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Entrevista

Elordi García, periodista: "Al superar la leucemia, me he dado cuenta de que la vida no es un maratón"

Elordi García era periodista en Madrid y vivía muy deprisa cuando le diagnosticaron leucemia. Con 36 años, su vida giró y hoy, ya recuperada, la cuenta en un libro para recaudar fondos contra la enfermedad. Mañana lo presenta en Pamplona

Elordi García Insausti, donostiarra de 45 años, presentará su libro ‘Imparable hasta la médula’, mañana en Pamplona (Nuevo Casino, 19 h). DN

Elordi García Insausti pasó la noche en observación en el hospital creyendo firmemente que el diagnóstico era un error. “Apenas dormí y pensaba que, por la mañana, me iban a decir que se habían equivocado con los análisis”. Pero no. La pesadilla se hizo realidad y el nombre de su enfermedad, totalmente inesperada, la abofeteó con fuerza: leucemia. “Tuve miedo al cáncer, a la quimioterapia y a la muerte. Estaba en ‘shock’ y no era capaz de creer que mi vida iba a ser otra”. Pero lo ha sido. Ha pasado de ser una periodista muy activa (tenía36 años y trabajaba en Telemadrid en el momento del diagnóstico, en diciembre de 2013) a ser una mujer más pausada, que ha abandonado por ahora la profesión para dedicarse a difundir la enfermedad que superó. Con el título ‘Insuperable hasta la médula’ (Ediciones Corona Borealis, 17 euros), ha escrito su primera novela, autobiográfica en este caso, para relatar su peregrinaje por la enfermedad y promover la donación de médula ósea “para salvar vidas”. El dinero recaudado se destinará a la Fundación Josep Carreras contra la leucemia. Mañana miércoles 8 de junio, lo presenta en Pamplona (Nuevo Casino, Plaza del Castillo, 19 horas). La acompañarán la presidenta de Domena (Asociación de donantes de médula de Navarra), Gloria Fernández; y la hematóloga del SNS, Mª Cruz Viguria.

¿Cómo está ahora?

Me doy con un canto en los dientes por seguir haciendo una vida normal, con mis revisiones en el hospital. No trabajo y, de momento, me estoy dedicando a promocionar el libro. No me planteó volver al ritmo de la tele.

¿Por qué, al tiempo de haber superado la leucemia, ¿decide escribir este libro en el que se ‘desnuda’ y cuenta sus avatares?

Siempre había querido escribir algo pero no sabía que iba a ser finalmente este libro. Cuando estaba en las habitaciones de aislamiento, tenía un cuaderno e iba apuntando cositas. Ahora que me he sentido con fuerzas, tenía una necesidad enorme de escribir y de agradecer a mi familia y amigos. Y también, de comunicar la importancia del trasplante y la donación de médula ósea. Para mí, el confinamiento fue un regalo que me permitió estar en mi casa, con buena salud, todas las comodidades y tiempo para escribir. ¡Después de haber estado en habitaciones de aislamiento me parecía un lujo! (risas)

Precisamente, concluye el libro hablando del cáncer en tiempos de pandemia y del doble aislamiento de los enfermos...

El covid ha ocultado otras muchas pandemias. Como la del cáncer. Se han retrasado diagnósticos, tratamientos... La soledad ha sido muy grande. Aparte del miedo que provoca el cáncer, los enfermos han sufrido también el miedo al contagio del covid (porque la quimio baja las defensas). Los dos últimos años han sido una época muy difícil para recibir un diagnóstico de cáncer.

¿Por qué es tan importante hablar de la donación de médula?

Porque mucha gente no la conoce y cree que se trata de una operación o confunde la médula ósea con la espinal. Se cree que tiene que ver con la columna vertebral y ,claro, da mucho miedo. Somos bastante generosos a la hora de donar órganos pero no tanto con la médula. Hay que saber que consiste en una extracción de sangre (dura unas cuatro o cinco horas) y se puede hacer desde los 18 años. Para entrar en el registro, basta con una muestra y si eres compatible (lo es una persona entre 450.000) se extrae más sangre y no es nada doloroso.

LA SANGRE DE UN ALEMÁN

¿Cómo fue su caso?

Mi donante fue un alemán de 42 años, al que no conozco, pero le debo la vida. Sus células se regeneraron en quince días y a mí me dio la posibilidad de seguir viviendo. Él lo hizo por mí. La Fundación Josep Carreras (fundada en 1991) creó un registró mundial de donantes para que cualquier enfermo pueda recibir médula de cualquier parte del mundo.

Tras el trasplante, usted tuvo muchas complicaciones...

En mi caso, fue muy duro. Estuve en la UCI y miré de cerca a la muerte. Nos cuesta hablar de ella pero yo lo hacía con mi familia. Es necesario normalizarla, aceptar lo bueno y lo malo y sentirse en paz.

