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Obituario

José Pérez Sola, trabajador de la construcción

José Pérez Sola Cedida

La verdad es que escribir no es lo mío, soy más de hablar - él bien lo sabe- Pero tenía que hacerlo porque José Pérez Sola, Ciri, se fue sin tiempo para despedirnos y esta es mi forma de decirle adiós. O, mejor dicho, hasta luego. 

El domingo pasado les dije a él y a Susana “Hasta el finde que viene” sin sospechar que unas horas más tarde se iba a caer desde lo alto del andamio hasta el suelo de una calle de su querido Puente la Reina/Gares, el pueblo que le viera nacer y crecer.

Fue en la calle de donde salen las vacas en fiestas. Esas vacas que tanto le gustaba recortar, no solo en Puente sino en todas las plazas y pueblos de Navarra. Iba la cuadrilla de amigos Evaristo, Josemi, Bailachi o Tano ente otros y hacían las delicias del público que se agolpaba tras la barrera. Qué arte tenía recortando, qué salero. 

Con qué alegría lo hacía todo, si hubiera que buscar un adjetivo que le definiese ese sería el de alegre. Era un jatorra, irradiaba alegría allá por donde iba.

Todos los días cuando llegaba al bar nos saludaba con un baile marca de la casa, lo mismo le daba un vals que salsa, que un rock&roll, siempre con la gracia que le caracterizaba. Luego nos invitaba diciendo “¿Alguien quiere tomar algo aparte de este cuerpazo?”. 

Cómo iba a pensar que ese, su cuerpazo, fuera a estar tan solicitado e iba a servir a otras personas para poder seguir viviendo. Y es que fue generoso incluso en la muerte. Como generoso era cuando los días de batida de jabalí preparaba el almuerzo para sus colegas de cacería. “Ellos disfrutarán mucho almorzando, pero yo mucho más preparando”, decía. “¿Has matado algún cuto hoy?”, le preguntaba. “Qué va, me han salido dos pero nada, el otro día me salió otro y tampoco, estoy gafado”. 

Tengo la sensación de que erraba el tiro porque quería demasiado a los animales. Y es que Ciri era un enamorado de la naturaleza y de los animales. De ahí su afición por los bonsáis, a los que cuidaba con gran mimo ayudado por el amigo Sebas y la pasión con la que nos hablaba de los animales que cuidaba en casa o de los animales exóticos que habíavisto en internet y que le habían llamado la atención. Echaremos de menos sus clases de naturaleza.

Y, sobre todo, le echaremos mucho de menos en las birras de la tarde en el Jubi con Osa y Lesi, en el vermú del domingo en la Cata, en las comidas y cenas en el Centro, en las partidas de mus, en Gazólaz animando al Infanzones . . . 

Le recordaremos siempre, en todos los sitios y toda nuestra vida, en especial cuando estemos con Susana y sus hijos Joseba y Zuriñe. Entonces será como volver a verle, con su mirada risueña y su sonrisa de niño travieso. Hasta siempre, amigo.

La verdad es que escribir no es lo mío, soy más de hablar - él bien lo sabe- Pero tenía que hacerlo porque José Pérez Sola, Ciri, se fue sin tiempo para despedirnos y esta es mi forma de decirle adiós. O, mejor dicho, hasta luego. 

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