Loading...
Casa de Zúñiga

Los descendientes de Íñigo Arista, reyes sin corona durante mil años

El linaje del primer rey de Pamplona no pudo asentarse en el trono navarro, pero tras recibir el humilde señorío de Zúñiga consiguió expandir sus tierras hasta erigirse en una de las más grandes casas nobiliarias de España

Algunas de las posesiones de la Casa de Zúñiga: el castillo de Monterrei (Ourense), el Palacio de Monterrey en Salamanca y el Palacio ducal de Béjar, junto al escudo de armas del linaje y a la estatua de Íñigo Arista en Madrid DN

El personaje de Aragorn en 'El señor de los Anillos' descendía del más alto de los linajes, de los reyes de Gondor y Númenor, de Elendil, Elros e Isildur. Sin embargo, vagaba por los bosques como oscuro líder de los "montaraces del norte", un pueblo errante que se había quedado sin reino. Caso bien distinto es, en la vida real, el de los descendientes de los primeros reyes navarros, de Íñigo Arista, García Íñiguez y Fortún Garcés: ciertamente su linaje no ostentó nuevamente ninguna corona, pero lejos de constituir una recua de menesterosos han sido a lo largo de los siglos cardenales, virreyes, gobernadores, mariscales y tutores de monarcas, alcanzando por el camino el título de Grandes de España, el más grande al que puede aspirar la nobleza.

Pero empecemos por el principio. A los que estudiamos en la EGB nos contaron que Íñigo Arista fue el primer rey de Pamplona; los historiadores, sin embargo, parece que no se atreven a decir tanto y dudan de que llegara a ostentar ese título. Incluso ponen en solfa que en su época, el siglo IX, existiera como tal el reino de Pamplona. Sea como fuere, de las brumas del tiempo se puede rescatar al menos el nombre de Íñigo Arista, el de su hijo, García Íñiguez, y su nieto, Fortún Garcés, como figuras importantes del poder cristiano en tierras de lo que hoy es Navarra, durante una época en la que los musulmanes se habían enseñoreado de la mayor parte de la Península Ibérica.

El linaje de estos tres "reyes" no tuvo continuidad en el trono pamplonés. A Fortún Garcés lo destronó el marido de su nieta, Sancho Garcés I, y allí se acabó la dinastía Arista-Iñiga. Corría el año 905 y había llegado el tiempo de la dinastía Jimena, que reinó en Pamplona hasta 1235.

¿Desapareció entonces el linaje de Iñigo Arista? Pues sorprendentemente no. Al parecer, Lope Fortúnez, hijo de Fortún Garcés, recibió el señorío de Stúnica (hoy Zúñiga, una pequeño pueblo de Tierra Estella) y aquel título se transmitió generación tras generación, convirtiéndose en el apellido del linaje.

HÉROES DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Cuenta la leyenda recogida por el medievalista Pedro Manuel Cátedra que, en el siglo XIII, en la mítica batalla de las Navas de Tolosa, el señor de Zúñiga -de nombre Íñigo Ortiz- acompañó al rey de Navarra, Sancho VII el Fuerte. Dice también que fue "el más señalado caballero en la compañía del rey" y, por ello, "se le permitió incluir las cadenas en su escudo y pendón, que antes era todo de color blanco, pero con la condición de que solo estén alrededor y no cruzando por la mitad". Y como se ve en la imagen que ilustra este artículo, el escudo de armas de la Casa de Zúñiga luce las mencionadas cadenas. La banda negra sería un añadido posterior en señal de luto por la muerte de los reyes San Luis IX de Francia y Teobaldo II de Navarra, quienes habían tomado parte en la cruzada convocada por el papa Clemente IV.

El prestigio ganado en las Navas de Tolosa -sigue la leyenda- le habría garantizado el cargo del alférez del reino a los señores de Zúñiga. Pero de ello se aprovechó un señor rival, el "de Bazán". Durante una guerra entre Navarra y Aragón, el alférez tuvo que acompañar a su rey, lo que aprovechó el señor de Bazán para atacar la villa de Zúñiga. Sin embargo, la mujer del alférez organizó la defensa y envió un mensaje a su marido para que regresa en su auxilio, y el señor de Zúñiga, cuando lo supo, pidió licencia al rey y regresó a toda prisa a sus tierras, donde derrotó a su enemigo.

