Pablo Segura, cómo mirar el mundo con las manos
Este pamplonés comenzó a perder vista a los 12 años por una enfermedad rara, la retinosis pigmentaria. Ahora, con 49, es ciego total y preside el Club Deportivo de Ciegos de Navarra
- Sonsoles Echavarren
Cuando cumplió 12 años, Pablo Segura Torres comenzó a tropezarse con los muebles de su casa por la noche. Se chocaba contra las esquinas y tenía que tantear las paredes del pasillo. Una situación que puso a sus padres en alerta. La ceguera ya había visitado a su familia con el nombre de retinosis pigmentaria (una enfermedad rara y genética que padecía una tía materna de Pablo) y sospecharon que él podía haberla heredado. Y por desgracia, así fue. En un momento complejo, en el Pablo entraba en la adolescencia. Hoy, con 49 años, es ciego total desde hace dos. Tras utilizar bastón durante casi tres décadas, ahora convive con un perro guía, un labrador negro que se llama Bred y que se ha convertido en sus ojos. Fisioterapeuta formado en la escuela de la ONCE en Madrid, preside también el Club deportivo de ciegos en Navarra y capitanea el único equipo de ‘golball’ (un tipo de fútbol adaptado que se juega con un balón con cascabeles) de la Comunidad foral, donde residen actualmente unos 800 ciegos (con menos del 10% de visión). “El deporte es una ventana al mundo para eliminar tabúes psicológicos”.
CIEGOS DE NACIMIENTO SIN TRAUMA
Sobre si es ‘mejor’ nacer ciego o perder la vista a lo largo de la vida por un accidente o enfermedad, Segura no lo tiene claro. “Es la eterna pregunta que nos hacemos. Ahora bien, los ciegos de nacimiento no tienen traumas porque no conocen cómo es el mundo. Nosotros, aunque sabemos más allá de lo que tocan nuestras manos, lo asumimos peor”, confiesa. Y recuerda que cuando él comenzó a perder bastante vista (alrededor de los 20 años) necesitó asistencia social y psicológica. “Te preguntas: ‘¿Por qué a mí? Tienes que aprender a leer en ‘Braille’ y actividades de la vida cotidiana, como a partir un filete”.
Su vida con el perro guía, asegura, es “maravillosa” y eso que antes de tener a Bred no le gustaban las mascotas. “Es como un coche. Te guía pero el volante lo llevas tú”. Gracias al animal, reconoce, su movilidad por la calle ahora es mucho mejor (se choca menos contra las farolas, los coches aparcados en pasos de cebra...).
Pablo Segura Torres recuerda que por ley, el perro guía puede entrar en todos los lugares, excepto los quirófanos y las cocinas de los restaurantes. ¿Y el deporte? En el club imparten ahora clases de natación, ajedrez, tiro con carabina, ‘golball’ y multideporte para niños.
Cuando cumplió 12 años, Pablo Segura Torres comenzó a tropezarse con los muebles de su casa por la noche. Se chocaba contra las esquinas y tenía que tantear las paredes del pasillo. Una situación que puso a sus padres en alerta. La ceguera ya había v
Diario de Navarra
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