Hallada en Navarra 'la mano de Irulegi', con el texto más antiguo en lengua vascónica, del siglo I a.C.
Forma parte del material extraído en las excavaciones, desde 2017, del poblado de la Edad del Hierro en el monte del valle de Aranguren
- Cristina Aguinaga
“Sorioneku”, que se podría traducir como “de buena fortuna” y destaca por el parecido con el vocablo vasco “zorioneko”, es la primera de las cinco palabras y la única de las 40 que ha podido ser descifrada en la llamada “Mano de Irulegi”. Una pieza “espectacular” a ojos de los arqueólogos y “excepcional” para los filólogos y que ha sido confirmada como el documento más antiguo y más extenso escrito en lengua vascónica” de los localizados hasta ahora. Aparece escrita en una pieza de bronce, apenas una lámina, con forma de mano que se encontró entre los restos carbonizados de una vivienda. Posiblemente en la puerta de entrada como una suerte de bienvenida y deseos para moradores y visitantes.
Datada en el siglo I a.C., se localizó hace casi un año y medio. En la excavación del poblado de la edad del Hierro que se estudia desde 2017 a los pies del castillo medieval recuperado en la cima del monte Irulegi, en el valle de Aranguren. Sus restos permanecían enterrados desde hace 2.100 años tras la destrucción del asentamiento en las guerras sertorianas, contra partidarios de Pompeyo, cuando los romanos convirtieron Hispania en campo de batalla.
MÁS DE 2.000 AÑOS
"Ratifica que la lengua se hablaba en este territorio”. “Muestra un sistema gráfico propiamente vascónico en funcionamiento en esa época”. “Es el primer testimonio directo del pueblo vascón y un primer paso en un largo camino de estudios e investigaciones”. “Ojalá esa mano sea la de la bienvenida y acogida a Aranguren”. La presentación de la llamada “mano de Irulegi”, llevada a cabo ayer en el palacio de Góngora, en el “corazón del valle de Aranguren”, y anticipada como un “importante hallazgo arqueológico” estuvo plagada de deseos, emoción y nociones de arqueología, restauración y lingüística. También de llamadas a la prudencia ante las reacciones de algunos de los testigos directos de un “hallazgo histórico”.
Se descubría así un secreto que guardaban hasta ahora en el departamento de Cultura del Gobierno de Navarra, que se encarga de la conservación y restauración de piezas arqueológicas; el ayuntamiento del valle de Aranguren, que impulsó la investigación, y en Aranzadi, la sociedad de ciencias que lleva a cabo el trabajo de campo. También lo dirige, con Mattin Aiestaran al frente. Él trasladó a Príncipe de Viana un hallazgo que han corroborado sus técnicos restauradores y geólogos y los catedráticos de filología Javier Velaza (Universidad de Barcelona) y Joaquín Gorrachategui (Universidad del País Vasco). Todos participaron en la presentación.
Grabado con puntos
La puesta en escena incluyó el descubrimiento de una pieza de estaño (53,19%), cobre (40,87%) y plomo (2,16%). Una lámina lisa en el lado de la palma y que en el dorso todavía conserva la forma de las uñas de los dedos anular, corazón en índice. Sus dimensiones son de tamaño natural, con una altura de 143,1 mm, un grosor de 1,09 mm y una anchura de 127,9 mm. Pesa 35,9 gramos. Con una perforación de 6,51 mm de diámetro que permitió clavarla.
Ya limpia del barro que acumuló durante los siglos de entierro, dejaba ver la inscripción. Cinco palabras (40 signos) repartidas en cuatro líneas. En un alfabeto de la familia de los “semisilabarios ibéricos” pero con características que llevan a catalogarla como “un subsistema específico del territorio vascón”, dijeron los lingüistas. Antes documentaron la calidad y singularidad del hallazgo. “Es una pieza extraordinaria. No se conoce en la península Ibérica ni en ninguna de sus lenguas una inscripción en este soporte, una mano; por el tipo de sistema gráfico, importado de los iberos pero con características singulares; por como se grabó, con puntos, y porque ratifica que esa lengua se hablaba en ese territorio”, adelantó Javier Velaza, catedrático de filología latina.
PRUDENCIA Y EVIDENCIAS
Joaquín Gorrochategui, que después haría una llamada a la prudencia, recordó que no había un texto escrito en la lengua vascónica con más antigüedad. También certificó que se habría escrito en el lugar. Y se refirió a otros, sobre los que no había tantas certezas, como el bronce de Aranguren, monedas o el mosaico de Andelos. “Aquí no hay dudas porque la mano tiene características que la hacen vascónica y no genéricamente ibérica. Y el material es bronce y no plomo que se usaba en la cultura epigráfica ibérica”, señaló el experto en paleontología y catedrático de lingüística Indoeuropea.
Cerró la presentación María Chivite, presidenta del Gobierno foral, que acudió con la consejera de Cultura, Rebeca Esnaola. “Es un hito histórico de primer orden y supone un salto como pocos en el conocimiento que hasta ahora teníamos de nuestra historia y nuestra cultura”, dijo. Valoró el trabajo “riguroso” llevado a cabo. “Lo más apasionante es que es solo el comienzo. No sabemos qué otros tesoros guarda Irulegi”. Y adelantó su próxima exposición en una jornada y, más tarde, en el Museo de Navarra. Manuel Romero, alcalde de Aranguren, apuntó también al rigor de la investigación y al afán por dar a conocer la historia y formas de vida, “lejos del interés por la explotación turística”.
La presencia del poblado vascón en la ladera del monte Irulegi, en Aranguren, ya se daba por hecha cuando hace quince años empezó a trabajarse en el castillo medieval de la cima. Pero no fue hasta 2017 cuando el ayuntamiento local encargó su investigación arqueológica. En 2019 empezó a salir a la luz una parte de la historia enterrada bajo capas de tierra y piedras, en una parcela privada destinada antes al pastoreo y llamada a ser Bien de Interés Cultural (se tramita la declaración). Una historia “congelada” desde que el poblado fue abandonado, presumiblemente en el marco de las guerras civiles romanas entre partidarios de Quinto Sertorio y Lucio Cornelio Sila.
Así lo cuentan desde la sociedad de ciencias Aranzadi, que dirige la investigación arqueológica . Según sus análisis, el asentamiento se habitó desde la etapa medio tardía de la Edad del Bronce (siglos XV y XI a.C.) hasta el primer tercio del siglo I a.C., en la edad del Hierro. El lugar fue abandonado a comienzos hace casi 2.100 años, tras ser incendiado por las tropas atacantes. Así se presume por el hecho de que no se han localizado restos de víctimas en la batalla. Sí que se mostraron, en 2020, los de un bebé perinatal enterrado en una de las viviendas del poblado.
“La mano de Irulegi es una pieza espectacular en un yacimiento que también lo es. Un poblado protohistórico que tras ser abandonado tras un ataque nos ha dejado objetos cotidianos sin alterar, que nos permiten estudiar y conocer de primera mano las formas de vida y la sociedad de la época. Nos da una imagen congelada del momento”, se felicitaba ayer Mattin Aiestaran, director de la excavación arqueológica.
“Sorioneku”, que se podría traducir como “de buena fortuna” y destaca por el parecido con el vocablo vasco “zorioneko”, es la primera de las cinco palabras y la única de las 40 que ha podido ser descifrada en la llamada “Mano de Irulegi”. Una pieza “
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