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Pamplona

La alegría del descuento en la villavesa

Con el horario de invierno llegaron también los descuentos temporales consecuencia de unas ayudas ministeriales ante el precio de los combustibles. Los usuarios, algunos desconocedores de la medida, celebran la rebaja en tiempos de inflación

Leyre Macaya Recalde, de 18 años, camino de Pamplona en una villavesa de la línea 4 para estrenar sus clases de Psicología Garzaron

Para algunos fue una sorpresa. Otros, al seguir la rutina de pasar la tarjeta por la máquina, ni siquiera repararon en el descuento que se veía en la pantalla respecto a la tarifa abonada un día antes. Había quien llegaba con la noticia aprendida tras escucharla en radio o leerla en el periódico y la certificación en la pantalla de la villavesa. Pero, en general, todos los usuarios del transporte público colectivo, especialmente los más habituales, celebraron la puesta en marcha de la rebaja temporal en las tarifas. “Al menos un alegría ahora que todo sube”, decían en línea 4 del Transporte Urbano Comarcal que une Villava y Barañáin y pasa por Burlada, Pamplona y la zona hospitalaria. La jornada en el TUC transcurrió sin más incidencias que algunos problemas a primera hora en máquinas de una docena de autobuses. No reconocían la nueva tarificación en tarjetas con bonos mensuales. En unos casos se optó por no cobrar al viajero y en otros la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona, gestora del servicio, anunció en sus redes que se devolverá el importe cobrado de más. No se aportaron el jueves datos oficiales sobre viajeros, pero sí la confianza en que el descuento incentive el uso del transporte colectivo.

En general los autobuses salieron de las cocheras de Ezkaba con las canceladoras adaptadas a los nuevos precios. Esa circunstancia y el hecho de que las personas usuarias del autobús urbano no tenían que tomar medidas para que se aplicara el descuento temporal del 30% en los viajes abonados con tarjeta monedero y en los bonos mensuales hizo que más de una se sentara en el autobús sin saber que el recorrido era, de media, un 30% más barato que el día anterior. De 0,73 a 0,51 en la tarifa general diurna. De 0,34 a 0,24 en las tarjetas especiales para mayores de 65 o personas con discapacidad. También en los bonos mensuales. No así en el billete sencillo que se abona para un viaje.

Conductores como Juan Antonio Ortega y Eloy Pezonaga, con 22 años de experiencia en ambos casos, esperaban que la medida aumente el número de usuarios y la circulación sea más fluida. El jueves apenas tuvieron más problemas que aclarar a algún pasajero el precio que salía en pantalla.

Iker Kañamares Zudaire, de 18 años y estudiante en Huarte, viajaba por la mañana camino a las piscinas de Lagunak en Barañáin, de las que es abonado. A sus 18 años este estudiante de grado en Huarte valoraba la medida, consecuencia de un acuerdo del consejo de Gobierno de junio. “Viene bien porque la mayoría de las veces la gente que usa el transporte público no tiene mucho dinero y todo ayuda. Vendrá bien”. No es su caso en el día a día como estudiante. “Es tan poco recorrido que muchas veces lo hago andando”.

Tampoco es habitual en la villavesa Ángel María Agüero Apestegui, de 64 años y vecino también de Villava. Pero el descuento le llevaba a pensárselo. “Hoy voy a recoger el coche al taller mecánico, pero no vengo mucho. Pero ahora para subir a Pamplona hay que pensárselo porque hemos pasado en un año de pagar menos de un euro por el gasoil a casi dos, más aparcar... Es una pequeña alegría en estos tiempos”, señalaba a la salida de Villava.

En usuarios habituales pensaba Nieves Garayoa, ya jubilada y beneficiaria de la tarifa especial. En su caso no conocía la medida, pero la aplaudía para personas que, como su hija, usan el transporte público cuatro veces al día para ir y volver de un trabajo a jornada partida. A su lado, la también vecina de Villava Maite Beorlegui, de 14 años, auguraba los beneficios para la economía familiar. “Uso la villavesa seis veces a la semana para las extraescolares, para las clases de ballet”, apuntaba. María Jesús Ocaña López, natural de Jaén pero vecina de Pamplona hace ya años y ya jubilada a sus 66 años, lo veía “estupendo”. “Los jubilados ya tenemos una rebaja y para los que la usan para trabajar y estudiar será estupendo”, reflexionaba camino a Pamplona.

Con su nieta Sara viajaba Javier Biurrun Martínez, de 68 años, ya jubilado y vecino de Villava. “Soy usuario ocasional, para subir a Pamplona y no creo que la use más. Pero es bueno. El resto ya sube demasiado. Agradecería otras rebajas así en la cesta de la compra; en la electricidad, porque el recibo es una aberración”, reconocía.

En villavesa, camino de un transbordo, subía Leyre Macaya Recalde, de 18 años, a su primera clase de Psicología en la Universidad de Navarra. Con la ilusión del comienzo y la pequeña alegría de la rebaja en una tarifa que empleará a diario “por necesidad”. “Está bastante bien para incentivar el uso de la villavesa y es positivo pensando en reducir la contaminación”.

Carlos Echeverría, de 68 años, y de vuelta de Pamplona tras un viaje “para distraerse”, bromeaba. “Había oído la noticia, pero no sabía que también nos afectaba. Como parece que no estamos en el mapa... Llueve en todas partes menos aquí. Al menos esto nos llega”, comentaba. Tantas historias y respuestas como usuarios de la villavesa.

Para algunos fue una sorpresa. Otros, al seguir la rutina de pasar la tarjeta por la máquina, ni siquiera repararon en el descuento que se veía en la pantalla respecto a la tarifa abonada un día antes. Había quien llegaba con la noticia aprendida tr

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