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Incendios

Rematar la "cola" del fuego para salvaguardar el resto de la sierra del Perdón

Bomberos y la UME se esforzaban este lunes por abrir cortafuegos que dejaran aislada la parte quemada y evitar que alguna llama saltara a la parte este

Dos efectivos de la UME (Unidad Militar de Emergencias) suben por la ladera del Perdón con un paisaje, a sus espaldas, entre calcinado y aún sin tocar por el fuego EDUARDO BUXENS

"¿Podemos estar ya tranquilos?". Quien lo preguntaba era un hombre que a caballo había llegado hasta el alto del Perdón donde efectivos de diferentes parques de bomberos de Navarra y de la UME (Unidad Militar de Emergencias) trabajaban para aislar la zona quemada del resto de la sierra. “Pues, no”, respondía el sargento de los bomberos del parque de Lodosa poco antes de desaparecer entre la vegetación, ladera abajo, en pos del buldócer que iba a continuar con el cortafuego abierto por la UME en la parte del mirador del Perdón, bajo los molinos de viento. “Es sencillo, a un lado lo quemado, al otro lo verde. Y entremedio, lo más ancho que se pueda”.

Y con esa directriz comenzó la tarea el operario de la máquina que, hasta la cima de la sierra, desplazó la empresa Ream, gestora del centro de tratamiento de Esparza de Galar. “Me ha llamado el Gobierno de Navarra a ver si tenía un buldócer. En casos así, uno no pregunta por el dinero, qué mas da”, decía Jaime Sagüés, de Ream. También Transportes Ábrego Aldaya, del polígono de Imárcoain, puso a disposición del Ejecutivo foral el camión que trasladó la máquina de dos toneladas. “En momentos como éste hay que arrimar el hombro”.

Y mientras el buldócer se adentraba entre el bosque, subían por el monte los efectivos de la UME, que este lunes había desplazado a la sierra dos pelotones con 17 personas en un grupo y 16 en otro. Con azadas abrían ese corredor de seguridad para dejar aislada la parte quemada del Perdón, la derecha según se sube por la autovía Pamplona-Logroño; y, en el otro lado, la tierra calcinada de cultivo y de monte que se adentró hasta las calles de Legarda y Obanos. En esa zona, eran alrededor de 70 bomberos de Navarra y también de Álava los que se encargaban de esta doble labor: de un lado, hacer el cortafuego y, de otra, ir apagando los rescoldos que aún humeaban tras una larga noche para dejar el fuego “estabilizado”.

CARRETERA CORTADA

La NA-1110, que atravesaba el Perdón cuando aún no se había hecho la autovía Pamplona-Logroño con los dos túneles que a los pies del monte atajan el camino, este lunes estaba cortada. Un grupo de ciclistas preguntaba a la patrulla de la Guardia Civil apostada en Astráin si es que aún había fuego y los dos agentes les respondían que no, que el problema eran los árboles calcinados que estaban cayendo a la calzada. Por el otro lado, la barrea de había colocado en la salida de la autovía para acceder a Legarda y, más al norte, a Uterga.

Y a ambos lados de este vial, un paisaje convertido en gris, con focos humeantes a los que esta vez la climatología no quería favorecer a diferencia del sábado y domingo, con rachas de aire y un calor sofocante. Este lunes, incluso, hubo un amago de lluvia que quedó en eso, en cuatro gotas. Pero la humedad era del 70% y el viento, aunque soplaba hacia el este, hacia Uterga, Zariquiegui o la Cendea de Galar, lo hacía de forma suave.

“El trabajo más importante ya está, que ha sido apagar el fuego. Ahora lo que más cuenta es lo vuestro”, repetía un mando a los bomberos y a los efectivos de la UME para incidir en la necesidad de los cortafuegos. “Con anchura suficiente para que a ninguna chispa se le ocurra saltar a la copa de un árbol del otro lado”, insistía el mando.

Eran las doce menos diez cuando el buldócer tomaba el relevo a los efectivos de la UME. Hasta el lugar, iban llegando camiones de bomberos para apuntalar la otra de las tareas, terminar con cualquier conato de llama que hubiera a los lados del corredor de seguridad. Las mangueras se convertían entonces en las protagonistas mientras se iban subiendo las azadas y desbrozadoras. También las motosierras que se habían pedido a los agricultores y vecinos de los pueblos de alrededor para despejar de vegetación las lindes de estos cortafuegos.

Además, se acercaban los empleados del Guarderío de Navarra para asistir a los bomberos y efectivos de la UME. Un trabajo sin apenas testigos por las restricciones en el acceso. A un empleado de la Cendea de Galar sí se le permitió pasar como contacto directo con el Ayuntamiento por si había que avisar del peligro. Y a su lado, la presidenta del concejo de Galar, Lorea Rodríguez, hablaba de “calma tensa”. “Estamos más tranquilos al no ver ya llamas. Pero es desolador cómo ha quedado todo”. “Nuestros hijos no podrán conocer este paisaje como nosotros”, decía uno de sus acompañantes.

"¿Podemos estar ya tranquilos?". Quien lo preguntaba era un hombre que a caballo había llegado hasta el alto del Perdón donde efectivos de diferentes parques de bomberos de Navarra y de la UME (Unidad Militar de Emergencias) trabajaban para aislar la

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