel, frente a Liquen, su tienda de decoración con flores artificiales P.G.

“De la noche a la mañana nos han robado nuestros negocios y nuestras vidas”. Los dueños de la joyería Kela, la lencería Chargui y de la tienda de flores artificiales Liquen, en la calle Paulino Caballero de Pamplona, van asimilando que ya no podrán abrir y que tendrán que buscarse otros locales. Mientras, van a tener que afrontar gastos, burocráticas, abogados, peleas con seguros… un calvario.

Las vallas metálicas cortan la acera en el número 24 de esta calle del Ensanche ante el riesgo de desprendimientos tras el incendio registrado el 20 de noviembre. Un altercado entre okupas desencadenó el siniestro. Las viviendas y los cuatro bajos comerciales –uno de ellos está vacío– son propiedad de una mujer que falleció hace dos años. La herencia en favor de los sobrinos todavía no se ha resuelto, por lo que estos comerciantes están en “un limbo” y no tienen a quién dirigirse. “Algunos clientes piensan que en unos días podremos abrir, pero no es así. El bloque está sin tejado, con riesgo de hundimiento. Lo más probable es que haya que demolerlo”, señala el joyero Pablo Giménez.

Los comerciantes no tienen claro si las viviendas tenían seguro. “Hay una póliza de una aseguradora gallega poco conocida, pero no sabemos si está vigente”, comentan. Para más inri, los abogados les han aconsejado seguir pagando los alquileres para que nadie pueda alegar que han abandonado los locales. Tras el incendio, el ayuntamiento tapió el portal con ladrillo. Ahora hay una puerta, que está cerrada. Ahora, el bloque carece de suministros de luz, agua y gas. “Pero tampoco podemos dar de baja los contratos por el mismo motivo”, añaden.

El siniestro ocurre a las puertas de la Navidad, con las tiendas llenas de género, apunta Carmen Miguel Rueda, dueña de Liquen, que se dedica al diseño y decoración con flores artificiales. “Es nuestra época fuerte, con muchos encargos de centros de mesas. ¿Qué voy a hacer ahora con todo el género navideño?”, se lamentaba Carmen, que abrió este negocio en el año 2000. Asume por ello que tendrá que empezar de cero en otro local, con los consiguientes gastos que conlleva.

Berta García, a punto de cumplir los 60 años, también ha empezado a mirar otros locales en el Ensanche para trasladar su lencería Chargui. “Está complicado porque necesito un sitio grande, de más de 100 m2”, comenta. Lleva 34 años vendiendo ropa interior y de baño de mujer y hombre después de tomar el relevo de su madre. Todavía tiene bastante género en el almacén. “Ha habido filtraciones de agua, pero de momento no ha afectado a las cajas”, comenta.

Esta semana, Berta García ha estado en la oficina de rehabilitación y en Urbanismo del Ayuntamiento de Pamplona. “Los técnicos de rehabilitación han hecho un informe que han entregado a urbanismo, que tendrá que hacer una valoración. He presentado una instancia para tener acceso al expediente al ser una persona afectada, como arrendataria”, señala Berta.

En el caso de la joyería Kela, sus dueños han podido continuar con la actividad en la joyería Joyel, en la calle Gorriti número 37, a donde han llevado todo el género. Ambos establecimientos son un negocio familiar de los hermanos Pablo y María Soledad Giménez Muñoz y el marido de ésta, Ignacio Gambardella. Es la tercera generación de joyeros que sus abuelos, Felipe Muñoz y Clari Ilincheta, él de Burgos y ella de Abaurrea, iniciaron en Argentina. La segunda generación –Jorge Giménez y Elena Muñoz–, regresó a Pamplona y abrió Joyel en 2002. Ambos se jubilaron en 2020. “Abrimos la tienda de Paulino Caballero en 2004. Cogimos ese local porque aquí siempre ha habido joyerías, la de Gabari y la de García. Estábamos contentos, con una clientela muy fiel”, señala Pablo. Por ello, están buscando otro local lo más cerca posible. “Pero abrir una joyería no es nada fácil. Hay que hacer una fuerte inversión, poner lunas especiales, sistemas de seguridad, una caja fuerte de grado 4... Puede suponer entre 30.000 y 40.000 euros”, explica.

AGRADECIDAS AL APOYO DE OTROS COMERCIANTES

Los tres comercios afectados por el incendio han encontrado la solidaridad del vecindario y de otros comerciantes. Muga, Chundarata y Koala les guardan cajas con género. Berta García, de Chargui, está especialmente agradecida a Paz Gómez, dueña de la tienda de moda Koala, situada justo en frente. “Me deja quedar con los clientes en su local y utilizar su probador”, comenta. Paz Gómez señala que es “lo mínimo que se puede hacer”. “Son autónomos, comerciantes veteranos. Nos conocemos desde hace años. Es desolador”, comenta la dueña de esta tienda de ropa vaquera de Levis y otras marcas, abierta en 2019. En esta situación, lamentan que desde el Ayuntamiento nadie se ha puesto en contacto con ellos, para explicarles la situación u ofrecerles asesoramiento o ayuda. “Nos sentimos desamparados”, añade Carmen Miguel, de Liquen.

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