Dos agricultores salvaron Arraiza
En el valle de Etxauri digerían los daños del incendio que rozó núcleos urbanos. En la tarde del domingo el fuego se reavivó en Belascoáin y quemó dos casas en Arguiñáriz
- Pilar Fernández Larrea
Maldita paradoja. El día en que Pedro Salaberri recibía el Príncipe de Viana ardían los paisajes que más gustan al pintor pamplonés. Y vecinos y bomberos se afanaban en frenar las llamas, en devolver al paisaje el instante que detiene en sus lienzos el artista.
“Solo venía a darles las gracias”. Fue la frase llena de contenido de una vecina a José Javier Armendáriz Rezusta. Con 78 años “se jugó el tipo” para salvar Arraiza, el pueblo donde nació y donde siempre ha sido agricultor. No lo decía él, lo subrayaban los vecinos en el mediodía más extraño de un domingo sin vermú. Emilio Lacunza fue el otro héroe de este concejo que ronda los cien habitantes. Los dos roturaron con sus tractores todo el perímetro del pueblo para impedir que las llamas que lo acorralaban alcanzaran las viviendas.
José Javier, con la pequeña de sus cuatro hijas en el tractor quitaba hierro al heroísmo. “A las dos ya vimos humo desde Legarda y por la tarde los bomberos nos dijeron de rodear el pueblo con los cortafuegos, nos ayudó un chico de Zabalza también. Ha sido tremendo, pero hace once años hubo un incendio grande aquí”. El alcalde, Juan Amatriain, explicó que desalojaron a media tarde del sábado y desde las 4 de la mañana pudieron volver. Pero no todos se fueron. Tampoco él. “Me juego el tipo, pero ¿Qué te queda? Los dos agricultores han salvado el pueblo, hay casas que colindan con la mies”, apuntaba la angustia de quienes perdieron animales domésticos: gallinas, conejos, ocas, algún perro. Se quemó la casa del ermitaño de Arrigorria. Y el campo sin cosechar. Nadie ha dormido: “Me levantaba, iba a la ventana y qué relumbre.. Pero estamos contentos: no se han quemado casas”.
Ane Martínez de la Hidalga Alzu tiene 10 años y describía con detalle cómo habían vivido el desalojo en esta localidad de 60 habitantes, cuyo censo se dobla en fin de semana. Cerca del casco urbano está el centro evangelista con otro centenar de personas. “El fuego saltó el río y la Guardia Civil dijo que había que irse, aquí no llegó, pero se veía todo naranja, rojo y mucho humo”, apuntaba Ane. Pasó la noche en Barañáin con su familia y ayer por la mañana regresaron. Hoy irá a clase a la ikastola Paz de Ziganda. Su hermano pequeño tenía excursión a Senda Viva. El whatsapp que comparten los vecinos les puso en alerta.
“En 2007 hubo otro incendio, nos desalojaron y cuando regresamos nos vinimos abajo”, recordaba Ángel Riera, panadero de Arguiñáriz. El sábado se desalojó a los quince habitantes. Él se quedó con seis bomberos porque conoce las pistas, también un ganadero de Salinas. Toda la noche. Regresaron por la mañana y el núcleo volvió a desalojarse a mediodía. Riera apuntaba a distintos frentes: desde Puente la Reina y de la ermita de Gorriza. Acudieron hidroaviones, camiones de la UME... El fuego quemó dos viviendas: Casa Herrero y casa Mercero, ésta deshabitada. Habría afectado también a parte de la casa del concejo. A las 20.30 horas el panadero volvía al pueblo por la pista de Guirguillano. “A ver qué nos encontramos, esperamos continuar”, no perdía la esperanza y agradecía la labor de los bomberos.
Los ojos se le llenan a José Ignacio Olano Zabaleta. Es uno entre los 78 habitantes de Echarri y trataba como el resto de digerir una situación endiablada. Las llamas rozaron el pueblo el sábado. Lo desalojaron y algunos, entre ellos él, se quedaron. “He estado con el alguacil de Etxauri hasta las 5.30 con la manguera”, subrayaba a media mañana la ardua labor de los vecinos, con un bombero que les indicaba: “Humedecer todo lo que podáis, abundante agua”. Se perdió campo, se salvaron las cerezas, y se quemaron al menos dos casas de campo y otra sufrió importantes daños. “¡Madre mía el olivo!, se sorprendía Tere Ochoa en esta última. Ella y su marido, José Rojo, pasan largas temporadas allí. Se calcinó la cubierta de la piscina, el gallinero, la pajarera, toda la zona de barbacoa... Toda la familia, hasta los nietos, se afanaban en adecentar el entorno rodeados de rescoldo.
Ascensión Goñi Arroqui, 78 años, invita a cerezas a los periodistas. Calma amable una mañana de caos y nervios. Ella y su marido Roberto Gutiérrez dejaron su casa, la natal e ella, piedra y madera frente a la sierra de Etxauri, el sábado por la tarde, cuando la Guardia Civil fue puerta por puerta alertando a los vecinos. “¿Miedo? Sí, pero varios agricultores se quedaron toda la noche haciendo corta fuegos”, precisaban. Cerca roturaba Pablo Riezu con su tractor.
La calma se rompió por la tarde, cuando se reavivó el fuego y bomberos y vecinos se volvieron a volcar para evitar
Maldita paradoja. El día en que Pedro Salaberri recibía el Príncipe de Viana ardían los paisajes que más gustan al pintor pamplonés. Y vecinos y bomberos se afanaban en frenar las llamas, en devolver al paisaje el instante que detiene en sus lienzos
Diario de Navarra
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