La última travesía del marino mercante, uno de los engaños de los estafadores en Navarra
Uno de los engaños que urdieron estos estafadores consistió en pedir a la víctima que costease la custodia de sus presuntos ahorros, guardados en un barco y amenazado por unos piratas
- Carmen Remírez
En la soledad del buque, la ilusión de una nueva vida en común ameniza la cuenta atrás para una jubilación alejada de la mar. Así lo relata por correo un presunto marino mercante a la mujer con la que la ha iniciado una relación afectiva.
Su media naranja espera que llegue a buen puerto y, mientras tanto, le lee a miles de kilómetros, en España. Como ella, él también le va contando de sí mismo, contándole sus sueños. Y sus miedos.
Resulta que junto a él y su tripulación, en el barco viajan también todos sus ahorros, cimiento de esa nueva etapa de retiro dorado. Pero, ay, sobre la última travesía en alta mar se ciernen amenazas que sugieren un cambio de planes.
Hasta cubierta han llegado noticias de que en ese viaje se exponen a los ataques de otros barcos, piratas, que pretenden asaltarlos. ¿Y si encuentran ese dinero? El marino mercante sugiere a la mujer una posible solución, que ella financie la custodia de ese capital.
Mediante una empresa de mensajería, quedará a buen recaudo para que los dos puedan disfrutar de él en un futuro. Es más, que lo guarde ella en España, país más civilizado, donde los piratas no acechan. O al menos, no saltan al abordaje.
Esta historia es ficción, obviamente, pero tristemente no lo es la estafa que sufrió la sufrida señora que adelantó ese pago a la empresa de mensajería.
Cuando expuso los detalles a la Guardia Civil, los agentes buscaron correspondencias entre la imagen de sí mismo que el marino había enviado a la mujer y el océano de internet. El marino mercante no era tal, claro está, aunque sí vivía en las antípodas. En concreto, había usurpado el rostro de un actor neozelandés.
Otra búsqueda similar condujo hasta un perfil real. Se trataba de un médico turco que tenía abierto su identidad y del que los estafadores habían tomado su nombre, imagen y hasta el modelo de coche descapotable que lucía en redes para hacer más atractiva su imagen. “Hay otros clásicos que ya se han explotado mucho, como el del militar de las fuerzas americanas destinado en Oriente Próximo o en Irak, pero también siguen funcionando “.
Esos son algunos de los rostros más lustrosos para atraer la atención del público atraído por hombres. En cuanto a las víctimas en busca de solteras, el prototipo de mujer del Este sigue siendo uno de los preponderantes. “Un chico que acabó denunciando ya llevaba un tiempo arrastrando sospechas y, para resolver esas dudas, le pidió a ella una especie de acto de fe. Bueno, la mujer se grabó un vídeo preparando una maleta y era un montaje en el que los estafadores iban ‘doblando’ a la chica, de tal forma que decía que sí, que estaba preparando su equipaje porque tenía muchas ganas de viajar a España a conocerle”. Cuando los guardias le mostraron que era un documento falso, se vino abajo.
El momento ‘desengaño’ es muy duro para estas víctimas, aseguran los investigadores. “Muchas veces no solo han dilapidado sus ahorros, sino que han pedido préstamos para hacer frente a las peticiones de dinero que les van haciendo”.
Recuerda especialmente uno de estos agentes el caso de un joven que, cuando acudió a comisaría a presentar la denuncia, ya había entregado 45.000 euros a su supuesta media naranja. “Al no haber autor conocido, el juzgado dio el caso por sobreseído. No sé muy bien qué entendió él de esa situación, pero el caso que retomó la ‘relación’ y, con ello, la entrega de pasta. Cuando volvió la segunda vez ya había pagado hasta 170.000...”.
En casos tan desesperados, cuando la ceguera de la víctima es tan evidente para todos excepto para ella misma, la Guardia Civil ha llegado a sondear la posibilidad de recurrir al entorno de esa persona, con idea de que puedan abrirle los ojos. “Pero, señora, créame, que ese hombre no existe. Que todo esto es una estafa. El nombre y el perfil son falsos y lo que busca en realidad es que usted le haga llegar dinero. Pregunte a ver a alguna persona de confianza sobre esto que le cuento, que igual ha oído hablar del tema. ¿Se le ocurre a quién puede recurrir?”. “No sé, como no se lo diga a mi marido...”.
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