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Las bambalinas del debate: lo que pasa en el atril se queda en el atril

La cordialidad y aun camaradería entre los seis candidatos a la presidencia de Navarra en los momentos previos al debate dio paso a la intensidad argumental y a las subidas de tono en el momento en que comenzó el choque dialéctico

Lo que pasa en el atril se queda en el atril Eduardo Buxens

Desde que se inventó la política, los gobernantes siempre han gustado de compararse o rodearse de grandes deportistas: el emperador romano Cómodo llegó a luchar como gladiador en el Coliseo, el rey Enrique VIII de Inglaterra era aficionado a exhibirse en los torneos de justas y Hitler utilizó los Juegos Olímpicos de Berlín, en 1936, para mostrar al mundo su máquina de propaganda nazi.

Mutatis mutandis, la relación entre política y deporte también apareció en una de las escenas previas al debate de candidatos al Parlamento foral que ayer tuvo lugar en Diario de Navarra. En una conversación informal, Uxue Barkos y Javier Esparza expresaron su alegría por el ascenso de Osasuna a primera división. La presidenta del Gobierno en funciones invitó al líder de Navarra Suma a la recepción que ayer por la tarde tuvo lugar a la plantilla rojilla, de la que Esparza se excusó por motivos de agenda. Ambos se pusieron entonces a discutir sobre el cómo del ascenso. Mientras que Barkos se alegró de que Osasuna ya haya conseguido su objetivo, Esparza opinó que hubiera sido mejor ascender el próximo sábado ante el público de El Sadar. A continuación, surgió la cuestión de asegurar la primera plaza de la segunda división y, por tanto, el título de liga. Y es que, como comentó otra persona presente en la conversación, “no es lo mismo ser primero que segundo”. La presidenta Barkos recogió con rapidez el comentario y completó la frase en clave política: “...ni segundo que tercero”, en clara alusión a los escaños que proyectan las encuestas para Geroa Bai y PSN.

Todos los candidatos llegaron con tiempo de sobra al debate. Uxue Barkos fue la más madrugadora, mientras que Marisa de Simón, Bakartxo Ruiz y María Chivite llegaron casi al mismo tiempo, a falta de unos diez minutos para el comienzo de la contienda. Marisa de Simón, al pasar junto a la placa que recuerda la visita de los Reyes eméritos con motivo del centenario de Diario de Navarra, levantó el puño y dijo “¡Viva la República!”. Todos los candidatos escogieron el coche particular, excepto Mikel Buil, que llegó en taxi y se marchó en villavesa. El candidato de Podemos tuvo una mañana de gran intensidad, pues venía de dos entrevistas en la Cadena SER y en RNE, por lo que se permitió un pitillo de descanso antes de entrar al debate. Preguntado por si estaba nervioso, Buil contestó que “no podía relajarse”.

A la cita tampoco faltaron tres jóvenes miembros de la Asociación Navarra de Debate, David Garciandía Igal, Román Syrbu e Íñigo de Carlos Artajo, que no quisieron perderse el manejo dialéctico de los candidatos. Garciandía y De Carlos compitieron el pasado diciembre en el World Universities Debating Championship, el equivalente al mundial de debate.

Durante los minutos previos, los candidatos velaron armas rodeados de sus hombres y mujeres de confianza, principalmente compañeros de lista o miembros de los equipos de comunicación de sus partidos. Explicadas las reglas de juego, comenzó un debate que inauguró Marisa de Simón y que mostró gran intensidad desde el inicio.

En lo referente al estilismo, Esparza fue el único que optó por el traje azul y la corbata, mientras que Chivite se enfundó una chaqueta color foral. Bakartxo Ruiz y Mikel Buil escogieron el gris, por el negro de Barkos y el rosa de Marisa de Simón. No faltaron los accesorios corporativos, con la chapa de Izquierda-Ezquerra de De Simón y los pines en la solapa de Ruiz y Esparza, la primera con el logotipo circular que Bildu ha usado durante la campaña y el segundo con el escudo de Navarra. Todos se parapetaron detrás de fichas, papeles y carpetas, la mayoría con el logotipo de su partido. Llamó la atención el detalle de Javier Esparza, que iba rompiendo las fichas de cada uno de los temas conforme avanzaba el debate.

Este transcurrió fresco y rápido, circunstancia favorecida por el formato del mismo y porque los candidatos se dedicaron verdaderamente a discutir y contraponer ideas y renunciaron a repetir monólogos aprendidos de memoria. Así lo manifestaron algunos de los participantes al finalizar el debate, con un Mikel Buil que calificó el formato de “ágil e innovador” y una María Chivite que habló de “dinamismo”.

Dos grandes bloques

Durante la mayor parte de la discusión no se produjeron ataques entre los partidos del cuatripartito, de modo que el escenario quedó dividido entre el bloque del Gobierno en funciones y Javier Esparza, con una María Chivite ágil y salomónica que iba cargando según le convenía contra Navarra Suma o contra Barkos y Ruiz. Este reparto de fuerzas resultó en un Esparza que fue blanco de la mayoría de envites, de los que se defendió con buenos golpes y firmeza, pero con una actitud algo más tensa, sobre todo en el primer tercio del debate.

Por su parte, Barkos optó por un tono presidenciable. Se mostró sólida durante todo el debate, si bien es cierto que en el apartado de fiscalidad habló más del convenio que de impuestos, uno de los grandes reproches de la oposición a su gobierno.

Bakartxo Ruiz tuvo muy a mano a sus máximos rivales, pues dirigió todos sus ataques contra María Chivite y Javier Esparza, sentados a su derecha y a su izquierda respectivamente. Se mostró combativa y sólo bajó el tono al ser preguntada por la detención de Josu Ternera, sobre lo que se limitó a contestar que es una imagen “que nos retrotrae a otras épocas”.

Mikel Buil utilizó el tono más sosegado, a imagen y semejanza del de Pablo Iglesias en los debates televisivos de las elecciones generales. Protagonizó, eso sí, un momento tenso con Esparza sobre las víctimas de la violencia. Buil reprochó al líder de Navarra Suma que hiciera bandera de las víctimas de ETA porque, dijo el cabeza de lista de Podemos, “también son las mías”. Esparza replicó echándole en cara a Buil el ser “socio de EH Bildu, un grupo que no condena los asesinatos y la extorsión”.


Por último, Marisa de Simón presentó a su formación como “la verdadera izquierda”. No pasó apuros, pero tal vez le pasó factura su menor experiencia en debates de este tipo.

Desde que se inventó la política, los gobernantes siempre han gustado de compararse o rodearse de grandes deportistas: el emperador romano Cómodo llegó a luchar como gladiador en el Coliseo, el rey Enrique VIII de Inglaterra era aficionado a exh

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