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Infancia

282 menores tutelados en Navarra viven acogidos por familias y 324 lo hacen en centros

El Gobierno busca más hogares de acogida para invertir estas cifras

Niño jugando sobre una alfombra Pixabay

En Navarra hay 282 menores que viven con familias de acogida. Esa cifra con la que se cerró el año 2022 se mantiene “bastante estable” en los últimos años, entre los 250 y los 280. Son niños y adolescentes que se han visto en “una situación de desamparo grave”, que ha llevado al Gobierno de Navarra a asumir la tutela y ceder la guarda y custodia a adultos que no son los padres biológicos.

El acogimiento se trata de una medida de protección que, en principio, tiene carácter temporal, aunque en algunos casos se prolonga hasta que el menor cumple los 18 años. Mientras el niño permanece viviendo lejos del nucleo familiar de origen, se establecen visitas con la familia biológica. No se trata de ninguna manera de una adopción, en cuyo caso la tutela pasa a la familia adoptante.

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FAMILIA EXTENSA O AJENA

Existen diferentes tipos de acogimiento. En cuanto a la familia acogedora, se intenta siempre como primera opción que los menores puedan quedarse con la familia extensa: abuelos, tíos, hermanos mayores, etc. Si eso no es posible, se recurre a familias ajenas dispuestas a abrir su hogar a uno de estos chicos que, de otra manera, se ven obligados a vivir en pisos (6-8 plazas) o residencias (9 plazas). En esta situación hay en la actualidad 324 niños y niñas.

“Lo que necesitamos es darle la vuelta a esta cifra, que cada vez haya más niños en familias y menos en los centros”, explica Olga Chueca, subdirectora de Familia y Menores de la Agencia Navarra de Autonomía y Desarrollo de las Personas. “Todo niño tiene derecho a tener una familia, o biológica, o adoptiva o de acogida”, enfatiza.

Cualquier familia, independientemente de su estructura, puede solicitar realizar un acogimiento, ya sea una persona o una pareja con o sin hijos. No obstante, se requiere pasar una valoración de idoneidad, mediante la que la Administración se asegura de que se reúnen unos requisitios mínimos básicos.

Según el tiempo que se prolongue la acogida, se establecen distintos tipos de acogimiento. El más corto es el de Urgencia, que se aplica a menores con los que hay que intervenir con carácter de emergencia o durante el periodo necesario mientras se valora su situación. Está dirigido a niños y niñas de entre 0 y 6 años. Es una medida de corta duración, en principio no más de seis meses, que trata de evitar el ingreso de estos menores en centros. “Puede haber algún menor de 6 años en un centro de forma muy puntual, pero casi siempre porque forma parte de un grupo de hermanos. Son casos muy difíciles de gestionar”, reconoce. Solamente 8 familias en toda Navarra están dispuestas a acoger de un día para otro a uno de estos niños, recién nacidos en algunos casos. “Nos harían falta por lo menos el doble, porque es necesario que estas familias tengan periodos de descanso. Sobre todo, emocional”.

Por otra parte está el acogimiento temporal, que no puede durar más de dos años. Se aplica en aquellos casos en los que se prevé que la familia de origen va a ser capaz de resolver sus problemas, de modo que el menor podrá regresar con ellos.

Por último, está el acogimiento permanente, que está destinado a niños y niñas para los que no se prevé el retorno a su familia de origen en el plazo marcado (2 años), de modo que que es preciso articular una medida de mayor estabilidad. Se plantea con carácter indefinido y puede prolongarse hasta la mayoría de edad. “Y cada vez vemos más chavales que, una vez cumplidos los 18, se quedan con su familia de acogida”, apunta Chueca.

“Pasar de un acogimiento temporal a otro permanente es muy habitual. Una familia acoge en primera instancia a un niño hasta ver si es posible reintegrarlo en su nucleo biológico y, cuando se ve que no es posible, se pasa al acogimiento permanente. Se hace en esa misma familia para que el niño no viva más cambios”, desarrolla.

Existe también otra opción que, a juicio de Chueca, puede resultar una buena puerta de entrada. “Se llama acogimiento de referencia y no implica convivencia. Se trata de acompañar a un menor que vive en un centro unas horas a la semana para hacer los deberes, para llevarle a hacer un deporte o al cine. Se trata de generar nuevos vínculos y permite ir conociéndose más poco a poco”, explica la subdirectora de Familia y Menores.

FAMILIAS MUY COMPROMETIDAS

Valora Chueca que “falta conocimiento y sensibilidad social” hacia el acogimiento de menores. Es un paso que “cuesta dar” y, de hecho, debe ser “una decisión consciente y muy madura”. Pero, una vez que una familia se implica, suele permanecer dentro del programa. “La gente puede pasar entre uno y dos años meditando la decisión, pero después son familias y personas muy comprometidas”. Recuerda también que estas familias, que reciben una prestación económica mensual (entre 650 y 750 por un menor según tipo de acogimiento, ) “no están solas”, sino que cuentan con un “un servicio de orientación y acompañamiento”.

En Navarra hay 282 menores que viven con familias de acogida. Esa cifra con la que se cerró el año 2022 se mantiene “bastante estable” en los últimos años, entre los 250 y los 280. Son niños y adolescentes que se han visto en “una situación de desamp

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