Un hogar para Manuela
Una niña, entonces de unos ocho años, descubrió a dos villaveses la realidad de la discapacidad en África. Cinco años después, colaboran para que en su poblado de Uganda tengan un centro para ellos
- C.A.M.
A Manuela, una niña “de doce o trece años” nacida en Moyo, al norte de Uganda, su familia de sangre la abandonó. No pudo o no quiso hacerse cargo de ella. Primero se fue su madre y después su padre le dejó a su suerte, hasta que recayó en un orfanato. Allí velan por su salud y su higiene, pero sin medios para que pueda seguir terapias y aprender y desarrollar habilidades para la vida diaria. No habla y en un momento llegaron a pensar que tendría problemas de audición. Pero no. La música del txistu, interpretada para ella, le hizo dar palmas hace cinco años. Tiene problemas de psicomotricidad, pero nadie trabaja con ella para que avance y muestre sus capacidades. No hay un diagnóstico para su condición ni tiene perfilado el grado de dependencia. Ningún servicio social se ha hecho cargo de ella para analizarlo. La historia de Manuela es la de tantos menores con discapacidad en zonas rurales y remotas de cualquier país en vías de desarrollo. Abandonados a su suerte o escondidos en el hogar familiar, lejos de miradas o del conocimiento del resto de la comunidad. Y se estima que entre el 5 y el 6% de los menores en esta regiones nacen con algún tipo de discapacidad. En Uganda, con una población más joven, los números se multiplican.
Así lo cuenta Ismael Yagüe García, vecino de Villava, txistulari y profesor de música en el instituto Alaitz de Barañáin. Hace cinco años conoció a Manuela , a la que le dedicó la canción ”Manuela Maitia”, durante una estancia de dos meses en su aldea, cerca de Sudán del Sur. Acudió con su pareja, Maite Urdaniz Berasain, profesora de infantil en la escuela Mendialdea II de Berriozar y psicopedagoga. Durante el tiempo que permanecieron conociendo y colaborando en el proyecto musical del huartearra Aritz Azparren, dentro de un periplo de seis meses de permiso en el trabajo, fueron conscientes de la realidad de la discapacidad en África. “Muy parecida a lo que era aquí hace unas décadas”, apostilla. Y esa situación les llevó, años después, y tras ser conscientes de la situación de Manuela y de nuevos episodios de abandono, a trabajar con el propósito de que en Moyo, donde vive, tengan un centro para menores con discapacidad. Para que les atiendan en su salud y sus necesidades básicas, pero también en las terapias que necesitan. Y para que, en un futuro, funcione como centro de día y ocupacional. También para que los familiares tengan un punto de encuentro y de coordinación y la comunidad conozca mejor su realidad. Esas son las tres “patas” de un proyecto que perfilan desde hace dos años y que hicieron público hace seis meses. Manuela da nombre a la iniciativa (www.manuelaproject.com) y esperan que sea una de las primeras usuarias del centro.
En este camino han contado con la colaboración de la ONG Solidarios con Arua-Arua Elkartasuna y de otra entidad en el país africano. A través de ella recogen a nuevos socios y sus aportaciones económicas, consideradas como mecenazgo social a efectos fiscales. Y con ellos han podido contratar ya a tres personas de la región que ahora se forman en la capital en un centro de personas con discapacidad. En julio irán a Moyo, a un local cedido por la ONG africana, para empezar la andadura del centro.
60 SOCIOS Y EL EMPUJE DE VILLAVA
En estos seis meses ya son 60 los socios que han reunido y su permanencia les llevará a poder definir el tamaño del centro y el número de contratos que podrán cubrir. “Ahora mismo el mayor reto es que vaya creciendo nuestra base socia. Cuantas más personas se asocien al proyecto, más niños y niñas podemos atender”, comenta Yagüe, que destaca las deducciones en la declaración de la retan que suponen las aportaciones vía mecenazgo.
Para la construcción del centro definitivo han recibido esta misma semana un “enorme impulso” en forma de aportación económica del Ayuntamiento de Villava. El pleno acordó, por unanimidad, destinar los 30.000 euros del fondo anual de cooperación al desarrollo para el proyecto. En la sesión destacaron el origen “vecinal” de la iniciativa a la hora de decantarse por la aportación en un momento en que estudiaban nuevas vías para colaborar.
Ahora barajan hacer un convenio a tres años, que supondría llegar a los 90.000 euros definitivos para su ejecución y equipamiento, desvela el director del proyecto Manuela. “Nos serviría para que pueda estar en marcha en menos de dos años. Nos ha emocionado además que la decisión del ayuntamiento haya sido por unanimidad”, reconoce el músico villavés.
A Manuela, una niña “de doce o trece años” nacida en Moyo, al norte de Uganda, su familia de sangre la abandonó. No pudo o no quiso hacerse cargo de ella. Primero se fue su madre y después su padre le dejó a su suerte, hasta que recayó en un orfanato
Diario de Navarra
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