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Javier, pamplonés de 65 años: "Las noches se hacen muy largas dentro del coche"

Empezó trabajando con 14 años de botones en un hotel de Pamplona, y después de 50 años cotizados espera la jubilación viviendo dentro de un coche

Javier, pamplonés de 65 años: "Las noches se hacen muy largas dentro del coche" Iván Benítez

El día antes a su desahucio, un 10 de febrero de 2021, Javier se levantó a las seis de la mañana, metió en el coche un juego de sábanas y mantas, donó casi toda su ropa y una televisión a la Asociación Apoyo Mutuo, y se dejó caer “agotado” frente al volante. Sin rumbo fijo, condujo en busca de un lugar poco transitado por la comarca de Pamplona donde pasar la primera noche. “Así comenzaba un nuevo día, como en las películas. Me convertí en invisible, porque ahora los desahucios son invisibles”. Javier. Divorciado y con dos hijos, tenía claro que no molestaría a su familia. “Podía haber llamado a uno de mis dos hijos y haberle pedido que me ayudara, pero no quiero molestarles. Aguantaré lo que haga falta”, explica su postura. El lunes 22 de febrero, Javier despertó agarrotado, entumecido por el frío y el diluvio de la noche. “Y eso que el sonido de la lluvia me relaja”.

En estas circunstancias, Javier, ¿cómo es vivir en un coche?

No me he hundido mentalmente, he cogido mucha fortaleza. Sí le confieso que tengo el apoyo de un amigo que me da de comer y cenar. Pero los días se hacen muy largos. Tienes que organizarte la jornada. Normalmente subo a pasear, como en casa del amigo y me ducho. Después, me meto un poco en el coche y escucho la radio. Salgo otro poco, paseo y entro en la biblioteca. Aprovecho para leer y conectarme en internet, y vuelvo al coche. Los días se hacen muy largos, principalmente los fines de semana, que prefiero no molestar al amigo porque está con su pareja. Pero a partir de las siete de la tarde… todo es oscuridad. Y a partir las once de la noche, con el toque de queda, llega el miedo. Miedo a que me saquen y me multen, sin dinero, sin nada…

Javier no duerme todos los días en el mismo sitio para no llamar la atención. Busca lugares poco transitados. Y dentro se tumba de manera estratégica para que fuera no puedan advertir su presencia.

Después de 50 años cotizados, su primer trabajo lo recuerda de botones en un hotel de Pamplona, recibió el 24 de febrero, “por fin”, su primera paga como jubilado. Sin embargo, al retirar el dinero del cajero, la cuenta estaba bloqueada. Le facilitaron algo para poder pagar la habitación de un hostal. El jueves, 4 de marzo, su cuenta continuaba bloqueada.

El día antes a su desahucio, un 10 de febrero de 2021, Javier se levantó a las seis de la mañana, metió en el coche un juego de sábanas y mantas, donó casi toda su ropa y una televisión a la Asociación Apoyo Mutuo, y se dejó caer “agotado” frente al

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