Hallado ADN en 13 casos sin autor conocido este año en Navarra
En 2021, hasta el momento, el equipo de Criminalística ha estudiado 191 muestras tomadas en 130 asunto
- Carmen Remírez
Cuando explican su trabajo, ellos lo llaman ‘fijar la escena’. Son dos agentes del equipo de Criminalística de la Policía Foral, Santiago Zabalza y Selene Rol, y su objetivo profesional es reconstruir lo más fielmente posible el escenario donde se ha producido un delito. Forman parte de un equipo de una treintena de policías en este cuerpo y están al servicio del área de Investigación Criminal, que les moviliza para acudir allí donde se ha producido un hecho delictivo. A su llegada, escrutan esa vivienda o ese lugar al aire libre con gran detalle, con luces especiales, con productos que revelan si esas superficies se han limpiado, o incluso con drones, para que no se les pase ningún detalle. O muestra, como indican. En un hecho complejo, las evidencias recogidas pueden sumar 200, que analizan de nuevo vía laboratorio en busca de pistas fiables para la investigación, orientada a la resolución del caso. En ese proceso, un hallazgo clave puede ser un código genético, un ADN, que, al igual que la huella, va singularmente asociado a una única persona. Si la muestra es de suficiente calidad, es indubitada, como dicen ellos, puede constituir una de las pruebas de cargo principales a la hora de acusar a una persona como responsable. No la única, claro, pero sí una muy importante, sobre todo cuando no existen sospechosos claros.
Ese unir ADN y nombre, con el consiguiente regocijo policial, se produce al hallarlo en una escena e introducirlo en CODIS, un fichero con perfiles genéticos de personas investigadas o detenidas previamente, revelando que esa persona estuvo allí. Pero no siempre se halla conexión. La inmensa mayoría de la población no estamos ‘fichados’ en CODIS.
Según los datos que maneja el laboratorio, en el año 2020 se estudiaron un total de 441 muestras correspondientes a 106 asuntos, de los cuales se ha podido extraer ADN en 66 de ellos (en 36 robos con fuerza, 4 delitos de salud pública, 12 agresiones sexuales, 5 identificaciones cadavéricas, 1 daños, etc…). De todos estos asuntos, 14 pudieron resolverse a través de CODIS, 5 han dado match con otras muestras dubitadas, y 11 quedan en espera de si ofrecen o no un match en el futuro. Además se introdujeron 20 perfiles de detenidos en la base de datos relacionados con los asuntos y otros 9 se introdujeron como detenidos sin asociar a asuntos (a otras muestras).
191 MUESTRAS DE 130 ASUNTOS
En lo que llevamos de año 2021, se han estudiado 191 muestras correspondientes a 130 asuntos, de los cuales se ha encontrado resultados en 20 de ellos. De estos 20 asuntos, a 13 se les ha podido extraer ADN aunque no se ha podido obtener hasta el momento ninguna coincidencia con otros perfiles en CODIS. De estos 13 casos, 5 son de robo con fuerza, 1 de violencia de género, 2 de daños, 2 de lesiones, 1 de medio ambiente y 2 muertes violentas. Nuevamente de estos 13 casos, 3 quedan en espera de si ofrecen match con otros perfiles en CODIS y en 8 se han metido los perfiles de detenidos relacionados con los mismos, aunque además de ellos, se haya encontrado ADN de más implicados. Asimismo, se han introducido otros 24 detenidos en CODIS sin asociar a otras muestras.
La labor del equipo de Criminalística arranca cuando son llamados para desplazarse a un escenario. Para el trabajo de campo, los turnos se reparten entre una docena de especialistas. Santiago Zabalza narra así cómo se procede. “Se ha cometido un delito y si los investigadores lo creen necesario, se nos da aviso a la brigada de criminalística, que se desplaza al lugar de los hechos y realiza una inspección ocular técnico policial”. En función del tipo de delito y de la complejidad del escenario se valora cuántos policías tienen que desplazarse. Lo más normal es que sean dos. Su objetivo es ‘fijar la escena’, matiza, reconocer lo que hay y poder deducir lo que ha ocurrido para poder plasmarlo a posteriori, sin perder nunca de vista la reconstrucción de los hechos de cara a un tribunal. “Queremos extraer toda la información: lofoscópica (huellas dactilares) y genética (ADN). ¿Qué más? Marcas de herramientas, daños, incendios, huellas de calzado, etc”. Antes de su llegada, la clave es conservar la escena lo más inalterada posible, aunque no siempre es lo habitual. “Depende de cómo se hayan sucedido los acontecimientos, han podido pasar sanitarios, bomberos y otros policías y eso condiciona los resultados”.
