Patios, más que un campo de fútbol
Educadores y arquitectos coinciden en que son espacios ‘duros y grises’ y que debe haber una ‘continuidad’ entre el interior y el exterior de los centros escolares
- Sonsoles Echavarren
Observe estas dos imágenes y piense en el patio del colegio de su infancia. Quizá sea uno de estos dos centros. O tal vez no. Pero lo que sí es seguro es que no se diferenciará mucho. Recuerde ese espacio de cemento en el que, con líneas blancas o rojas, se delimitaban las zonas de juego de un campo de fútbol y baloncesto. Si usted era un niño seguramente pasaría la media hora de recreo dando patadas a un balón, tras haber engullido rápidamente un bocadillo de chorizo. Y si era una niña, se sentaría en el suelo con sus amigas a dar la vuelta a los cromos con la mano o a jugar en una esquina a la cuerda o a la goma. Quizá alguno de sus hijos juegue hoy en el mismo patio que usted lo hizo y el espacio se conserve idéntico. O hayan añadido algunos columpios o una zona verde. En cualquier caso, darán qué hablar. Los patios de recreo se han convertido en un tema que preocupa a educadores, responsables educativos, familias y arquitectos. Porque, coinciden las fuentes consultadas, son unos “espacios muy grises totalmente cementados”, “sin presencia de la naturaleza” y en los que “fútbol es el rey”. Además, insisten los expertos, existe una clara dicotomía entre los espacios externos (los patios) e internos (las aulas, los pasillos, bibliotecas...). “Todos deberían ser espacios educativos. ¡Estamos perdiendo posibilidades extraordinarias”. Así lo cree el presidente del Consejo Escolar de Navarra, Aitor Etxarte, institución que el pasado marzo organizó unas jornadas sobre Educación y espacios.
APÚNTATE AL NUEVO BOLETÍN DE EDUCACIÓN Y FAMILIA DE SONSOLES ECHAVARREN
Aitor Etxarte recuerda que la variedad de los patios de los colegios públicos y concertados de Navarra es “amplísima” y muchos, recalca, son “herederos” de las instituciones y modelos educativos franceses. El más antiguo, explicó, es el del colegio público San Francisco, del Casco Viejo de Pamplona, que data de 1905. De esa época son también el psicogeriátrico San Francisco Javier, el Hospital de Navarra y la antigua cárcel de Pamplona, enumeró. “Son edificios muy parecidos entre sí. Se trata de una construcciones con una calidad a magnífica (por eso han llegado hasta hoy) y con un modelo similar: amplios pasillos distribuidores y celdas-aulas-habitaciones a los lados”. Etxarte dio un paso más y recordó los colegios público y concertados construidos en los años treinta y cuarenta donde los patios eran lugares “más amplios” en los que los alumnos “hacían gimnasia en filas”. “Yo estudié en Escolapios (Calasanz) y sigue exactamente igual”.
Además, añade, los campos de fútbol siguen protagonizando el espacio principal de los patios, “a veces cubierto con un techo para protegerse de la lluvia”. “Son patios duros y grises que dificultan que los alumnos elijan otros juegos”. Y recordó el protagonismo del cemento. “Hubo unos años en los que la calidad educativa y escolar pasaba por aquí. Los patios de cemento tenían más categoría que los que se construían sobre arena y piedras...”
ENTRE EL AULA Y EL RECREO
Etxarte cree que, además de “repensar los patios” hay que crear una “continuidad” entre espacios interiores y exteriores. “Las clases son lugares de silencio, estudio, aprendizaje... Y los patios, un espacio de juego, gritos... Pero todos deberían ser espacios educativos” vinculados, además, “a un contexto” (el barrio, el pueblo...).
Una opinión similar comparte la arquitecta Maite Apezteguía Elso, de Apezteguia Architects y que ha trabajado sobre este tema. “Muchos centros están concebidos de manera errónea. Sigue habiendo aulas tradicionales, pasillos distribuidores del espacio y patios con pistas deportivas. Y las tendencias de la enseñanza no van por ahí...” Y no habla solo de los centros escolares más antiguos y que respondían a otros modelos educativos. “Los colegios de nueva construcción siguen las mismas tendencias, algo que es absurdo. Casi antes de nacer van a tener que ser reformados. La Administración no ha movido ni media ficha”, critica.
Respecto de la dicotomía entre espacios exteriores e interiores insiste en la “continuidad” de la que hablaba Etxarte. “Debería haber espacios de ocio en el interior de los centros y educativos o de aprendizaje en el exterior. Todo suma”. En los patios, añadió, debería haber “otros espacios” diferentes a los campos deportivos, “como columpios y otros lugares en los que los niños que no juegan a fútbol puedan socializar”. A este respecto, citó algunos ejemplos de modelos educativos novedosos que se están siguiendo en otros países, como Suecia, con las “escuelas vitra”. “Allí los espacios son muy versátiles y se fomenta la creatividad. No hay aulas con pupitres sino que los niños se sientan en graderíos y las aulas no están compartimentadas (música, informática...) Así a los niños no les da pereza ir al colegio lo lunes”, se ríe.
Quizá si se tendiera a este modelo de clases abiertas y de patios con huertas y vegetación, continúan los expertos, los hijos de los niños que aparecen en las fotos de esta información podrían disfrutar de patios diferentes. Y así, dentro de treinta años, esos patios cementados con campos de fútbol ya serían historia.
Observe estas dos imágenes y piense en el patio del colegio de su infancia. Quizá sea uno de estos dos centros. O tal vez no. Pero lo que sí es seguro es que no se diferenciará mucho. Recuerde ese espacio de cemento en el que, con líneas blancas o ro
Diario de Navarra
- Web + app (0,27€ al día)
- Versión PDF
- Periódico en papel