Vista la localidad navarra de Zúñiga, en Tierra Estella EDUARDO BUXENS

El señor de Bazán huyó a La Rioja y recibió el amparo del rey de Castilla, lo cual empujó al de Zúñiga a aliarse con otros señores que estaban levantados en armas contra el rey castellano, Fernando. Muerto éste, su hijo y sucesor, Alonso, viendo que no podía vencer a los señores rebeldes, les ofreció que se pasaran a su servicio. Ellos aceptaron, pero con dos condiciones: que el señor de Bazán fuese desterrado y que se les cedieran las tierras que habían fortificado durante sus años de lucha. Y el rey transigió. Así fue como el señor de Zúñiga pasó a ser vasallo de los monarcas de Castilla, según el texto de Pedro Cátedra.

OTRA TEORÍA: VÍCTIMAS DE LA GUERRA DE LA NAVARRERÍA

Quizá más fundamento que la leyenda tenga la teoría de que el alférez Íñigo Ortiz de Stúnica tuvo que abandonar Navarra al apoyar al bando contrario al de la reina Juana I de Navarra durante la guerra de la Navarrería. El rey de Castilla y León, Alfonso X "el Sabio", no solo le acogió con los brazos abiertos, sino que le reconoció como ricohombre de Castilla.

Un nieto de Íñigo Ortiz, Diego López, recibió el señorío de Béjar, clave en el crecimiento del linaje, y realizó el primer intento de castellanización del apellido Zúñiga, convirtiéndolo en Estúñiga. A finales del siglo XV, otro nieto, a su vez, del mencionado Diego López de Estúñiga, fue premiado por los Reyes Católicos con la elevación a ducado del señorío de Béjar, lo cual supuso un impulso más para los descendientes de Íñigo Arista.

GRANDES DE ESPAÑA

Pero el salto definitivo al Olimpo nobiliario se produjo cuando Carlos I, en 1520, año en que fue coronado emperador en Aquisgrán (antigua capital de Carlomagno), otorgó a la Casa de Zúñiga la máxima dignidad a la que puede aspirar la nobleza, la Grandeza de España, y, además, por partida doble: una para la rama del duque de Béjar y sus descendientes y la otra para la del Conde de Miranda del Castañar.

Desde entonces, el apellido Zúñiga (castellanizado así definitivamente) ha sido sinónimo de prestigio y muchos han intentado utilizarlo o añadirlo a sus nombres. En otros caso, el rastro de los Zúñiga quedó postergado detrás de otros apellidos, como es el caso de Luis de Requesens y Zúñiga, segundo jefe de la armada española en Lepanto y gobernador de los Países Bajos, e hijo de Juan de Zúñiga y Estefanía de Requesens. El acuerdo matrimonial entre las familias le obligó a intercambiar el orden de sus apellidos.

La pléyade de miembros ilustres de la Casa es extensa: a Alonso de Zúñiga, IV duque de Béjar, le dedicó 'El Quijote' Miguel de Cervantes; otros fueron mariscales de Castilla, hubo virreyes de Navarra, Perú y Nueva España, gobernadores del Milanesado, tutores de reyes, cardenales y arzobispos, escritores, e incluso la "Doña Perfecta" de Benito Pérez de Galdós era Inés de Zúñiga y Velasco, la consorte del conde-duque de Olivares. El patrimonio acumulado también está a la altura, con una lista vertiginosa de castillos y palacios, algunos declarados monumentos históricos.

Así, a lo largo de un milenio, la estirpe de Íñigo Arista, de aquel caudillo que quizá fue rey de Pamplona, se ha mantenido a un paso del trono, siempre cerca de los reyes, pero sin volver a ostentar la corona. Esa misma que, quién sabe, quizá sí lució en nuestra tierra el más antiguo de sus representantes.

El personaje de Aragorn en 'El señor de los Anillos' descendía del más alto de los linajes, de los reyes de Gondor y Númenor, de Elendil, Elros e Isildur. Sin embargo, vagaba por los bosques como oscuro líder de los "montaraces del norte", un pu

Para leer este contenido exclusivo, debes tener una suscripción en
Diario de Navarra
Tipos de suscripción:
  • Web + app (0,27€ al día)
  • Versión PDF
  • Periódico en papel
Mereces información de calidad, sin límites