¿En qué materiales se llevan las pruebas halladas de vuelta al laboratorio? En soporte de plástico o de papel, relatan. Pueden ser cristales o ropas. El tipo delictivo que se investigue es clave: sangre, huellas, fluidos seminales en caso de una investigación relacionada con un delito de índole sexual. “Hay indicios desde el primer momento en que se ve que los hechos investigados han podido ser obra de profesionales. Entonces, sabes que huellas no vas a encontrar. Es más probable buscar desde el primer minuto un guante”. En un hecho de los ‘grandes’, el trabajo de campo puede suponer la recogida de 100/200 muestras, calculan. Cada una de ellas se examinará de forma individualizada, muchas veces con la presión del equipo de Policía Judicial, que espera resultados para proseguir sus pesquisas.
COLABORACIÓN CON NASERTIC
De la mano de una protocolizada cadena de custodia, las evidencias llegan al laboratorio que la Policía Foral tiene en sus dependencias de Beloso. También trabajan en colaboración con Nasertic, cuyo trabajo científico acelera muchas cuestiones relacionadas con codificaciones genéticas. Antes de ponerse la bata de trabajo, Selene Rol trata de hacerse cargo de la situación y los interrogantes a los que poder dar respuesta. “Procuro realizar un pequeño estudio preliminar del caso antes de entrar en faena, hablamos con los instructores y preparamos el laboratorio”. Evidencia por evidencia, dispone las muestras recogidas y realiza un examen visual para el que se vale de luces forenses o kit de detección de fluidos.
Entre otras acciones, cuenta que pasan un aspirador por prendas de ropa en busca de células epiteliales, que pueden conducir hasta ese deseado hallazgo de ADN, en un robo con fuerza se aplican bastoncillos o hisopos en muchas superficies, ya que el ADN puede encontrarse en ocasiones en los lugares más insospechados... Investigan ropa, herramientas, relojes, colillas, sangre... Todo se fotografía y se jerarquiza, según un protocolo de estándar de evidencias.
Si hay suerte y se halla sangre, semen o saliva, en ese momento, Nasertic entra en juego y extrae un perfil genético.
¿Las presiones? Selene Rol las admite. “Hay que lidiar con ellas. El análisis de las evidencias exige una calma que evite incurrir en contradicciones, errores, etc. Puede ser un trabajo que nos lleve unos días pero lo importante es poder redactar un informe que acredite con rigor nuestra investigación en ese momento y después ante un tribunal”. También discrepa de que su especialidad, el ADN, pueda considerarse como prueba definitiva. “Es necesario mucho más. El ADN nos indica que esa persona estuvo ahí, pero no es determinante en sí mismo, no prueba por sí solo que la persona haya cometido un delito”. El ejemplo más paradigmático es el de una presunta agresión sexual. Vale, hay semen del investigado, pero hace falta más para elaborar una investigación completa en la que se plantee una acusación por haber cometido una agresión sexual, insiste.
“En las muestras se halla ADN, ¿con eso se resuelve el caso? La gente cree que sí, producto de las películas, pero ni mucho menos”. Si es dubitado, explican los agentes, es que tiene un propietario identificado, el código se corresponde entonces con un nombre y apellidos, quizá porque en un pasado haya sido detenido o investigado y se le hayan tomado muestras. En ese caso, al introducirlo en la base de datos (CODIS), el sistema indicará que se ha producido una coincidencia. En ese gran fichero se almacenan los perfiles de detenidos y también datos de personas desaparecidas, lo que puede conllevar la identificación de un cadáver, que pueda haberse encontrado tras un largo tiempo, e indocumentado.
En cualquier caso, Rol insiste en la necesidad de trabajar en equipo, para aunar fuerzas. Los avances de las distintas áreas deben confluir en la misma dirección, un compendio de los resultados para mejor tratamiento de esa información, señala.
Cuando explican su trabajo, ellos lo llaman ‘fijar la escena’. Son dos agentes del equipo de Criminalística de la Policía Foral, Santiago Zabalza y Selene Rol, y su objetivo profesional es reconstruir lo más fielmente posible el escenario donde se ha
Diario de Navarra
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