Al superar la enfermedad, ¿cómo ha cambiado su percepción de la vida?

Las prioridades se dan la vuelta desde que aceptas tu enfermedad. Estar en una habitación de aislamiento, al comienzo, te ayuda a esa aceptación. Estás aislada, el mundo sigue y percibes ¡lo insignificantes que somos en esta vida! Fui consciente de que yo antes no vivía de manera muy diferente a un hámster (trabajar, correr, a casa...)¿Para qué? Ahora me he dado cuenta de la que la vida no es un maratón. Cuando te roza la muerte, lo único en lo que piensas es en pasar más tiempo con las personas que quieres y que te quieren, en dar una vuelta por el monte o bañarte en el mar. En situaciones cotidianas, nada grandioso. ¿Por qué cuando estamos vivos no lo apreciamos?

¡Menuda lección ha aprendido!

¿Recuerdas la fábula de ‘La liebre y la tortuga’? Yo antes era como una libre. Iba de aquí para allá. Pero ahora vivo más como una tortuga. Yendo despacio nos da tiempo a aprender la lección y a prestar más atención. Apreciamos más la vida y el camino.

FAMILIA y AMIGOS

Insiste en el libro que el apoyo de su familia y amigos fue crucial...

Cuando estaba en la UCI, muy mal, mi hermana vino a despedirse de mí en vida. Yo entonces tenía un virus contagioso, ella estaba embarazada y yo tenía miedo de que se contagiara. ¡Pero ella quería estar allí conmigo! Y yo encontré la razón para seguir: mi sobrino, la vida que venía a dar luz en la oscuridad. Yo quería, por lo menos, verle la cara al niño.¡Y hoy ya tiene 6 años! Los dos tenemos una relación muy especial y espero que sea así para siempre. El trasplante de médula es como un reseteo (te quedas sin defensas y tu cuerpo pierde la memoria de lo que era antes) y nos hemos ido poniendo juntos las vacunas (se ríe).Hemos seguido un camino paralelo. 

¿Le ha costado dejar el periodismo?

Cuando estaba delante del Tribunal Médico pensaba: quiero volver a trabajar nada más salir de la UCI. Me ha costado bastante y he tenido muchos duelos en el mismo periodo de tiempo (perdí la salud,mi pareja, el trabajo...) Soy consciente de que no podría trabajar con el mismo estrés que llevaba antes. En 2018, volví a la tele para entrevitar a Josep Carreras y sentí una punzada. Pensé: "¿Qué habría sido de mi vida si no me hubieran diagnosticado leucemia?" Pero bueno, creo que estoy haciendo mucho más con el libro, con las charlas que doy a jóvenes sobre la donación... En unos años, ya veremos. Ahora he aprendido a vivir el presente sin planear el futuro. Estoy muy agradecida a la Fundación Josep Carreras. No solo por haberme encontrado el donante sino por todo lo que han hecho. Que Josep Carreras haya escrito el prológo de mi libro es muy importante para mí. Muchas veces me pregunto qué habría sido de todos nosotros si a este hombre no le hubieran diagnosticado leucemia y no hubiera impulsado la fundación. 

En el libro, en muchas ocasiones, tanto usted como su familia recurren al humor. ¿Tan importante es para salir adelante?

Los dos pilares para la supervivencia son el amor y el humor. Sirven para cualquier circunstancia extrema. Si echas un poco de humor, se relaja todo. Creo que hay que reírse de uno mismo para otros también puedan hacerlo. Si no, a la gente que está alrededor le da todo más miedo. Viviríamos en un drama. 

Y concluye con un agradecimiento a la sanidad pública de nuestro país...

La campaña del cáncer de este año va por ese camino: todos somos iguales pero el cáncer no es el mismo según dónde nazcas o dónde vivas. En España, somos unos privilegiados con la sanidad pública que tenemos. En otros países, hay que pagar los tratamientos y en otros, ni siquiera hay salida. Desde el principio, yo he sido muy consciente de esta realidad y el libro es un agradecimiento a la sanidad pública. Si me hubieran diagnosticado esta enfermedad en Estados Unidos, no sé si habría salido adelante ni siquiera hipotecando todo. No somos conscientes de lo que cuestan los tratamientos oncológicos. Mira, por poner un ejemplo, un jarabe de la farmacia del hospital ¡costaba 3.000 euros! ¡Y era solo un jarabe! Tendría que destinarse mucho más dinero a la investigación. Insisto en que agradezco esta sanidad pública y, con la pandemia, ¡mucho más!

Elordi García Insausti pasó la noche en observación en el hospital creyendo firmemente que el diagnóstico era un error. “Apenas dormí y pensaba que, por la mañana, me iban a decir que se habían equivocado con los análisis”. Pero no. La pesadilla se h

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